domingo, 13 de septiembre de 2009

Psicología IV - Resumen - Marcos Pampillón


Considerando los desarrollos que hemos hecho hoy, no vamos a detenernos en los primeros tres puntos de este material, a saber:

Impulsos y desdoblamiento de impulsos; La conciencia, la atención y el yo, y Espacialidad y temporalidad de los fenómenos de conciencia, ya que se trata de ampliaciones y profundizaciones de lo expuesto en Operativa y Psicología III.

Sí nos parece importante concentrarnos en los temas de Estructuras de conciencia, Estados y casos no habituales:

la conciencia perturbada y la conciencia inspirada; Fenómenos accidentales y fenómenos deseados; El desplazamiento y la suspensión del yo, y El acceso a los niveles profundos.

Temas todos muy directamente relacionados con el interés de los trabajos disciplinarios.

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Estructuras de conciencia

Los diferentes modos de estar el ser humano en el mundo, las diferentes posiciones de su experimentar y hacer, responden a estructuraciones completas de conciencia.

Así: la "conciencia desdichada" (definida por Hegel, en su Fenomenología del espíritu, como “alienación”, como un estar “des-centrado”, como un separarse de la realidad a la que se pertenece),

la "conciencia angustiada" (así conceptualizada por Kierkegaard debido a la diferencia irreconciliable entre lo finito y lo infinito, que la existencia humana experimenta como angustia radical, fundamental),

la “conciencia emocionada" (descrita por Sartre en su “Esbozo de una teoría de las emociones” como una forma mágica de transformar el mundo urgente y difícil),

la "conciencia asqueada" (según la cual Kolnai estudia el asco desde una perspectiva ética),

la "conciencia nauseada" (otra vez Sartre, con aquello de que la náusea aparece al experimentar el carácter absurdo de la existencia, al captar la realidad como algo superfluo, contingente),

la "conciencia inspirada" (clave de lo creativo en la Ciencia, el Arte, la Filosofía y la Mística), son casos relevantes que han sido descritos convenientemente por diversos autores.

Los niveles clásicos de vigilia, semisueño y sueño, no ofrecen dificultades de comprensión.

Pero en cada uno de esos niveles tenemos la posibilidad de reconocer posiciones variables de los fenómenos psíquicos.

Poniendo ejemplos extremos decimos que cuando el yo mantiene contacto sensorial con el mundo externo, pero se encuentra perdido en sus representaciones o evocaciones, estamos en presencia de una conciencia vigílica en estado de ensimismamiento.

Este ensimismamiento puede manifestarse de dos maneras diferentes, opuestas:

en una de ellas se produce un retiro hacia la propia intimidad para espiritualizarse, por así decir, para elevarse internamente, para tomar sentidamente contacto con algo por lo menos superior a lo vigílico,

y en la otra se desconecta lo externo para volcarse internamente en el egoísmo, los deseos groseros, generándose un encerramiento mental de mucho sufrimiento. El autismo es el caso patológico más claro de ensimismamiento como estado alterado de conciencia.

En el caso opuesto, cuando el yo está perdido en el mundo externo, sin crítica ni reversibilidad sobre los actos que realiza, estamos ante un caso de conciencia vigílica en estado de alteración.

Acá se quiere significar la salida de sí, el sumirse en una corriente turbada, en un torbellino de acciones compulsivas, en un comportamiento desenfrenado que aleja de lo entrañable y lo valioso.

Estas estructuras de conciencia son fácilmente reconocibles en el nivel personal, grupal y social.

Se trata en general de ruidos mentales muy intensos que se acrecientan en épocas de grandes crisis, en épocas de fuerte sin-sentido y que, efectivamente, afectan por igual a individuos, conjuntos y sociedades enteras.

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Estructuras, Estados y Casos No Habituales

Llamamos “no habituales” a los comportamientos que muestran anormalidades respecto a parámetros del individuo o del grupo que se esté considerando.

En nuestra Psicología nos concentramos en dos grandes grupos de estados y casos a los que hemos llamado el grupo de la “conciencia perturbada” y el grupo de la “conciencia inspirada”.

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La “conciencia perturbada”

Existen diametrales posiciones del yo entre estados alterados que van desde la actividad cotidiana a la emoción violenta y estados ensimismados que van desde la calma reflexiva hasta la desconexión con el mundo externo.

Hay, sin embargo, otros estados alterados en los que las representaciones se externalizan proyectivamente, de tal modo que realimentan a la conciencia como “percepciones” provenientes del mundo externo (tal el caso de la alucinación, que me lleva a creer que estoy percibiendo algo que en realidad estoy representando, algo que está sólo en mi cabeza)

y otros, de ensimismamiento, en los que la percepción del mundo externo se internaliza introyectivamente.

Si el estado es de calma reflexiva, un filósofo podría ensimismarse, replegarse en pensamientos diversos inspirado por haber presenciado un acto humano de profundo significado ético, valórico.

A su vez, un poeta podría inspirarse en aquel elefante de porte majestuoso que ya en sus versos se transforma en un ser luminoso, transparente, ingrávido.

Y por último, un místico debería dejar que crezca en su interior la vivencia, por ejemplo, de un tiempo y un espacio sin límites…

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La “conciencia inspirada”

La conciencia inspirada es una estructura global, capaz de lograr intuiciones inmediatas de la realidad.

Es tan intensa y reveladora de significados la experiencia de contacto en la que el yo ha quedado suspendido, que, como se ha dicho, “comprendo todo en un instante”.

Y ese “todo” es EL TODO, es decir, una estructura de esencias.

La conciencia inspirada es más que un estado, es una estructura global que pasa por diferentes estados y que se puede manifestar en distintos niveles.

Además, la conciencia inspirada perturba el funcionamiento de la conciencia habitual y rompe la mecánica de los niveles.

Por ejemplo, en el caso de una intensa inspiración mística se puede experimentar la Fuerza en el sueño, saltando, por supuesto, a vigilia, así como en vigilia se pueden experimentar mentaciones e imágenes oníricas de fuerte valor simbólico y profundos significados.

Es decir, se altera toda la inercia normal de los niveles.

Por último, es más que una extrema introyección o una extrema proyección ya que alternativamente se sirve de ellas, en atención a su propósito.

En otras palabras, la conciencia inspirada va más allá de esa dirección hacia dentro, de ese repliegue sobre sí, que lleva a distanciarse del medio externo.

Y también va más allá de ese lanzamiento hacia fuera, de ese posicionamiento “en las cosas”, que lleva a alejarse de la interioridad.

Esto último es evidente cuando la conciencia inspirada responde a una intención presente (por ejemplo, quiero estar aquí y ahora en presencia de la Fuerza, intensamente)

o, en algunos casos, cuando responde a una intención no presente pero que actúa copresentemente (por ejemplo, he establecido hace tiempo el Propósito decidido de “fundirme con la luz”, y ello actúa copresentemente desde mi memoria cuando me propongo tener un experiencia interna de peso, una experiencia fundamental).

En la Mística encontramos vastos campos de inspiración. Debemos señalar que cuando hablamos de "mística" en general, estamos considerando fenómenos psíquicos de "experiencia de lo sagrado" en sus diversas profundidades y expresiones.

Y también podrán ustedes estudiar detenidamente los casos expuestos en esta Psicología IV sobre la inspiración en la Filosofía y en el Arte.

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Fenómenos accidentales y fenómenos deseados

La conciencia puede estructurarse en distintas formas variando por acción de estímulos puntuales (internos y externos),

o por situaciones complejas que operan de modo no querido, de modo accidental. La conciencia es "tomada" en una situación en que la reversibilidad y la autocrítica prácticamente quedan anuladas.

En el caso que nos ocupa, la "inspiración" irrumpe en mecanismos y niveles, actuando a veces como "trasfondo" de conciencia.

Entre los ejemplos dados en Psicología 4 como fenómenos accidentales está el de la piedra que levanto accidentalmente para descubrir innumerables insectos que se pueden pegar a mi mano, “invadirme”, y ante eso peligroso, experimento repulsión, asco.

Al analizar la relación entre el objeto asqueroso y la respuesta de la arcada, por ejemplo, se observa que ambas características son propias de un ritual que va más allá de los objetos reales en juego.

En otras palabras, el objeto amenazante, peligroso, y mi respuesta de rechazo visceral constituyen la escenificación de un rito de confrontación que se independiza, que va más allá de las partes en juego por la carga emotiva descontrolada que se genera en tal situación.

También se cita como digresión el caso de configuraciones de conciencia avanzadas en las que todo tipo de violencia provoca repugnancia, y que tal estructuración de conciencia no-violenta podría llegar a instalarse en las sociedades como una conquista cultural profunda.

Claro, imaginen ustedes el avance psicosocial que una conducta así implicaría.

También observamos que ocurren configuraciones que responden a deseos, o a planes de quien se "pone" en una particular situación mental para hacer surgir el fenómeno. (Acá ya estamos hablando de los fenómenos deseados, no de los accidentales.)

Desde luego, tal cosa a veces funciona y a veces no, como ocurre con el deseo de inspiración artística, o con el deseo de enamoramiento.

La conciencia inspirada, o mejor aún, la conciencia dispuesta a lograr inspiración se muestra en la Filosofía, en la Ciencia, en el Arte, y también en la vida cotidiana con ejemplos variados y sugestivos.

Sin embargo, es en la Mística especialmente donde la búsqueda de inspiración ha hecho surgir prácticas y sistemas psicológicos que han tenido y tienen desparejo nivel de desarrollo.

Reconocemos a las técnicas de “trance” como pertenecientes a la arqueología de la inspiración mística.

Otras técnicas más elaboradas, en el sentido de permitir al sujeto controlar y hacer progresar su experiencia mística, se han ido depurando a lo largo del tiempo.

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El desplazamiento del yo. La suspensión del yo

En los casos de trance, el sujeto se pone a disposición de esa inspiración que le permite captar realidades y ejercitar poderes desconocidos para él en la vida cotidiana.

Lo que se está diciendo es que el funcionamiento típico de la vigilia, con su noción de tiempo y espacio característicos y, conforme a ello, con su sentido de la realidad correspondiente, queda neutralizado y el sujeto ingresa a “otro mundo”, a otra realidad cargada de significados no habituales, que se experimentan con emociones de otra substancialidad, de otro peso.

Estamos hablando de emociones exaltadas que hacen “retroceder” al yo, que suplantan la personalidad.

También, en la técnica de los "mantrams", por repetición de un sonido profundo que el sujeto va profiriendo, se llega al ensimismamiento.

Estos sonidos pueden consistir en una sílaba sostenida o una palabra de especial carga o significado para el practicante.

Estos ejercicios se repiten tantas veces como sea necesario hasta que el practicante experimente la sustitución de su personalidad y la inspiración se haga plena.

Avanzando hacia el ensimismamiento, podemos llegar a un punto en que los automatismos queden superados y ya no se trate de desplazamientos ni sustituciones del yo.

Tenemos a mano el ejemplo que nos da la práctica de la “oración del corazón” realizada por los monjes ortodoxos del monte Athos.

Esta práctica era repetida por los monjes muchas veces al día hasta que aparecían algunos indicadores de progreso como la “iluminación” (del espacio de representación).

El pasaje por el trance no es muy diferente al que se produce en los trabajos con los yantras (los yantras son de naturaleza visual, por ej., figuras o construcciones geométricas, simbólicas, abstractas (tal el caso de los mandalas en la cultura hindú y budista),

o bien, representaciones alegóricas, figurativas, de fuerte carga sugerente que, de acuerdo con el paisaje de formación del practicante, pueden favorecer la conexión, el contacto con otros sistemas de registros)

o mantrams, de naturaleza auditiva, pero como en la práctica de la “oración del corazón” no se tiene la intención de ser “tomado” por entidades que reemplacen la propia personalidad, el practicante termina superando el trance y “suspendiendo” la actividad del yo.

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El acceso a los niveles profundos

Sin duda que la sustitución del yo por una fuerza, un espíritu, un dios, o la personalidad de un hechicero o hipnotizador, ha sido algo corriente en la historia.

También ha sido algo conocido aunque no tan corriente, el hecho de suspender el yo evitando toda sustitución, como hemos visto en algún tipo de yoga y en algunas prácticas místicas avanzadas.

Claro, son temas diferentes: una cosa es eso chamánico de que algo o alguien va a “entrar” en mí (suplantando al Juan Pérez cotidiano) para poder curar a un enfermo o para quitar maleficios a la tribu por la sequía que afecta a sus cultivos,

y otra cosa es el ensimismamiento dirigido muy intencionalmente a apagar por concentración el sistema de percepción y representación propio de la vigilia.

En este segundo caso no se está sustituyendo nada, sino vaciándolo todo.

Es posible llegar a la situación mental de supresión del yo, no en la vida cotidiana pero si en determinadas condiciones que parten de la suspensión del yo.

La entrada a los estados profundos ocurre desde la suspensión del yo.

Ya desde esa suspensión, se producen registros significativos de "conciencia lúcida" y comprensión de las propias limitaciones mentales, lo que constituye un gran avance.

En ese tránsito se debe tener en cuenta algunas condiciones ineludibles:

1.- que el practicante tenga claro el Propósito de lo que desea lograr como objetivo final de su trabajo;

2.- que cuente con suficiente energía psicofísica para mantener su atención ensimismada y concentrada en la suspensión del yo;

3.- que pueda continuar sin solución de continuidad en la profundización del estado de suspensión hasta que desaparezcan las referencias espaciales y temporales.
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Aquí culmina este gran estudio de psicología que comenzó su desarrollo con el psiquismo animal,

luego continuó con el psiquismo humano y toda su complejidad de aparatos, impulsos, traducciones, niveles de conciencia, centros de respuesta, comportamiento y una serie de fenómenos propios de su funcionamiento en la interacción con el mundo.

En tal desarrollo se describe a la conciencia como el gran coordinador de todas estas operaciones y con la aptitud, además, de ascender a niveles de trabajo de contacto con lo sagrado; hasta ser, ella misma, capaz de trascender las categorías de tiempo y espacio y de trascenderse a sí misma.

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Extraido de: http://www.parquecarcarana.org/mat.html
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