sábado, 14 de julio de 2012

Ocurre lo que no ocurre pero que ocurre - Carlos Manuel Cadenas Mendoza - 14-07-2012

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Ocurre lo que no ocurre pero que ocurre - Carlos Manuel Cadenas Mendoza

Un día de estos van a querer ponernos un código de barras en la frente y nos harán creer que esto es normal si queremos ser modernos, felices y desarrollados, otro día nos harán pasar por un aparato contador de respiraciones y estaremos alegres de ser parte de un planeta, donde todo se compra y se vende en un mercado de libres prisioneros.
 

Ordenados por color, por talla, por región o por cuenta bancaria, ordenados por alguna forma ultra fácil, así nos arman y desarman, nos hacen de huesos plegables y silicona. Salimos o entramos de la gaveta de un subastador de riesgos, nos llevan, nos traen o nos dejan encerrados en un plano sin bordes, sin puntos, sin vacío, en un plano donde somos lo que nos niega como seres humanos. 
 
Un día de estos iremos a las farmacias a comprar enfermedades, por lo menos cuando se ponga de moda toser y sangrar y por la tele digan, que para ser parte del 70% inteligente postmoderno, hace falta una u otra enfermedad, de marca tal o cual, aprobada por la estricta agencia mundial para la libre circulación de los virus, enfermedad usada con éxito en Europa o en América del Norte, lo cual es garantía de la plus efectividad de las cosas, que en el desarrollo tienen su registro de calidad y amparo en patentes de costo elevado.
 


Un día de estos, por las buenas o por las malas nos colocarán en presentación económica, ofertable a conveniencia del arquero que dispara la flecha de las acciones bursátiles, 
nuestros corazones buscaran el yin y el yang según los acuerdos de una cumbre de señores que dicen ser jefes de estado, pero que todos sabemos son, los peones genuflexos de los amos. 

Por necesidad armada en los pantanos de las agencias de publicidad, tendremos salivaciones y temblores espasmódicos ante las vitrinas de los centros comerciales, orgasmos visuales intempestivos, tarjetas para endeudarnos con pasión y un correo electrónico por dirección de casa… y casa. 
 
Un día de estos cerrarán las escuelas públicas y cada uno podrá ser lo ignorante que le venga en gana, tendremos hijos con el futuro asegurado en la oferta y la demanda del libre tránsito de la banalidad televisada, tendremos telenovelas de noche, de mañana, al mediodía telenovelas guisadas y como postre, dulces telenovelas con el remarketing asegurado, gracias a la efectividad de una teleaudiencia bien entrenada, en eso de la estupidez ilustrada. 

 
No harán falta hospitales, ni doctores, sólo habrán diputados y senadores más analfabetas que los de hoy, pero expertos en brujería y otros dones metafísicos, como por ejemplo decir discursos para hacer que saben en su sabio ignorar.


Habrá un Papa más papista que el Papa, él pasará revista a las almas en un sitio interactivo por cobrar, no habrán pedófilos con sotana, ni curitas subversivos latinoamericanos, pues como no hay escuelas no hará falta quien meta miedo de pecados y cuentas de Dios en los paraísos fiscales del infierno, ni en los terrenales bancos del opus dei, tampoco habrá necesidad de curas rojos, comunistas hijos de madre, de esos que repiten que a Jesús lo crucificó el imperio romano. Toda la cosa espiritual, se podrá adquirir en un programa ideado por Bill Gates u otro proletario intelectual, de los americanos de New York.
 
Un día de estos un hipnotista en cadena mundial será contratado para hacer dormir a todos los pueblos, pero por equivocación los pondrá a soñar que están despiertos, hasta ese día el mundo será desconocido. 

 
No vengo a decir que un día de estos puede ocurrir lo que está ocurriendo, mucho menos a decir que todo está bien en estos días de malas horas, sólo quiero que nos pongamos a pensar si todo va también, si el sistema es tan eficiente ¿para qué necesita ocultar lo que ocurre en el mundo real, tras el velo virtual de noticias, que son publicidad de una inexistente felicidad vendida en cuotas de golpes y pelotas?

 
Soy Carlos Manuel Cadenas Mendoza, ciudadano de una tierra sin amo.


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Extraído del muro de  Carlos Manuel Cadenas Mendoza en Facebook
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