martes, 24 de julio de 2012

El Proceso de liberación nacional y la actual coyuntura - "Gallego" Fernández - 24-07-2012

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El Proceso de liberación nacional y la actual coyuntura - "Gallego" Fernández



A los compañeros que entienden lo político como una disputa futbolera, es recomendable que no pierdan su tiempo en esta lectura;

esta dirigida hacia quienes tienen un profundo amor por el pueblo, un odio tremendo hacia la oligarquía y el imperialismo;

y un compromiso inalterable con quienes dieron la vida por la liberación.

Tomar partido en la disputa desencadenada entre el gobierno nacional y Moyano, tiene sentido, si con ello, se resuelven las grandes demandas populares

y se avanza sobre los intereses de las corporaciones y las multinacionales, que controlan la estructura económica.

Que el 20% de los trabajadores apropie el 40% de la retribución al trabajo, y el 80% se deba conformar con el 60%;

es anclar la estructura distributiva en los actuales parámetros, donde la única tarea que falta, es corregir la distribución entre trabajadores.

De igual forma no se puede reclamar que se quite el impuesto al salario y se generen condiciones de igualdad en el cobro de la asignación familiar por hijo,

sin señalar, que el mayor aspecto distorsivo, se encuentra en el proceso inflacionario generado por los formadores de precios y las utilidades que acumulan las intervenciones oligopólicas en la argentina.

No hay defensa de los trabajadores sino se avanza sobre los intereses de la oligarquía y las multinacionales;

los problemas de nuestro pueblo no se resuelven en la dialéctica de los chanchitos y la 1050,

o de las historias personales de quienes tienen la responsabilidad de interpretar y expresar, cual es el futuro de los argentinos.

No son problemas menores, o ajustes parciales en la estructura social, los que se requieren

para alcanzar la justicia social, y el piso de libertad que deberíamos tener todos los argentinos.

Hay un 32% de los compatriotas, que tiene trabajo precarizado y un 15% de los argentinos se encuentra desocupado o subocupado;

se lanza un programa de 100 mil viviendas,

y la realidad nos devuelve una demanda de 900 mil hogares con ingresos demostrables y capacidad de ahorro;

no tenemos una ley nacional de salud, que brinde de manera igualitaria, excelencia y calidad para todos los argentinos;

y todos los esfuerzos, para incorporar la mayor cantidad de argentinos al sistema previsional,

queda diluida por el proceso inflacionario y limitada en la retribución por la precarización del trabajo.

Si las diferencias, entre el gobierno y Moyano, fuesen sobre la fuga de 40 mil millones de dólares en los últimos cuatro años,

y de cómo preservar el ahorro de nuestra economía; sería de enorme utilidad, para los argentinos,

ya que esos dólares representan riqueza creada por el trabajo argentino, que se terminan llevando las corporaciones al exterior.

Seguramente hay compañeros que con sanas intenciones, consideran los planteos de Moyano como parte de un plan desestabilizador,

si fuese de esta forma seríamos los primeros en manifestarlo y en defender al
gobierno.

Pero esto no es así; ya no estamos en el 2008 donde Néstor podía ser candidato en el 2011,

o Cristina reelecta; y evitar que el gobierno alcance una mayoría parlamentaria de dos tercios, para convocar a una reforma constitucional.

Necesitan debilitar al gobierno nacional, ya no para reemplazarlo o impedir su continuidad, como en el 2008;

sino para que elija como sucesor a Daniel Scioli y construir desde el consenso del FPV un liderazgo que responda a los intereses de las minorías.

No se cual es la brillante estrategia de ofrecerle al enemigo una estructura que puede paralizar el país en un día;

es obvio, que no es para construir poder político de los trabajadores, ni liderazgos que los expresen.

Por el contrario los que son llamados a suplantar a Moyano carecen de toda cualidad para ello, con el agravante de que la disputa corporativa por la CGT,

volvió a colocar en la escena gremial de los espacios que confrontan a los peores traidores del Movimiento obrero.

Entre tanto barullo, lo conveniente sería revisar los acuerdos salariales, el de camioneros incluido, los trabajadores, (tributen ganancias o perciban sueldos miserables),

han perdido no menos de un 5% de poder adquisitivo, ya sea por convenios firmados por debajo de la pauta inflacionaria,

o porcentuales similares a la inflación del 2011, que distribuidos en alícuotas no representan más de un 20% de aumento.

Las corporaciones están felices y van por más.

Es bastante contradictorio, para quienes sostienen la defensa de la demanda agregada como pilar del modelo, o para quienes defienden los intereses de los trabajadores,

no reaccionar frente a la pérdida del poder adquisitivo en los sectores populares y la transferencia de recursos hacia los sectores concentrados de la economía.

Es hora que alguien retome el análisis sobre las relaciones de poder;

en este proceso, no solamente se ha fortalecido el Movimiento Obrero, sino y centralmente lo han hecho las corporaciones,

pareciera que tanto el gobierno como Moyano, no tienen una lectura sobre el carácter antagónico de esos intereses,

con las políticas que se requieren, para construir un orden de justicia social e igualdad en nuestra patria.

Salvo que tengamos demostraciones fehacientes, de que las corporaciones diseñan sus estrategias

para satisfacer las condiciones materiales de vida y los grados de libertad de los argentinos.

Es imprescindible el diseño de una matriz distributiva, que cierre la brecha

entre los precios de bienes de consumo a valores internacionales, con salarios a valores locales,

esto no está ni en la agenda del gobierno, ni de la dirigencia sindical.

Tampoco es parte del debate político los sectores de la economía, que deberían expandirse,

para atender los consumos insatisfechos de millones de argentinos,

ni el rol que debiera tener el BCRA a la luz de las reformas que le permiten intervenir como instrumento financiero de las políticas de estado.

Con financiación del BCRA no sólo se pueden fabricar 50 locomotoras, 2000 vagones y construir 2000 km de vías,

recuperando el tren de laminación para estos fines; sino reconstruir la empresa nacional de FFCC,

puesta al servicio de los argentinos y no de quienes nos compran bienes extractivos.

La continua exaltación a valorizar el capital en procesos productivos y de agregación de valor,

es sumamente contradictoria, con políticas donde la infraestructura de transportes,

que podemos construir en el país, la compramos en el exterior;

es también contradictorio cuando resaltamos el desendeudamiento externo

y tomamos deuda externa, para dicha compra;

y tiene poco que ver con un capitalismo serio, que los argentinos realicemos semejante inversión,

para que un privado apropie riqueza por operar el FFCC, esto se condice más con un capitalismo bobo.

Es hora de formular un proyecto de país con planes que respondan a las grandes demandas populares,

a los derechos sociales y laborales que debemos garantizar;

formular las políticas que permiten alcanzar el pleno empleo;

colocar los recursos naturales al servicio de los argentinos, especialmente el uso productivo del suelo,

el plan minero nacional y la explotación de nuestro litoral marítimo;

actualizar tecnológicamente, la matriz energética tanto en la generación como en el uso;

redefinir el sentido de la propiedad privada en nuestra sociedad

para colocarla en función social y al servicio de la realización de la vida.

Un proyecto de esta naturaleza, moviliza, enamora, eleva el debate político

y convoca a las grandes mayorías populares,

a reformular la estructura legal sobre la cual se asiente la organización del estado,

la finalidad del mismo en producir un orden de igualdad y justicia social,

el sentido de la democracia como ejercicio permanente de un vínculo entre la sociedad y el estado,

donde el pueblo recupere su rol protagónico.

Humildemente creo que este tipo de debates, pondrán en evidencia,

quienes expresan los intereses de las corporaciones y quienes defienden los intereses populares;

no es sólo impulsar una reforma de la Constitución por una urgencia electoral,

ni explicar los problemas económicos desde la crisis estructural del capitalismo;

sino y centralmente expresar un proyecto político para los próximos cincuenta años, el cual requiere de esa reforma;

en ello no tengo lugar a dudas que podemos derrotar las aspiraciones de la oligarquía

de promover desde el FPV un liderazgo que responda a sus intereses.

Sería muy saludable para el conjunto de la militancia,

estar muy atentos a los debates que son trascendentes para el pueblo,

de aquellos que no producen modificación alguna en las relaciones de poder

y consolidan o legitiman el privilegio de la cúpula del poder económico,

sobre el interés de todos los argentinos.


Argentina - 20/07/2012

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Extraído del muro de Paula Loos  en Facebook
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