jueves, 31 de enero de 2013

Sistema de Creencias - Omar Paladini


Aquello que se presenta ante nuestros ojos como “la realidad”, es creencia pura.

No se nos presenta como “yo creo en...”, sino como “la realidad misma indiscutible”.

Esas creencias son como los cimientos de una casa, la sostienen, pero a ellos, a los cimientos no los vemos.

Así ocurre con las creencias de fondo de nuestra mente. Tenemos que cavar, que profundizar en nosotros mismos para poder verlas.

Ese mismo cavar, debilita toda la estructura montada sobre ellas.

Debilita ese sistema de relaciones de todo lo que estructuramos como “la realidad”, la pone en duda.

Y cuanto más apegados estemos a ese sistema de creencias, más nos sentiremos debilitados al desestructurarse estas.

En esa brecha que se abre, un nuevo sistema de creencias se ira estructurando, en la medida en que sea superador del anterior.
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martes, 29 de enero de 2013

Psicología - Rescate de la Palabra - Michel Foucault

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Psicología - Rescate de la Palabra - Michel Foucault  - “Cuida de ti mismo”  


Pocos meses antes de la muerte de Michel Foucault, en 1984, se publicó por primera vez esta entrevista donde –en diálogo con el filósofo cubano Raúl Fornet-Betancourt– explicó y aclaró errores sobre conceptos centrales de su investigación: la noción de “cuidado de sí mismo”, los “juegos de verdad”, las “prácticas de libertad”, la diferencia entre poder y dominación, y más.

Por Raúl Fornet-Betancourt, Helmut Becker y Alfredo Gómez-Muller *


– ¿Se ha producido un salto entre su problematización anterior y la actual, a partir del concepto de “cuidado de uno mismo”?

 

– El problema de las relaciones existentes entre el sujeto y los juegos de verdad yo lo había enfocado, o bien a partir de prácticas coercitivas, tales como la psiquiatría y el sistema penitenciario, o bien bajo la forma de juegos teóricos o científicos, tales como el análisis de las riquezas, del lenguaje o del ser viviente. 

En mis cursos en el Colegio de Francia he intentado captar este problema a través de lo que podría denominarse una práctica de sí mismo que a mi juicio es un fenómeno importante en nuestras sociedades desde la época greco-romana, pese a que no haya sido estudiado. 

Estas prácticas de sí mismo tuvieron en la civilización griega y romana una importancia, y sobre todo una autonomía, mucho mayores de lo que tuvieron posteriormente, cuando se vieron asumidas en parte por instituciones religiosas, pedagógicas, de tipo médico y psiquiátrico –contestó Michel Foucault.

 

– Se trata de un trabajo de uno sobre sí mismo que puede ser comprendido como una determinada liberación, como un proceso de liberación. 


– Tendríamos que ser en lo que se refiere a esto un poco más prudentes. Siempre he desconfiado un tanto del tema general de la liberación, en la medida en que, si no lo tratamos con algunas precauciones y en el interior de determinados límites, se corre el riesgo de recurrir a la idea de que existe una naturaleza o un fondo humano que se ha visto enmascarado, alienado o aprisionado en y por mecanismos de represión como consecuencia de un determinado número de procesos históricos, económicos y sociales. 

Si se acepta esta hipótesis, bastaría con hacer saltar estos cerrojos represivos para que el hombre se reconcilie consigo mismo, para que se reencuentre con su naturaleza o retome el contacto con su origen y restaure una relación plena y positiva consigo mismo. Me parece que este planteamiento no puede ser admitido así sin más, sin ser previamente sometido a examen. 

Con esto no quiero decir que la liberación, o mejor, determinadas formas de liberación, no existan: cuando un pueblo colonizado intenta liberarse de su colonizador, estamos ante una práctica de liberación en sentido estricto. 

Pero sabemos muy bien que, también en este caso concreto, esta práctica de liberación no basta para definir las prácticas de libertad que serán a continuación necesarias para que este pueblo, esta sociedad y estos individuos puedan definir formas válidas y aceptables de existencia o formas mas válidas y aceptables en lo que se refiere a la sociedad política. 

Por esto insisto más en las prácticas de libertad que en los procesos de liberación que, hay que decirlo una vez más, tienen su espacio, pero que no pueden por sí solos, a mi juicio, definir todas las formas prácticas de libertad. 

Nos encontramos ante un problema que me he planteado precisamente en relación con la sexualidad: ¿tiene sentido decir “liberemos nuestra sexualidad”? ¿El problema no consiste más bien en intentar definir las prácticas de libertad a través de las cuales se podría definir lo que es el placer sexual, las relaciones eróticas, amorosas y pasionales con los otros? 

Este problema ético de la definición de las prácticas de libertad me parece mucho más importante que la afirmación, un tanto manida, de que es necesario liberar la sexualidad o el deseo.

 

– ¿El ejercicio de las prácticas de libertad no exige un cierto grado de liberación? 

– Sí, por supuesto. Por eso hay que introducir la noción de dominación. 

Los análisis que intento hacer se centran fundamentalmente en las relaciones de poder. Y entiendo por relaciones de poder algo distinto a los estados de dominación. 

Las relaciones de poder tienen una extensión extraordinariamente grande en las relaciones humanas. 

Ahora bien, esto no quiere decir que el poder político esté en todas partes, sino que en las relaciones humanas se imbrica todo un haz de relaciones de poder que pueden ejercerse entre individuos, en el interior de una familia, en una relación pedagógica, en el cuerpo político, etcétera. 

El análisis de las relaciones de poder constituye un campo extraordinariamente complejo. Y este análisis se encuentra a veces con lo que podemos denominar hechos o estado de dominación, en los que las relaciones de poder, en lugar de ser inestables y permitir a los diferentes participantes una estrategia que las modifique, se encuentran bloqueadas y fijadas. 

Cuando un individuo o un grupo social consigue bloquear un campo de relaciones de poder haciendo de estas relaciones algo inmóvil y fijo e impidiendo la mínima reversibilidad de movimientos –mediante instrumentos que pueden ser tanto económicos como políticos o militares–, nos encontramos ante lo que podemos denominar un estado de dominación. 

Es cierto que en una situación de este tipo las prácticas de libertad no existen o existen sólo unilateralmente, o se ven recortadas y limitadas extraordinariamente. 

Estoy de acuerdo con usted en que la liberación es en ocasiones la condición política o histórica para que puedan existir prácticas de libertad. 

Si consideramos, por ejemplo, la sexualidad, es cierto que han sido necesarias una serie de liberaciones en relación con el poder del macho, que ha sido preciso liberarse de una moral opresiva que concierne tanto a la heterosexualidad como a la homosexualidad: pero esta liberación no permite que surja una sexualidad plena y feliz en la que el sujeto habría alcanzado al fin una relación completa y satisfactoria. 

La liberación abre un campo a nuevas relaciones de poder que hay que controlar mediante prácticas de libertad.

 

–¿No podría la liberación en sí misma ser un modo o una forma de práctica de la libertad? 


– Sí, así es en un determinado número de casos. Existen casos en los que la liberación y la lucha de liberación son indispensables para la práctica de la libertad. 

 En lo que se refiere a la sexualidad, por ejemplo –y lo digo sin ánimo de polemizar, ya que no me gustan las polémicas–, creo que en la mayor parte de los casos son infecundas. Existe un esquema reichiano, derivado de una cierta forma de leer a Freud, que supone que el problema es sólo de liberación. 

Para decirlo un tanto esquemáticamente, existiría el deseo, la pulsión, la prohibición, la represión, la interiorización, y el problema se resolvería haciendo saltar todas estas prohibiciones, es decir, liberándose. 

En este planteamiento –y soy consciente de que caricaturizo posiciones más interesantes y matizadas de numerosos autores– está totalmente ausente el problema ético de la práctica de la libertad: ¿Cómo se puede practicar la libertad? En lo que se refiere a la sexualidad, es evidente que es sólo a partir de la liberación del propio deseo como uno sabrá conducirse éticamente en las relaciones de placer con los otros.

 

– Usted dice que es necesario practicar la libertad éticamente.


– Sí, porque en realidad ¿qué es la ética sino la práctica de la libertad, la práctica reflexiva de la libertad? 

La libertad es la condición ontológica de la ética; pero la ética es la forma reflexiva que adopta la libertad.

 

– ¿Es la ética aquello que se lleva a cabo en el cuidado de uno mismo? 


– El cuidado de uno mismo ha sido, en el mundo greco-romano, el modo mediante el cual la libertad individual, o hasta cierto punto la libertad cívica, ha sido pensada como ética. Si usted consulta toda una serie de textos que van desde los primeros diálogos platónicos hasta los grandes textos del estoicismo tardío –Epicteto, Marco Aurelio, etcétera– podrá comprobar que este tema del cuidado de uno mismo ha atravesado realmente toda la reflexión moral. 

Es interesante ver cómo en nuestras sociedades, por el contrario, el cuidado de uno mismo se ha convertido, y es muy difícil saber exactamente desde cuándo, en algo un tanto sospechoso. 

Ocuparse de uno mismo ha sido, a partir de un determinado momento, casi espontáneamente denunciado como una forma de egoísmo o de interés individual en contradicción con el interés que es necesario prestar a los otros o con el necesario sacrificio de uno mismo. 

Esto ha tenido lugar durante el cristianismo, pero no me atrevería a afirmar que se deba pura y simplemente al cristianismo. La cuestión es mucho más compleja porque en el cristianismo procurar la salvación es también una manera de cuidar de uno mismo. 

Pero la salvación se efectúa en el cristianismo a través de la renuncia a uno mismo. Se produce así una paradoja del cuidado de sí en el cristianismo, pero éste es otro problema. 

Para volver a la cuestión que usted planteaba, creo que entre los griegos y los romanos, sobre todo entre los griegos, para conducirse bien, para practicar la libertad como era debido, era necesario ocuparse de sí, cuidar de sí, a la vez para conocerse y para formarse, para superarse a sí mismo, para controlar los apetitos que podrían dominarnos. 

La libertad individual era para los griegos algo muy importante: no ser esclavo (de otra ciudad, de los que os rodean, de los que os gobiernan, de vuestras propias pasiones) era un tema fundamental. La preocupación por la libertad ha sido un problema esencial, permanente, durante los ocho magnos siglos de la cultura clásica. 

Existió entonces toda una ética que ha girado en torno del cuidado de sí, lo cual proporciona a la ética clásica su forma tan particular. No pretendo afirmar con esto que la ética sea el cuidado de sí, sino que, en la Antigüedad, la ética, en tanto que práctica reflexiva de la libertad, ha girado en torno de este imperativo fundamental: “cuida de ti mismo”.

 

– Imperativo que implica la asimilación de los logoi, de las verdades. 


– Sin duda, uno no puede cuidar de sí sin conocer. El cuidado de sí es el conocimiento de sí –en un sentido socrático-platónico–, pero es también el conocimiento de un cierto número de reglas de conducta o de principios que son a la vez verdades y prescripciones. 

Se trata de operar de tal modo que estos principios os digan en cada situación y en cierto modo espontáneamente, cómo tenéis que comportaros. Encontramos aquí una metáfora que no proviene de los estoicos sino de Plutarco, que dice: 

“Es necesario que hayáis aprendido los principios de una forma tan constante que, cuando vuestros deseos, vuestros apetitos, vuestros miedos se despierten como perros que ladran, el Logos hable en vosotros como la voz del amo que con un solo grito sabe acallar a los perros. 

Es ésta la idea de un Logos que en cierto modo podrá funcionar sin que vosotros tengáis que hacer nada: vosotros os habréis convertido en el Logos o el Logos se habrá convertido en vosotros mismos”.

 

– Podríamos volver a la cuestión de las relaciones entre la libertad y la ética. Cuando usted afirma que la ética es la parte reflexiva de la libertad ¿quiere decir que la libertad puede cobrar conciencia de sí misma como práctica ética? ¿Es en su conjunto y siempre una libertad por decirlo así moralizada, o es necesario un trabajo sobre sí mismo para descubrir esta dimensión ética de la libertad? 


– Los griegos, en efecto, problematizaban su libertad, la libertad del individuo, para convertirla en un problema ético. Pero la ética en el sentido en que podían entenderla los griegos, el ethos, era la manera de ser y de conducirse. Era un cierto modo de ser del sujeto y una determinada manera de comportarse que resultaba perceptible a los demás. 

El ethos de alguien se expresaba a través de su forma de vestir, de su aspecto, de su forma de andar, a través de la calma con la que se enfrentaba a cualquier suceso, etc. En esto consistía para ellos la forma concreta de la libertad: es así cómo problematizaban su libertad. 

El que tiene un ethos noble, un ethos que puede ser admirado y citado como ejemplo, es alguien que practica la libertad de una cierta manera. No creo que sea necesaria una conversión para que la libertad sea pensada como ethos, sino que la libertad es directamente problematizada como ethos. 

Pero para que esta práctica de la libertad adopte la forma de un ethos que sea bueno, bello, honorable, estimable, memorable, y que pueda servir de ejemplo, es necesario todo un trabajo sobre sí mismo.
 

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* Fragmentos de una entrevista con Michel Foucault realizada el 20 de enero de 1984. Publicada en la revista Concordia 6 (1984) 96-116. La versión completa puede consultarse en http://www.topologik.net/Michel_Foucault.htm, bajo el título “La ética del cuidado de uno mismo como práctica de la libertad”.
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Extraído de: http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-212463-2013-01-24.html

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¿A qué tipo pertenezco? - Osho

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¿A qué tipo pertenezco? - Osho



 









__ Osho, al estar uno fluctuando entre ambos tipos, el emocional y el intelectual, ¿cómo se puede llegar a una conclusión sobre a qué tipo se pertenece?

__ Es difícil. Lo primero: hay tres tipos fundamentales. El intelectual, cognitivo; el emocional, emotivo; y en tercer lugar el activo. Esos son los tres tipos básicos.

«Intelectual» significa uno cuya auténtica urgencia es el saber. Pone en juego su vida por saber. 

Alguien que esté trabajando con venenos puede ingerir el veneno por conocer que es lo que sucederá. Es incapaz de imaginárselo. Aparece como estúpido porque morirá. Y ¿qué importancia tiene el saber algo si vas a morir? ¿Qué es lo que vas a hacer con este conocimiento? 

Pero el tipo intelectual coloca el conocimiento por encima del vivir, por encima de la vida. El saber es vital para él. No saber es su muerte. El saber es su amor; no saber es ser inútil.

Un Sócrates, un Buda, un Nietzsche están en busca del saber lo que es el ser, de saber qué es lo que somos. Para ellos esto es básico. 

Sócrates dice que la vida sin ser comprendida no vale la pena ser vivida. Si no sabes lo que es la vida, ésta carece de sentido. 

Para nosotros puede que no tenga sentido; esta frase puede que no nos parezca significativa, porque vivimos y no sentimos la necesidad de saber lo que es la vida. 

Este el tipo que vive por saber. El saber es su amor. Este tipo desarrolló la filosofía. Filosofía quiere decir amor por el saber, por el conocer.
El segundo tipo es el emotivo. ¡Sentir! El saber no tiene sentido a menos que uno lo sienta. 

Una cosa adquiere un sentido para ellos sólo cuando uno la siente. ¡Uno debe sentirla! El sentimiento funciona a través de un centro más profundo, el corazón. El saber es a través del primer centro, el intelecto. ¡Uno debe sentir! 

Los poetas pertenecen a esta categoría, los pintores, los bailarines, los músicos. El saber no es suficiente. Es árido,no tiene corazón, carece de corazón. ¡Sentir! 

Por eso un intelectual podrá diseccionar una flor para saber lo que es, pero un poeta no podrá. Puede amarla, ¿y cómo puede el amor diseccionar? Puede sentirla y sabe que sólo a través del sentir aparece el auténtico conocimiento.

Puede que un científico sepa más de una flor, pero aún así un poeta no puede ser convencido de que el otro sabe más. 

Un poeta sabe que él sabe más y que conoce más en profundidad. Un científico sólo está informado; el poeta sabe de corazón a corazón, tiene una charla con la flor de corazón a corazón. No la ha diseccionado. No conoce cuál es su química. ¡No la conoce! Puede que no conozca ni el nombre, o a qué especie pertenece esa flor, pero dice, «Conozco su auténtico espíritu».
A Hui-Hai, un pintor zen, el Emperador de la China le encargó que pintara algunas flores para su palacio. Hui-Hai dijo, «Entonces tendré que vivir con las flores».

Pero el Emperador le dijo, «No hay porqué. En mi jardín están toda clase de flores. ¡Ve y pinta!»

Hui-Hai dijo, «A menos que sienta las flores, ¿cómo voy a poder pintarlas? He de conocer su espíritu. ¿Y cómo voy a conocer el espíritu a través de los ojos? ¿Y cómo puede tocarse el espíritu con las manos? 

Por eso tendré que vivir íntimamente con ellas. A veces, con los ojos cerrados, sentado a su lado, percibiendo el aroma que comunica, percibiendo el perfume que llega, puedo permanecer en una silenciosa comunión con ellas. 

A veces la flor es sólo un capullo, a veces la flor florece. A veces la flor es joven y su humor es distinto, y a veces la flor se vuelve vieja y le ronda la muerte. Y a veces la flor es feliz y gozosa, y a veces la flor está triste. ¿Cómo voy simplemente a ir y pintar? Tengo que vivir con las flores. 

Y esa flor que nació, un día morirá. Debo conocer toda su biografía. Debo vivir con ella desde su nacimiento hasta su muerte, y debo percibirla en su multiplicidad de estados.

He de percibir cómo se siente por la noche con la oscuridad rondándola, y cómo se siente por la mañana cuando el sol ha salido, y cómo cuando un pájaro vuela y otro canta; cómo se siente la flor entonces. Cómo se siente cuando llegan los vientos tormentosos, y cómo se siente cuando todo está silencioso... 

Debo conocerla en su multiplicidad de ser, íntimamente, como un amigo, como un participante, como un espectador, como un amante. ¡He de relacionarme con ella! Unicamente entonces puedo pintarla y así y todo no puedo prometer nada porque una flor es una cosa tan vasta que puede que no sea capaz de pintarla. Por eso no puedo prometer nada, sólo puedo intentarlo».

Pasaron seis meses y el Emperador se puso impaciente. Entonces preguntó, «¿Dónde está ese Hui-Hai? ¿Está todavía tratando de estar en comunión?»

El jardinero contestó, «No podemos molestarle. Ha intimado tanto con los árboles que, a veces, al pasar junto a su lado no sentimos que haya allí un hombre. Se ha convertido en un árbol. Sigue en contemplación».

Habían pasado seis meses. El Emperador llegó y dijo, «¿Qué estás haciendo? ¿Cuándo vas a pintar?»

Hui-Hai dijo, «No me molestes. Si tengo que pintar debo olvidarme del pintar completamente. ¡No me lo recuerdes de nuevo! ¡No me molestes! ¿Cómo voy ha vivir en intimidad si albergo algún propósito? ¿Cómo va a ser posible la intimidad si permanezco aquí como pintor y tratando de intimar únicamente porque he venido a pintar? ¡Qué tontería! 

No hay lugar para negocios aquí; no vuelvas otra vez. Cuando llegue el momento vendré por mí mismo, pero no puedo prometerlo. Puede que el momento adecuado llegue o puede que no llegue».

Y durante tres años el Emperador esperó. Entonces Hui-Hai se presentó. Se presentó en la corte real y el Emperador dijo, «Ahora no la pintes porque te has vuelto como una flor. Veo en ti todas las flores que he visto. En tus ojos, en tus gestos, en tu andar, en tu movimiento, te has vuelto como una flor».
 
Hui-Hai dijo, «He venido para decirte que no puedo pintar porque el hombre que deseaba pintar ha desaparecido».
 
Este es un modo distinto; es el del tipo emotivo que conoce a través del sentimiento. Para el tipo intelectual, incluso para sentir tiene que conocer primero. El conoce primero, luego puede sentir. Su sentimiento es a través del conocer.
 
Luego hay un tercer tipo: el activo, un tipo creativo. No puede permanecer en el saber o en el sentir. Tiene que crear. Puede saber únicamente a través de la creación. A menos que cree algo, es incapaz de saber. Sólo siendo un creador llega a ser un conocedor.

Este tercer tipo vive en la acción. ¿Qué es lo que quiero decir con acción? Son posibles muchas dimensiones, pero este tercer tipo siempre está orientado hacia la acción. No preguntará qué es lo que es la vida, qué es lo que significa. 

Preguntará, «¿Qué es lo que hace la vida? ¿Para que sirve? ¿Qué crea?» Si puede crear, es feliz. Sus creaciones son varias, puede ser un creador de seres humanos, puede ser el creador de una sociedad, puede ser el creador de una pintura, pero la creatividad está allí. 

Por ejemplo, este Hui-Hai no era del tipo activo por eso se disolvió en el sentimiento de totalidad. Si hubiera sido del tipo activo, hubiera pintado. Unicamente con el pintar se hubiera realizado. Esos son los tres tipos.

Se han de entender muchas cosas. Una: dije que Buda y Nietzsche pertenecen al primer tipo, pero Buda le pertenece verazmente y Nietzsche en forma errónea. 

Si un tipo intelectual se desarrolla verdaderamente se convierte en un Buda, pero si sigue un camino equivocado, si se pierde y yerra el objetivo, se vuelve un Nietzsche. Enloquece. 

A través del saber no se convertirá en un Alma Realizada. ¡A través del saber enloquecerá! Mediante el saber no alcanzará una confianza ciega. Con el saber seguirá creando dudas, dudas, dudas y por último, atrapado en sus propias dudas, se volverá loco. 

Buda y Nietzsche pertenecen al mismo tipo, pero son los dos extremos. Nietzsche puede convertirse en un Buda, Buda puede convertirse en un Nietzsche. Si un Buda yerra, se volverá loco. Si un Nietzsche acierta, se convertirá en un Alma Realizada.

Del tipo emocional citaré a Meera y De Sade. Meera pertenece correctamente a este tipo. Si el sentimiento se desarrolla acertadamente se convierte en un amor a lo Divino, pero si lo hace erróneamente, se convierte en perversidad sexual. De Sade pertenece al mismo tipo, pero este sentimiento se despliega de forma equivocada y entonces se convierte en un hombre pervertido, anormalmente loco. 

Si el tipo emocional se desarrolla equivocadamente se vuelve sexualmente pervertido. Si el tipo intelectual se desarrolla equivocadamente, se vuelve escépticamente loco.
 
Y, en tercer lugar, la acción. Hitler y Gandhi pertenecen al tercer tipo. Si evoluciona correctamente, surge un Gandhi. Si se desarrolla equivocadamente, surge un Hitler. Ambos pertenecen a la acción. No pueden vivir sin hacer algo. 

Pero el hacer puede ser una locura y un Hitler está loco. El actuaba, pero su hacer se volvió destructivo. Si el tipo creativo se despliega adecuadamente se vuelve creativo; si equivocadamente, se vuelve destructivo.
Esos son los tres tipos básicos puros. Pero nadie es un tipo puro; esa es la pega. ¡Esos son sólo tipos! 

Nadie es un tipo puro, todo el mundo es una mezcla. Y esos tres están en cada uno. Por eso, realmente no es cuestión de a que tipo perteneces; el punto a considerar es cuál es el tipo predominante. Tan sólo para poder explicártelo los he dividido. 

Nadie es un tipo puro, nadie puede serlo porque los tres están en ti. Si los tres están equilibrados, eres armonioso; si los tres están desequilibrados, entonces te vuelves loco, te desestabilizas. Esa es la dificultad al decidir. Decide pues cuál es el dominante, cuál es tu tipo.
 
¿Cómo decidir cuál es el dominante? ¿Cómo saber a qué tipo pertenezco o cuál es el tipo más significativo para mí, el más fundamental para mí? Los tres estarán presentes, pero uno será secundario. 

Hay dos criterios que han de recordarse. Uno, si eres del tipo cognitivo, todas tus experiencias comenzarán básicamente por el saber, nunca con alguna otra cosa. 

Por ejemplo, si un tipo cognitivo se enamora de alguien, no se podrá enamorar a primera vista. ¡Es incapaz! ¡Imposible! Primero ha de saber, debe entrar en contacto, y esto implica un largo proceso. La decisión puede llegar sólo a través de un proceso cognitivo. 

Por eso es que este tipo de gente siempre se pierde muchas oportunidades, porque se necesita una decisión instantánea y este tipo no puede decidir en un instante.
 
Por eso este tipo, por lo general, nunca es activo. No puede serlo porque cuando ha alcanzado alguna conclusión, el momento ha pasado. Mientras está pensando, el momento ha pasado. Cuando alcanza una conclusión, la conclusión no tiene sentido. Cuando era el momento preciso para obtenerla, no pudo. Así que no puede ser activo. 

Y esa es una de las calamidades del mundo, que esos que son capaces de pensar no pueden ser activos, y esos que pueden ser activos son incapaces de pensar. Esa es una de la calamidades fundamentales, pero es así.
 
Y recuerda siempre que son muy pocos los que pertenecen al tipo intelectual. El porcentaje es ínfimo, dos o tres por ciento. Para ellos todo comienza con el saber. Unicamente entonces viene el sentir y por último el actuar. Esta será la secuencia con los de este tipo: saber, sentir, actuar. Puede que llegue tarde, pero no puede ser de otra forma. Primero ha de pensar.
 
La segunda cosa a recordar es que para el tipo cognitivo todo comenzará con saber, nunca concluirá antes de saber y no extraerá prejuicio alguno a menos que los pros y contras hayan sido establecidos. Este tipo se convierte en el científico. Este tipo puede convertirse en un filósofo imparcial, en un científico, en un observador.

Por eso sea cual sea tu reacción, tu acción, descubre por dónde comienza. El inicio determinará qué predomina. Uno que pertenece a la emoción empezará primero por sentir y luego agrupará todos los razonamientos. El razonar será secundario. Empezará primero por sentir. 

El te ve y decide en su corazón si eres bueno o malo. Esta es una decisión emocional. No sabe nada sobre ti, pero a primera vista decidirá. Percibirá si eres bueno o si eres malo y luego irá acumulando las razones por las que ha decidido de antemano.

El tipo sensitivo decide primero, luego viene el razonar; luego racionaliza. Observa en ti si decides primero con sólo ver a una persona, si te sientes convencido de que es bueno, malo, amoroso, no amoroso, y luego creas razones, luego intentas convencerte a ti mismo de tus propios sentimientos: 

«Sí, estaba en lo cierto. Es bueno y esas son las razones. Lo sabía. Lo he verificado. He hablado con los demás. Ahora puedo afirmar que es bueno». Pero este «es bueno» fue una primera conclusión.
Por eso con un tipo emocional el silogismo de la lógica es totalmente inverso: la conclusión llega primero, luego el proceso. 

Con el tipo argumentativo, la conclusión nunca va en primer lugar. Primero va el proceso, y al final la conclusión. 

Sigue pues indagando sobre ti mismo. ¿Cuál es tu forma de decidir las cosas? 

Con el tipo activo, la acción es lo primero. El decide actuar al instante, luego comienza a sentir y por último crea las razones.

Dije que Gandhi es del tipo activo. El decide primero. Por eso es por lo que afirma, «Esta no es mi decisión. Dios ha decidido por mí» 

En realidad, la acción se le presenta tan de súbito, sin ningún proceso, que no puede más que preguntarse, «¿He decidido yo?» 

Uno del tipo cognitivo siempre dirá, «Yo lo he decidido». 

Uno del tipo emocional dirá siempre, «Siento que es así». 

Pero un tipo activo, un Mahoma, un Gandhi, dirá siempre, «Ni lo he sentido, ni lo he pensado. Esta decisión me ha llegado». ¿De dónde? ¡De ninguna parte! Si no cree en Dios dirá, «¡De ninguna parte! 

Esta decisión ha surgido en mí. No sé de dónde procede».

Si cree en Dios, entonces Dios se convierte en el que toma las decisiones. Entonces El es el que lo dice todo y Gandhi lo ejecuta. Por eso Gandhi sólo puede decir, «Me equivoqué, pero la decisión no fue mía». Puede afirmar, «Puede que no lo haya seguido al pie de la letra, puede que no haya comprendido el mensaje correctamente, puede que no haya perseverado tanto como debiera, pero la decisión fue Divina. Yo únicamente tuve que seguirla. Sólo tuve que entregarme y seguirla». Para Mahoma, para Gandhi, ese es el sistema.

Dije que Hitler era de un cierto tipo aunque equivocado, pero él también habla en esos términos. 

También dice, «No es Adolfo Hitler el que está hablando. Es el auténtico espíritu de la historia. Es la totalidad de la mente Aria. Es la mente de la raza la que habla a través mío». 

Y, en verdad, muchos lo sintieron así. Aquellos que escucharon a Adolfo Hitler sintieron que el que estaba hablando no era en absoluto Adolfo Hitler. Era como si él fuese el vehículo de una fuerza superior. El hombre activo siempre aparece así. Debido a que actúa tan rápidamente no puedes decir que sea él el que decide, el que piensa, el que siente. ¡No! ¡El actúa! Y la decisión es tan espontánea que ¿cómo vas a imaginarte de dónde proviene? Viene o bien de Dios o bien del Diablo, pero viene de algún lugar. Y posteriormente tanto Hitler como Gandhi podrán razonar sobre ello, pero primero actuarán.

Por ejemplo, Gandhi decidió hacer un largo ayuno. A media noche se despertó y entonces lo decidió. Luego, por la mañana, les dijo a sus amigos, «Voy a iniciar un largo ayuno».

Nadie podía comprender lo que estaba diciendo. Le dijeron, «Hemos estado a tu lado, nunca nos informaste, nunca nos hablaste de esto. Por la noche estuvimos hablando de muchas cosas y no mencionaste para nada este tema».
 
Pero Gandhi dijo, «No dependía de mí, la decisión no dependía de mí. Por la noche el sueño desapareció. De repente me encontré despierto y con un mensaje Divino de que debía iniciar un largo ayuno». Pero, ¿para qué? Luego Gandhi descubre todas las razones. Esas razones son añadidas con posterioridad.
 
Esos son los tres tipos. Si la acción es lo que se presenta en primer lugar y luego el sentir y luego el pensar, puedes determinar cuál es tu factor predominante. 

Y determinar ese factor predominante es de gran ayuda porque entonces puedes proceder directamente, de otra forma tu progreso siempre será zigzagueante. 

Cuando no sabes a qué tipo perteneces sigues innecesariamente direcciones, dimensiones en las que no deberías ir. 

Cuando conoces tu tipo, sabes lo que tienes que hacer contigo mismo, como hacerlo, por dónde empezar. Lo primero es: recuerda qué es lo que surge primero y qué es lo que surge en segundo lugar.
 
Lo segundo te parecerá muy extraño. Por ejemplo, el tipo activo puede ejecutar lo opuesto muy fácilmente, eso es, puede relajarse fácilmente. ¡El tipo activo es capaz de relajarse muy fácilmente! La relajación de Gandhi era milagrosa. Era capaz de relajarse en cualquier parte. Parece paradójico. Un tipo activo debe de estar tan tenso que debe de ser incapaz de relajarse. Pero este no es el caso. 

Unicamente un tipo activo es capaz de relajarse con mucha facilidad. Un tipo cognitivo no puede relajarse tan fácilmente, un tipo emocional encuentra todavía más difícil el relajarse, pero un tipo activo es capaz de relajarse muy fácilmente.
De modo que el segundo criterio es que sea cual sea el tipo al que pertenezcas, serás capaz de moverte hacia el opuesto muy fácilmente. Recuerda pues: si puedes irte al opuesto, éste es tu tipo predominante. 

Si eres capaz de relajarte muy fácilmente, perteneces al tipo activo. Si puedes dejar de pensar, quedarte sin pensamientos con facilidad, perteneces al tipo cognitivo. Si puedes sentirte ausente de sentimientos muy fácilmente, perteneces al tipo emocional.
Y esto es extraño porque por lo común pensamos, «Un tipo emocional, ¿cómo va a poder permanecer sin emociones? Un tipo cognitivo, ¿cómo va a poder quedarse sin pensar? Un tipo activo, ¿cómo va a poder dejar de actuar?» Pero sólo parece paradójico. No lo es. 

Es una de la leyes fundamentales la de que los opuestos se corresponden, los dos extremos se juntan, tal como un péndulo de un gran reloj, tal y como el péndulo va hacia el extremo izquierdo, luego se dirige al derecho. Y cuando ha llegado al extremo derecho empieza a dirigirse hacia el izquierdo. 

Cuando está yendo hacia la derecha está acumulando inercia para ir luego a la izquierda. Cuando está yendo a la derecha está acumulando inercia para ir después hacia la izquierda. Cuando está desplazándose a la izquierda, cuando parece que se está yendo a la izquierda, está preparándose para ir hacia la derecha. Así que lo opuesto es fácil.
 
Recuerda: si eres capaz de relajarte con facilidad, perteneces al tipo activo. Si eres capaz de meditar con facilidad, perteneces al tipo cognitivo. Por eso es que un Buda puede meditar con tanta facilidad. 

Por eso es que un Gandhi es capaz de relajarse con tanta facilidad, incluso en un accidente de circulación.

Ocurre un accidente de circulación y es la hora en que Gandhi se suele relajar en su siesta. Pero el coche no puede llegar al lugar de destino de modo que los que están en el coche han de esperar. Es un accidente mortal; todos están asustados y tienen miedo, pero, junto a la carretera, él se echa a dormir. 

¡No puede esperar! Es la hora de su siesta, así que se echa a dormir. Cuando otro coche llega para recogerle le encuentra profundamente dormido.

El tipo activo puede relajarse muy fácilmente. Un Nehru no puede concebir como puede suceder este milagro, es algo milagroso para él. El no es del tipo activo, es incapaz de relajarse. Gandhi puede relajarse varias veces al día. Descansaba en multitud de ocasiones. Siempre que encontraba el momento, se dormía. El dormirse le era fácil.
 
Un Buda puede quedarse sin pensar, un Sócrates puede estar sin pensar con mucha facilidad. De ordinario, parece algo difícil. Una persona que es capaz de pensar en tal grado, ¿cómo va a disolver el pensar? ¿Cómo va a entrar en el estado sin pensamientos? Todo el mensaje de Buda se centra en el no pensar, y él era del tipo cognitivo. El pensó tanto que, en realidad, su pensamiento se mantiene aún actual.

Han pasado veinticinco siglos, pero Buda pertenece aún a la mente contemporánea. Nadie pertenece durante tanto tiempo a la mente contemporánea. 

Incluso un pensador de los tiempos actuales no puede afirmar que Buda sea anticuado. Pensó con tal profundidad, con una antelación de siglos, que todavía tiene atractivo. 

Para quienquiera que sea pensador Buda posee un atractivo porque es el tipo puro. Pero su mensaje es: introdúcete en el no pensar. Aquellos que han pensado en profundidad siempre han dicho, «Penetra en el no-pensar». ¿Por qué es tan fácil para ellos? Simplemente lo hacen.
 
Y el tipo emocional puede introducirse en el no-sentir. Por ejemplo, Meera, ella es del tipo emotivo; 
Chaitanya, él es un tipo emotivo. Su sentimiento es tal que no pueden permanecer sintiendo amor hacia unas pocas personas u objetos. Han de amar al mundo entero. Este es su tipo. No pueden sentirse satisfechos con un amor limitado, el amor no ha de tener límites, ha de esparcirse hasta el infinito.

Un día Chaitanya acudió a un Maestro. El había alcanzado la Iluminación por propio derecho. Su nombre era conocido en toda Bengala, y entonces, un día, acudió a un Maestro, a un Maestro del Vedanta. Puso su cabeza a sus pies. El Maestro se sintió asustado, atemorizado, porque respetaba a Chaitanya en grado sumo. Y le dijo, «¿Por qué has acudido a mí? ¿Qué es lo que quieres? Te has realizado. No puedo enseñarte nada». Chaitanya dijo, «Ahora quiero penetra en el vairagya, el desapego. He vivido una vida de sentimiento, quiero penetrar ahora en el no-sentir. Así que, ayúdame».

Un tipo emotivo es capaz de cambiar, Chaitanya cambió. Ramakrishna era del tipo emotivo. Al final se introdujo en el Vedanta. Toda su vida fue un devoto, un adorador de la Madre, y al final se convirtió en un discípulo de un Maestro de Vedanta, Totapuri, y fue iniciado en el mundo de la ausencia de senti-miento. Y muchos le dijeron a Totapuri, «¿Cómo puedes iniciar a ese hombre, Ramakrishna? 

¡Es del tipo emocional! Para él el amor es lo único. Puede rezar, puede adorar, puede bailar, puede entrar en éxtasis. No es capaz de introducirse en el desapego, no puede trascender el reino de lo sentimientos».

Totapuri dijo, «Por eso es por lo que él puede hacerlo, y le voy a iniciar. Vosotros no podéis; él lo hará».

Así que el segundo criterio para decidir es: si eres capaz de situarte en el opuesto, eres de este tipo. 

Observa que hay al principio y luego el movimiento hacia el opuesto; esos son los dos factores. Y busca en ti constantemente. Durante veintiún días, continuamente nota esas dos cosas: primero cómo reaccionas, cuál es el comienzo, la semilla, el inicio, y luego a qué opuesto puedes irte con facilidad. 

¿Al no-pensar? ¿Al no-sentir? ¿A la no-acción? Y a los veintiún días alcanzarás la comprensión de tu tipo; del predominante, desde luego.

Los otros dos estarán presentes como sombras, ¿mmm?, porque los tipos puros no existen. No pueden existir. 

Los tres son parte de ti, sólo que uno es más significativo que el resto. Y una vez conoces qué tipo eres, tu camino se vuelve muy cómodo y fácil. 

Entonces no desperdicias tu energía. Entonces no disipas tu energía en caminos equivocados que no te corresponden. 

Por eso, descubrir el tipo de uno mismo es un requisito básico en la búsqueda espiritual. 

De no hacerlo así seguirás haciendo infinidad de cosas y crearás únicamente confusión, crearás sólo desintegración.

Eso es lo que Krishna quiere decir en el Gita con swabhav, el tipo que conforma tu naturaleza. Por eso dice que es mejor morir sin tener éxito permaneciendo en el propio tipo que tener éxito con el tipo de otro. 

Es mejor ser un fracasado, incluso ser un fracasado según el propio tipo, que ser un triunfador de acuerdo con el tipo de otro, porque este éxito se convertirá en una carga, un fardo, un peso muerto. 

Incluso el fallar según tu propia naturaleza es algo bueno, porque este fallo te enriquecerá. 

Madurarás con él, aprenderás con él, te desarrollarás con él. 

Por eso un fracaso es algo bueno si concuerda con el tipo de uno.
Descubre a qué tipo perteneces o cuál es tu tipo predominante. 

Luego, de acuerdo con este tipo, empieza a trabajar. 

La tarea será más llevadera y la meta más cercana. 

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La Alquimia Suprema - Volumen 1
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miércoles, 23 de enero de 2013

Una palabra - Nicolás Rigaudi


Una palabra - Nicolás Rigaudi




















Ando buscando una palabra
Una palabra precisa
más que una palabra
un artefacto
que accione
mecanismos
en quien la escuche
y en quien la nombre

más que una palabra
ando buscando
una piedra de toque
una piedra angular
que al mencionarla haga temblar
toda la montaña
y saque de la modorra
a la compañerada

Ando buscando
Golpeo despacito en las paredes
que responden, susurran
y anoto sus respuestas
las pruebo, las pongo en práctica,
y anoto tambien sus consecuencias
sus avalanchas

las anoto en mi cuadernito
de tapas duras forradas con papel araña

y amontono respuestas
conjugaciones
imágenes
sonoridades
texturas
aromas
sensaciones
que dejan las palabras
suspendidas en el espacio
como una estela
o la cola del cometa
cuando las nombro

y persigo a las personas
de cerca
me vuelvo su sombra
si en su rostro veo el brillo de un término
que se acerca a lo que busco

jóvenes y viejos
da lo mismo
basta con conocerles
la picadura del bichito
para empezar a perseguirlos

por las noches
panza arriba
en el pasto de una plaza
escucho las sinrazones de los locos
y mendigos
que razonan entre diálogos bifurcados
y meto entonces la mano
dentro de ese nuevo diccionario
con la idea fija
de encontrar lo menos pensado

Mientras tanto
En un galpón viejo
vengo amontonando
miles de respuestas oxidadas
junto a la carcaza de un viejo renault 6
celeste, azul quien sabe

Cuenta un viejo del barrio
que entre el desorden ancestro
de ese espacio
anda boyando
una pastilla de cianuro
y que en su interior
anida una palabra mágica
una de esas que atesoran el encanto

pero dice este mismo amigo
que es preferible seguir viviendo
y buscando
porque lo más hermoso
lo más humano
no puede ser nombrado

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Extraído de:  http://www.guison.wordpress.com/2013/01/23/una-palabra/
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