jueves, 7 de enero de 2010

El Informe Tokarev - Fragmento - Salvatore Pulleda


El Centinela de Piedra - Conversación entre Yuri Tokarev y el viejo Vergara



"... Era muy de noche cuando sorbieron el último mate. También habían intercambiado alimentos. El charqui de guanaco, si bien salado y seco, resultó comestible. Entre unas piedras ahumadas, todavía se conservaban las brasas del fuego que había hecho, gracias a la jarilla y las chilcas que el viejo recogiera en el camino. Sobre una piedra, la lámpara de keroseno daba su luz amarilla a la cueva. Mientras, algunas sombras se movían siguiendo a la llama amenazada por el viento, a través del vidrio roto. Yuri pregunto directamente:

‑ ¿Es posible entrar en la montaña?

- Ya ve, estamos ‘dentro –respondió el viejo

‑ Me refiero al Aconcagua ‑aclaró el profesor

‑ Depende qué busque usté –explicó don Vergara, mientras hurgaba sus dientes con un pequeño trozo de jarilla. 

Luego continuó:

‑La indiada le puso «Aconcagua» al cerro. Eso quiere decir: «centinela de piedra».

Pensaban que había un gigante `dentro que vigilaba al mundo, pero se durmió por el frío y quedo congelao. ¡Indios brutos! ‑exclamó, al tiempo que sacaba un bolsito y papeles de cigarrillo. Distribuyó el tabaco sobre una pequeña hoja y al replegarla en forma de cilindro, pasó la lengua a todo su largo. Acercó una rama con su extremo convertido en brasa. Aspiró y luego lanzó con satisfacción una bocanada de humo.

‑Imagínese ‑siguió‑, cada vez que tiembla o hay un terremoto, es porque el centinela quiere despertar. Pero eso no será posible, hasta que el amor de una India le caliente su enorme corazón de hielo. Entonces se pondrá en pie y alzándose hasta el cielo, con un arco de estrellas, lanzará sus flechas de luz por el mundo de la noche. ¡Tipos brutos! ‑afirmó palmoteando una rodilla. La laguna es una lágrima de la India que lloro cuando vio que el centinela estaba congelao. La india fue a buscar ayuda, pero algún día volverá en un carro de fuego y le dirá una poesía convertida en viento. Una poesía que debe enseñarle un hombrecito como uste’, o como yo... Mientras tanto, nadie puede entrar en el Aconcagua, porque un guardián defiende su enorme corazón de hielo.

Yuri estaba conmovido. Sabía que el viejo le estaba explicando el nudo del problema, pero chocaba con la barrera de las palabras. Igual le había pasado con Tensing. Entonces don Vergara se puso en pie. Su sombra se proyectó enorme sobre el fondo de la cueva y una voz milenaria salió de su garganta:

-Tiene que morir, tiene que vivir. Tiene que enseñar eso a otros, porque están enfermos. Ésa es la forma de curar. Debe llegar a todos, porque esa enfermedad quiere que se maten. Es necesario que todos escuchen... Nos veremos nuevamente, pero ya no morirá jamás...".

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Extraido de: http://www.facebook.com/note.php?note_id=244681561669&id=717746714&ref=nf
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