miércoles, 22 de enero de 2014

El Libro del Dios Viviente - Bô Yin Râ

 
Título del original alemán “Das Buch vom lebendigen Gott“

Traducción de Eduardo Cicari, Buenos Aires, año 2001,

sobre la no modificada, nueva y ampliada versión del año 1927

editada por Kobersche Verlagsbuchhandlung AG, Bern.

Corta Biografía del Autor

Bô Yin Râ, autor de más de 30 libros, de numerosos escritos y obras pictóricas, es el nombre espiritual de Joseph Anton Schneiderfranken, nacido en el año 1876 en Aschaffenburg y fallecido en Massagno-Lugano en el año 1943. Estudió pintura en la ciudad de Frankfurt y en las academias de Munich, Paris y Viena, pero las experiencias en Grecia fueron determinantes para el artista, las que finalmente lo encaminaron hacia lo que él, nos trasmite en sus libros y pinturas. Sus escritos consisten en darnos valor y ayuda en medio de lo cotidiano, a pesar de todas las dificultades, a fin de que podamos encontrar el propio camino que nos conduzca hacia el ser interno viviente. Algunos comentarios suyos a modo de testimonio nos dicen: “Debo señalar que todos mis libros presentan una realidad no material desde dos perspectivas bien diferentes. Por un lado describo experiencias que he descubierto, que están al alcance de cualquiera, si bien la amplitud y profundidad de comprensión de las mismas dependerá de las facultades innatas de cada persona. Pero por otra parte, transmito también cosas que sé, en virtud de una percepción espiritual específica, diferente, no accesible a otros, de la cual, sin embargo, hablo solamente cuando dichas revelaciones son posibles y necesarias”. En otro pasaje agrega: “Brindo testimonio basado en la experiencia personal, que el hombre está enraizado en la sustancia de un campo de energía espiritual. Esta energía no puede ser percibida por órganos físicos, materiales, sino sólo por los sentidos espirituales que el hombre posee. Dentro de este campo de energía espiritual, el hombre puede despertar, como un individuo consciente, aún en su vida presente en la tierra, sin embargo, inevitablemente deberá hacerlo una vez que su existencia física haya llegado a su fin”.

Y con respecto a esta nueva edición del “Libro del Dios Viviente” nos aclara: “Esta nueva versión es comparable en cierto modo respecto de la anterior, a una, en todas sus partes construida catedral con el cuerpo del edificio al que aun le faltan las decoradas ventanas y las estatuas de los altares...” Y finaliza diciendo: “Aquí es dado a conocer un libro que realmente el mundo necesita en estos días, así lo atestiguan miles de personas con agradecimiento que han encontrado a través de su contenido, fuerza y ayuda”.

Los Editores

Muy breve comentario del traductor

Cierta tarde, a mediados de diciembre del pasado año, un buen amigo me preguntó si había leído en castellano, la primera edición del “Libro del Dios Viviente” que circulaba por Internet. Le respondí que si, agregando que me había sucedido lo de siempre cada vez que leo un texto de profundo contenido y “creo entenderlo”, pero acompañado de una cierta sensación contradictoria; paso de inmediato al párrafo siguiente convencido que éste me va a aclarar aquél, y así finalicé esa lectura, sin comprensión, es decir sin “encaje” interno. Como coincidíamos que dicha traducción era algo “incompleta”, me instó a hacer una nueva, ya que había leído la mía anterior del “Barón de Münchhausen” y le había gustado. Ese fugaz encuentro, puso en marcha la tarea, que comencé apenas obtuve el libro original, escrito en idioma alemán. Pero a medida que avanzaba en mi trabajo, cobró certeza interna la verdadera intención que finalmente me llevó a concretar el proyecto: inducir la Fe de aquellos lectores interesados y/o necesitados, en el logro de objetivos más nobles, más elevados, es decir, más profundos.

Eduardo Cicari

Buenos Aires, 26 de Diciembre de 2001

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PREFACIO

¡Que no lea este libro, quien sea devoto y creyente!

¡Que no lea este libro, quien nunca haya dudado de Dios!

Este libro está escrito para aquellas personas, quienes en duras luchas internas quisieron alcanzar a su Dios, mas no lo han logrado...

Este libro está escrito para todos aquellos, que se encuentran atrapados en las espinas de la duda...

¡A ésos les ayudará!

¡A ésos les será una guía en el Camino!

Antiquísima Sabiduría es la que aquí doy a conocer.

Los pocos, que eventualmente pudieron experimentarla, la mantuvieron en secreto desde remotos tiempos.

Sólo en épocas anteriores y ocasionalmente, sólo en momentos elegidos y únicamente a través de oscuros símbolos, se pudo hablar al mundo de ella.

Pero ahora ha llegado el momento de hablar sobre ella más claramente, luego de que desautorizadas y deformadas imágenes de esta Sabiduría, han sido y son difundidas en el mundo.

Ahora, en lo “más profundo del Oriente” se decidió abrirles a los hombres de Occidente el “cofre sagrado”, que fuera larga y cuidadosamente ocultado a los ojos profanos.

Quien aquí lo abre, está facultado para ello.

Sin embargo, al que busca, se le exige una prueba rigurosa, y nadie podrá entrar al Templo, si antes no ha superado esa prueba.

Recién entonces, y solamente desde la distancia, se le podrá mostrar al digno, lo que algún día deberá asir y comprender...

Aquello que puede ser dicho acerca de los misterios del Templo, se le dirá!

Si desean ahondar en ellos, entonces deberán prestar atención y esforzarse por experimentarlo en el interior de sí mismos.

Sólo se le manifiestan realmente a aquél, que con todas sus fuerzas logra su comprensión!

Con la “lectura” de mis palabras, poco van a lograr...

Lo que aquí deviene en palabra, debe encontrar corazones dispuestos: corazones que sepan recibirla y conservarla dentro de sí, sino la palabra habrá sido inútil!.

Ninguno, empero, puede sentar juicio alguno sobre lo válido o no válido de lo percibido, antes de haberse sometido a la exigente prueba que le es propuesta, si quiere por sí mismo penetrar en el Templo.

Sólo a aquellos que se encuentran en el interior de este Templo, les es recién posible conformar el juicio.

Aquí sólo puedo mostrar y desde afuera, lo que una vez deberá evidenciarse en el interior del entonces instruido.

Para que ello se haga evidente, es necesaria una voluntad elevada y de largo aliento, y sólo quien logre obtener esta voluntad, debe esperar dentro de sí, la confirmación de mis palabras.

¡Él encuentra el camino hacia su Dios viviente!

¡Él encuentra en sí mismo el reino del Espíritu y sus elevados poderes!

¡Su Dios “nacerá” en él mismo!

Está muy lejos de mi ánimo introducir “demostraciones”.

Si mis palabras anuncian verdad, son ustedes quienes deben comprobarlo en si mismos.

Sólo dentro de sí mismos habita aquel silencioso juez, que les confirmará lo que mi palabra les suscita...

No podrían comprender mis demostraciones o pruebas, pues no han recorrido aun, los caminos que un día, con mucho esfuerzo, tuve que recorrer.

Aquí no hay tampoco demostraciones válidas “comunes a todos”.

Aquí cada uno encuentra la prueba para él concluyente sólo dentro de sí mismo.

No les ofrezco tampoco ninguna “ciencia”, ni les anuncio ninguna “fe”.

Les muestro solamente aquello que puede ser mostrado, la Sabiduría de “lo más interno del Oriente”, acerca del alto secreto del Templo de la Eternidad.

Desearía que mi palabra los anime hacia un definitivo despertar en sí mismos, ya que ninguno de ustedes sabe aún, quién es.

Bendición y Fuerza tendrán todos aquellos, que sean de buena voluntad y posean una firme decisión.


“EL REFUGIO DE DIOS ENTRE LOS HOMBRES”

Ya en tiempos pasados, llegó desde el sol naciente una silenciosa nueva hasta Occidente, que expuso ante los ojos, en forma de imágenes de piadosa fe cristiana, una prodigiosa Comunidad de unión espiritual de sapientes realizadores, sin embargo, los hombres occidentales, no supieron interpretar tal forma que les alcanzaba.

El velo de la leyenda se tejió en torno al “Santo Grial” y su augusta “Caballería”.

Un saber lleno de consuelo devino en oscuro mito, y quedó como una piadosa poesía con un trasfondo de fábula.

Sin embargo, en nuestros días, sucedió entonces, que a través de fantasiosos y floridos relatos de aventureros mistagogos, se habló a todo el mundo de ocultos iniciados, conocedores de los secretos, que vivían en el interior del Oriente, sin embargo al mismo tiempo, el mismo mito atestiguaba en contra de sí mismo, ya que sus difusores, si bien habían tenido conocimiento de la existencia de los Ocultos, jamás habían visto a alguno, de lo contrario nunca hubiesen podido evitar suponer, que ciertos prodigiosos faquires y extraños santos que se habían encontrado, fuesen miembros de aquel círculo espiritual...

Sin embargo, en el inconsciente de muchas almas, ha prevalecido un oscuro y último presentimiento de una posible unción espiritual, en algún lugar de la tierra, con un aún oculto santuario lleno del espíritu de Dios, y así pronto, muchos se encontraron inclinados a la fe, en la esperanza de alcanzar dicha unción.

Por desgracia, buscaron por falsos caminos y aún hoy, siguen buscando por esos equívocos senderos.

De fragmentos de Sabiduría que yacían junto al camino, erigieron una extravagante obra de apariencias a la que llamaron “la ciencia” del espíritu, creyendo inocente y locamente, que el verdadero conocimiento del Espíritu de la Eternidad pudiese ser aprehendido de igual modo que el entendimiento de la ciencia terrenal.

Ellos viven como ascetas para, como dicen, “espiritualizarse”, y así se hunden en sombríos y venenosos pantanos de una “mística” que se origina en la afiebrada atmósfera de cálidas junglas tropicales; buscan percibir por todas partes, trastornados de pasión, viejas o nuevas indicaciones a fin de obtener “poderes ocultos”, creyendo poder acercarse de esta forma, a Aquellos que para todos ellos sólo les pueden ofrecer una compasiva sonrisa llena de perdón y comprensión.

Ninguno de ellos logrará pisar los pedregosos acantilados que conducen a las refulgentes y asoleadas cimas cubiertas de nieve de la “Gran Cordillera” y todos vagan por anchas y polvorientas calles hacia sombríos valles, lugares de peregrinación, profanados ya hace tiempo.

Muchos ensueñan estar ya en el camino hacia los sobrios y esclarecidos Guías en el reino del Alma, y por ello requisan los bosques a fin de descubrir un “santo”.

Otros a su vez creen que las enseñanzas religiosas de los pueblos orientales son idénticas a la Sabiduría de aquellos silenciosos y ocultos Guías...

Así pues se dicen a sí mismos, no sin razón:

“También entre nosotros ha habido en tiempos remotos videntes y sabios, también nosotros tenemos nuestros libros sagrados desde la remota antigüedad”.

“Pues lo divino es igual en todas partes”.

“¿Por qué, entonces, deberíamos nosotros, hijos de Occidente, buscar nuestra salvación solamente en el Oriente?”

Ellos hablan verdad, si sólo se tratara de aquello que todo corazón piadoso puede aprender a percibir por doquier en sí mismo, si aquí solo se tratara de aquellas antiguas enseñanzas, que todavía en Oriente son parte de las representaciones de fe; entonces, todo aquél que busca la liberación, la encontraría por sí mismo y en las sabias enseñanzas que los videntes y profetas de su pueblo les habían legado.

Pero la Sabiduría y el Obrar de aquellos silenciosos Guías, muy poco tienen que ver con las enseñanzas de los pueblos orientales, y los ocultos Auxiliadores espirituales siguen guiando, y no solo hacia aquellos cielos, que cada época se creó, como expresión de su devoto anhelo.

Los cuidadores de la antigua herencia de toda la Humanidad, son los más poderosos protectores de todo lo espiritual en el hombre, y al mismo tiempo son los verdaderos amigos del hombre terreno, llenos de comprensión y consejo.

Desde los tiempos más antiguos, han enviado Hermanos hacia todos los países de la tierra, a fin de formar centros de irradiación espiritual, allí donde fuese necesario.

De todos los pueblos, ellos han elegido, a lo largo de los tiempos, sus Hijos y Hermanos espirituales, tal como significa elegir por ley espiritual.

Todos los así elegidos, tendrán una morada en medio del Asia, como patria espiritual, sin embargo, quienes quisieran ir, no podrían encontrar la entrada, sin antes ser invitados.

Los pocos que desde los primeros tiempos, viven allí en conjunción, nunca se muestran visibles en el mundo de las pasiones externas.

Para ello, encomendaron solamente a aquellos de sus Hijos y Hermanos espirituales, “la realización” de lo que la ley espiritual determinara.

Ellos mismos son finalmente, los fieles guardianes de un tesoro espiritual que el hombre terrenal poseyó una vez, antes de la caída en el mundo de la materia física.

Ellos crearon aquel poder desde el cual, los realizadores pueden obrar para el bien de la humanidad terrestre.

¿No es acaso un enorme disparate creer que estos elevados Guías pudieran ser “budistas”, o “brahmanes”, “lamas” o aun “faquires”?

Empero tampoco se crea que aquí se tenga algo que ver con “eruditos” de un algo oculto, llamado “ciencia”.

Que se suponga que sea de esta manera, es erróneo e indignante.

Los Iluminados de la Luz primordial son ante todo “creadores”.

Los más “Ancianos” o los “Padres” nunca conocieron la “sed de saber” y no podrían conocerla jamás...

Sus “Hijos” en Espíritu al igual que sus “Hermanos”, también han olvidado hace ya mucho tiempo todo “afán de saber”.

Todos ellos tampoco quieren, sin duda, convertir al mundo a las enseñanzas de la mística y filosofía oriental.

A todos ellos les es igual que tu “creas” en la Biblia, en el Corán, en los Vedas o en las enseñanzas de Buda.

Sin embargo, ellos siempre vuelven a encontrar en todos estos círculos de fe, hombres, de quienes ellos pretenden ser sus Auxiliadores y Guías espirituales, aun cuando los protegidos y aconsejados, frecuentemente no tomen conciencia alguna ni perciban en sí mismos, los necesarios procedimientos para ello...

Los Iluminados de la Luz primordial no pretenden darte dogmas de fe, sino construirte los “puentes” que habrán de unirte a ti, al hombre animal apresado en esta tierra, con el substancial reino del Espíritu.

Sin embargo, ellos están bien lejos de aquellas enseñanzas que pretenden impulsar al hombre hacia el éxtasis, para que entonces, sin dominio de sus sentidos, imagine erróneamente poder hacer descender y atraer lo divino hacia sí.

Ellos saben ciertamente también, que a través del pensar jamás podrá reconocerse aquello que es condición previa a todo pensar y que ya existe por encima de todo pensar.

Ellos sonríen y saben de aquellos que creen ser dioses ocultos.

Ellos estarán empero, invisiblemente al lado de todo aquél que quiera recibir en sí mismo a su Dios.

Ellos son los verdaderos Altos Sacerdotes, que extienden la copa de la bendición a todo peregrino, que desde el ardor más profundo de su corazón, reclama a Dios dentro de sí.

¿Acaso no te das cuenta que aquí se trata de otra cosa, que de aquellos presuntos sabios de “ocultas ciencias”, de lo que aquí se habla, quienes de las místicas y oscuras enseñanzas de todos los pueblos han elaborado un guisado y a este alimento han llamado “sabiduría de dios”, “Teosofía”?

Con tal “sabiduría de dios”, tú, pobre extraviado y autoengañado con tanto “ejercicio”, meditación, ayuno, y a pesar de toda la pureza de tus acciones y pensamientos, con un conocimiento de cosas que no son necesarias saber, ni aun en el ancho de un cabello te aproximarás a aquella meta, que tú, a través del sentir más profundo de tu corazón, intuyes como la meta más elevada de todos tus anhelos.

Devendrás quizá en un loco, tal vez para ti y para otros un “santo”, más así jamás llegarás hasta tu Dios.

Porque si sólo quieres encontrar, lo que tú en todo momento y sin ayuda espiritual puedes hallar en ti mismo, entonces ciertamente no necesitas volver tu mirada hacia el “Gran Oriente”.

Quiénes desde allá te guían, aun cuando pudieran convivir contigo en un mismo país e incluso en una misma casa, tienen otras cosas que dar.

Ellos pueden crear en ti algo que tú por ti mismo no puedes crear...

Algo, que eche raíces en ti, algo que tú le seas de alimento...

Algo que aún no tienes, y que nunca podrías obtener de ti mismo.

Ciertamente tampoco los Iluminados de la Luz primordial lo tienen de sí mismos.

Ellos sólo te devuelven, lo que una vez fue tuyo, antes que tuvieras que perderlo a causa de tu inserción en este mundo de la materia física.

“Los más Ancianos” de los Hermanos jamás lo perdieron, ya que jamás han sucumbido a la profunda caída hacia este hombre animal terrenal...

No conocen la muerte y viven aquí sobre esta tierra igual como hace milenios, en indestructible conformación de fuerzas de la más pura sustancia espiritual.

Nunca estuvieron unidos a un cuerpo similar al de los animales como tú y yo.

Sin embargo, ellos se recrearon en hombres que un día habían caído y que en su momento tuvieron que unirse al animal de esta tierra de acuerdo a planes espirituales de sus “Hermanos”, para que entonces, éstos nacidos en el mundo terreno, pudiesen obrar todo lo que solo aquí se puede realizar recién cuando se habita en un cuerpo de animal terreno...

Así también hoy en día, preparan futuros “Hermanos” para un tiempo venidero.

Pero el lugar de su acción sobre esta tierra, existe desde tiempos remotos, cuando los primeros hombres animales fueron portadores del hombre-espíritu, allí donde se eleva la más alta cadena montañosa de la tierra, inaccesible a todo aquel que no sea espiritualmente guiado por ellos mismos hasta su centro.

¡Aquí se encuentra en verdad “el refugio de Dios entre los hombres” de esta tierra!

¡Aquí se extiende el reino del Espíritu a través de las fuerzas de la más pura sustancia espiritual hasta adentrarse en los aconteceres físicos de esta tierra!

¡Desde aquí llegan los rayos de la más pura sustancia espiritual a todos aquellos que habitan esta tierra!

Sin embargo, veo aún demasiados hombres de esta tierra buscar infructuosamente el Espíritu, siendo que andan por falsos caminos.

Sólo puedo exhortar a todos ellos a cambiar de dirección, ya que la activa Luz de lo “más profundo del Oriente” difícilmente pueda llegar a colmarles, si sus ojos permanecen encandilados con diversas clases de luces de todas las épocas, candelabros y antorchas, con las cuales el hombre caído en la animalidad, trata por si mismo de iluminar su Camino.

Ciertamente, sólo aquél que sin dejarse confundir por las resplandecientes luces de la tierra, dirige su mirada al “Oriente”, encuentra la Luz viva sobre las altas montañas.

Quién la haya encontrado, le iluminará en su Camino, hasta haber alcanzado su objetivo, hasta haber alcanzado su objetivo.


LA “LOGIA BLANCA”

Bajo el nombre de “Logia Blanca” se ha tratado de designar en el lenguaje de uso corriente, al círculo de auxiliadores espirituales, por lo tanto esta misma designación la hemos conservado también aquí, y si bien los así llamados la suelen admitir, bajo ningún concepto se llaman a sí mismos de este modo.

Su completo aislamiento del mundo cotidiano es lo que parece justificar, que el concepto de “Logia”, conocido a través de la Masonería, fuese trasladado a su pura y espiritual Comunidad.

Se trata aquí de la más singular de las Comunidades sobre este planeta, no encontrándose entre los hombres ninguna otra forma comunitaria semejante, ni posibilidad de comparación, así sólo se la represente en sentido figurado.

Los miembros de esta Comunidad, se reúnen unos con otros en forma corporal y externa únicamente en las más excepcionales e importantes circunstancias y casi nunca se comunican mediante escritos.

Sin embargo, están siempre espiritualmente conectados, en un permanente intercambio de pensamientos, sí, en una absoluta Comunidad de Almas...

Esta Comunidad no posee leyes externas.

Cada uno de sus miembros es un par del otro y, sin embargo, cada miembro conoce el lugar que le corresponde, condicionado por su particular y diverso modo espiritual.

Todos empero, se subordinan voluntariamente, a un mismo “Superior” espiritual.

Este “Superior” no es ni “elegido” ni es “nombrado” y sin embargo, jamás uno de los miembros de la Comunidad estará en duda respecto de quien debiera ser este “Superior”.

La “admisión” a esta Comunidad no puede ser adquirida ni legal, ni inmoralmente, o por forzamiento.

Ocultas leyes espirituales y a través de ellas activas predisposiciones especiales de la naturaleza humana, es lo único que determina si un hombre está destinado a la “admisión”, y en estos casos, ningún poder del mundo podrá impedir su “admisión”.

Sin embargo, los admitidos no están obligados por ninguna promesa, ni por ningún juramento...

¡Ellos mismos son ley y norma!

Por ningún rasgo externo, por ninguna particularidad común en la forma de vida, pueden ser reconocidos los miembros de esta Comunidad espiritual.

Sin embargo, se reconocen entre sí, aun cuando sus semblantes les sean totalmente desconocidos, es decir, sin “signo, palabra o tacto”, y también en el momento en que sea necesario encontrarse en la vida externa.

Esta Comunidad, por ser en su totalidad de esa forma, debe permanecer oculta al mundo externo como tal, y sin embargo, muchos individuos y aun pueblos enteros, a veces se encuentran bajo su espiritual influencia...

Ningún camino de ascenso hacia las más altas y supramateriales metas ha sido iniciado jamás sin que uno de los miembros de la Comunidad, o ésta como un todo, se hubiese hecho cargo de la imperceptible conducción.

En la gran mayoría de los casos, los aconsejados espiritualmente no saben ni presienten nada de esta invisible influencia, a la cual deben lo mejor.

Empero, en donde se encuentren rastros de un despertar espiritual, allí se percibe claramente la influencia de ayuda espiritual, no obstante, sea por desconocimiento o motivado por representaciones supersticiosas, casi siempre es atribuida a poderes sobrenaturales...

La imaginación poética del mundo de todas las épocas y pueblos le debe continuamente a aquellas equívocas interpretaciones, la enorme cantidad de sus representaciones.

El supersticioso siempre fue amigo de los poetas, para el cual la verdad desnuda es demasiado exacta y simple, como para que ella esté dispuesta a dejarse mudar de ropaje por medio de los abundantes adornos de la fantasía del poeta.

No menor ha sido la interpretación equívoca acerca de la percibida ayuda espiritual, que proviene del silencioso círculo de los “Hermanos mayores” sobre la tierra, dando motivo al acrecentamiento del mágico mundo de la leyenda.

Sin embargo, de tiempo en tiempo, uno que otro ha tomado conciencia de la existencia y del obrar de la invisible Comunidad, si bien conectada a hombres terrenos reales; no obstante otros, cubrieron nuevamente las huellas marcadas con toda clase de dudas, de modo tal que al final, solo el murmullo de la leyenda atestigua que aquí y allá, mucho tiempo atrás, alguna vez, se supo mucho acerca de estas cosas y que ciertos hombres, debieron haber llegado a saber algo significativo...

En nuestros días, almas demasiado fervorosas, tuvieron conocimiento de la existencia de la Comunidad, pero como su simple y espiritual existencia y obrar no satisficiera la vistosa fuerza imaginativa de estos entusiastas, consideraron como necesario, adornar sus narraciones con los más extravagantes agregados y exaltar a los hermanos “Mayores” (mayores en cuanto a lo espiritual) de la humanidad como semidioses, cuanto menos como grandes magos, aduciendo que todo lo que la ciencia moderna recién trata de descubrir “ellos lo sabían desde mucho antes”, y que estarían pródigamente dotados de maravillosos poderes, con los cuales soñaron los mas extravagantes escritores de cuentos de hadas.

Aquí evidentemente se incurrió en un error, si bien no intencional, queriendo que el fin justifique los medios, en tanto se intentó elevar a los presuntos inalcanzables por sobre la naturaleza humana, lo cual confirma, que aquellos que practican milagros de faquires, de verdadero mal gusto, se atribuyen tener pruebas de su pertenencia a la “Logia Blanca...”

No obstante, los que deben ser designados con este nombre: los verdaderos Iluminados de la Luz primordial, los Sacerdotes del Templo de la Eternidad sobre esta tierra, ciertamente rechazan todo fantasioso adorno con firme determinación.

Ellos saben que son hombres iguales a otros hombres, sólo que capacitados para ocupar un lugar en la escala jerárquica espiritual por tener una elevada “edad” espiritual y para proveer de fuerzas espirituales a sus semejantes, de los cuales son sus guías, no sus creadores.

No obstante, la realidad muestra un cuadro infinitamente mas digno, infinitamente más sublime, que aquél que pudiese jamás imaginar la más antojadiza y multicolorida fantasía...

El silencioso obrar de los miembros de la Comunidad abarca todos los aspectos de la evolución espiritual en la Humanidad.

Por sus manos circulan los hilos, que frecuentemente desembocan en expresiones de la más alta fuerza creadora, del más alto desarrollo del potencial humano.

Ellos verdaderamente ponen montañas en movimiento, sin utilizar la más ínfima parte de un dedo, puesto que su voluntad, guiada por el más puro conocimiento espiritual y completamente purificada de todo deseo personal, se encuentra detrás de aquella voluntad, que utiliza y mueve otros cerebros y manos.

En realidad, en el obrar de los “Hermanos mayores” de la Humanidad no hay espacio para el arte de los faquires.

Ellos trabajan pura y exclusivamente en forma espiritual en la realización del inconmensurable plan evolutivo, que una eterna ley cósmica ha predeterminado a la Humanidad terrena, y en su tarea no reconocen ningún interés personal particular, ni tampoco preferencia por tarea alguna, aun cuando ésta pudiese llevarse a cabo por los más elevados motivos.

¡Aquel que busque burdos “milagros”, aquí no los encontrará!

Sin embargo, los hechos comprobados en el obrar de los “Hermanos Mayores” podrían a veces ser tomados verdaderamente como “milagrosos”, pero cuanto más merecieron tal calificativo, tanto mas permanecieron ocultos a las miradas externas.

Pero en el círculo de influencia de este obrar espiritual, entra todo hombre de la tierra, que en su corazón exista el serio propósito de alcanzar, en esta existencia terrena, su máximo desarrollo espiritual posible.

Cuanto más pura sea su voluntad, cuanto tanto más liberada esté de deseos egoístas, con tanta mayor claridad podrá lo espiritual influir en él, y con tanta mayor fuerza, percibirá bien pronto, en sí mismo, esta influencia.

Innumerables son los que la sienten, sin saber de dónde proviene...


EXPERIENCIA SUPRASENSORIAL

Toda persona puede en momentos oportunos, cuando ciertas condiciones suprasensoriales estén dadas, y no existiendo resistencias demasiado fuertes en el mundo físico, tener experiencias suprasensoriales.

La mejor predisposición para ello, las tienen las naturalezas más simples y los artistas, en tanto se trate de aquellos que poseen talentos naturales, genuinos creadores, verdaderos “talentosos de corazón”.

La “recepción” interna de una idea creadora, de una auténtica representación artística, es en sí ya una suerte de “experiencia suprasensorial”.

No obstante, existe una abismal diferencia entre esa clase de “inspiración” artística u ocasional y elevada experiencia suprasensorial, que toda persona que posee una especial e idónea naturaleza puede ocasionalmente llegar a percibir con fuerza, y la clase de experiencia suprasensorial, que es practicada por los menos, para quienes la herencia del hombre-espíritu es ciertamente más que un objeto de satisfacción del ansia de saber; por el contrario, ellos saben que ella solo se les ha sido confiada, para que desde las altas montañas, puedan dar las señales del Camino a sus hermanos “menores”.

No hablo aquí acerca de aquello que el mundo permanentemente entiende por “mística”.

La “Mística” y el “Arte Real” verdaderos, en el reino de los espíritus substanciales, de aquellos dignos “Iniciados”, ciertamente son cosas bien diferentes.

Al místico le sucede algo parecido que al artista...

A éste como a aquél, le viene la “inspiración” desde una, para él desconocida esfera, y a la cual nunca podrá entrar consciente de sí mismo y con los sentidos despiertos.

“Ello” lo toma, se le impone y él se hace portavoz de esta fuerza desconocida, o bien, sólo experimenta su acción en “muda contemplación”.

Al “Consagrado” en el reino del Espíritu substancial, al verdadero “Iniciado en el Arte Real”, al Hijo y Hermano de los “Iluminados de la Luz primordial”, le sucede de manera esencialmente distinta.

Él vive consciente de sí mismo en los tres mundos que confluyen en el mundo de la Realidad, tales como el mundo de la materia física, el mundo de las fuerzas supramateriales pero substanciales del Alma, y el mundo substancial del Espíritu puro.

El no se encuentra nunca y de ninguna forma en estado de éxtasis, ni tampoco en cualquier otro estado llamado “de trance” y está bien lejos de toda práctica misteriosa, ya que de otro modo, no podría pertenecer jamás al círculo de sus Hermanos espirituales y elevados Padres.

Mientras él acopia sus experiencias en las regiones suprasensoriales, permanece consciente de sí mismo en todos los tres mundos de su existencia y así es que, su conciencia también está presente en estado de despierta en éste, en el externo mundo material de todos los hombres y en ningún momento se obscurece en lo más mínimo.

Su percepción de las cosas “externas” es, por el contrario, ampliada y elevada hasta aquella claridad, que colma su mirada direccionada hacia lo suprasensorial...

Mientras “habla” en planos suprasensoriales con sus Hermanos espirituales, y ellos entablan conversación con él, está en condiciones de observar y de sentir al mismo tiempo los más pequeños acontecimientos del mundo material que lo rodea, con no menos claridad que aquello que sólo puede ser percibido con los sentidos del Espíritu.

No tiene lugar ningún “estrechamiento”, sino por el contrario, una casi infinita ampliación de la consciencia...

Mucho de aquello que “se habla” en el mundo del Espíritu esencial, que a su vez incluye a innumerables “mundos” dentro de sí, no podría ser expresado jamás en palabras de un lenguaje humano; pero por ser aquél un lenguaje claro, en ritmo y forma, lleno de sentido y de verdad, sería posible encontrar palabras apropiadas en lenguaje humano, pero no para transmitir mediante estas palabras el conocimiento espiritual, que permite reconocer rápidamente en todas partes el Espíritu substancial.

Por consiguiente, aquello que pueda ser “traducido” en palabras de un lenguaje humano, estará determinado por la individual particularidad del Hermano operante, así como también por la época en la cual actúa y el contexto cultural que le rodea en la tierra.

No obstante, todo lo que vaya a transmitir, representa por todo concepto, invariablemente a la más depurada Verdad cual límpida manifestación de la más absoluta Realidad, tal cual se les presenta a todos los “Iniciados en el Arte Real” ante sus ojos y en todo momento, libre de todas las innumerables posibilidades de equívocos y errores de las causas existentes en la investigación en el mundo físico-material.

En los mundos del mundo substancial del Espíritu, no hay lugar para “especulaciones” y sutilezas filosóficas del pensamiento humano conectado a lo terrenal.

No es posible, intentar comprender una “verdad” deduciéndola de otras del mismo modo que en la condicionada inteligencia terrena.

Todas las verdades están en el reino del substancial y puro Espíritu, cual realidades ante el contemplador.

Aparentes “contradicciones”, como las que la incapacidad de comprobación de aquellos que empeñosamente han tratado siempre de encontrar en las revelaciones de los verdaderos “Iniciados” de todos los tiempos, se explican finalmente por sí mismas a través del modo suprasensorial de ver las cosas, que siempre permite reconocer simultáneamente toda cosa desde todos los ángulos, por lo cual, si el predicador deseara ser más o menos comprensible para con sus semejantes que no ven las cosas de la misma manera, deberá mostrar primero sólo uno, y luego el otro “lado”, tratándose muy frecuentemente solo de cosas, con las que cualquier comparación que se haga, “cojeará de ambas piernas”, ya que nada terrenal ofrece una similitud apropiada con lo substancial espiritual que se quiere describir.

El matiz local en la forma de hablar, en la que se expresa un Hermano de los “Iluminados de la Luz primordial”, depende siempre, en todos los casos de su apreciación personal determinada por el respeto hacia sus anteriores maestros, o por sus propias tendencias o por motivos relacionados con la estructuración formal.

Aun cuando hoy día, el corazón del Asia o la morada terrenal del templo de las substanciales fuerzas espirituales al igual que hace milenios se oculte en sí misma, también es cierto que a ninguno de los Hermanos que consideran a este centro espiritual en nuestro planeta como su verdadero y terrenal hogar, le es exigido en sus enunciados, servirse de los conceptos religiosos y filosóficos del Oriente.

Pero si un miembro de este círculo, como hombre de Occidente, utiliza no obstante, el modo de expresión de los pueblos del sol naciente, es por decisión propia, por una fuerte tendencia hacia la poesía de Oriente, por gusto hacia ciertas imágenes expresivas que transmiten mejor lo espiritual que el lenguaje utilizado en Occidente; y finalmente también para que la inolvidable vivencia conserve su original colorido...

Aun el más altamente desarrollado de los Hermanos operantes, es un hombre contento de corazón por su humana naturaleza, de ninguna manera libre de inclinaciones humanas, ningún asceta entumecido para el mundo, aun cuando ciertos fanáticos, negadores de todo apego a lo terrenal, no puedan entenderlo de ninguna manera, ya que jamás podrán liberarse de la hipnosis, que los ata a sus creencias-doctrinas obtenidas del mundo inferior...

¿Pero, qué hombre de sentimientos afectuosos no se mostraría inclinado a hablar con gusto de las cosas de sus amores en aquellas formas, que cierta vez, tiempo atrás, bondadosos maestros le hablaran de ellas por vez primera?

No obstante, las mismas cosas podrían fácilmente darse a conocer en otros idiomas locales bien distintos, sin perder en modo alguno en veracidad.

Peligrosa es solamente la “traducción” por los no facultados.

Es mucho más difícil de lo que alguno pudiera atreverse a soñar, poner una frase envuelta en ropajes cristianos de un verdadero “iniciado” bajo un turbante hindú, o verter en el molde de la forma de pensar europeo, la sabiduría del pensamiento chino.

Empero, frecuentemente deben converger conceptos del mundo perceptual de los más diversos pueblos, a fin de que una verdad espiritual, aun estando muy lejos del occidental pensamiento, le sea no obstante, comprensible al de Occidente.

Ojalá ningún buscador se deje inducir a creer jamás, que la utilización de tal libre forma de exposición, haya sido con la intención de anunciar la propagación de aquellas enseñanzas religiosas o filosóficas, de cuyas riquezas conceptuales fue extraído, aquello que se presentaba como útil, a fin de favorecer el conocimiento de la eterna Realidad.

Es bien conocido, que comunidades humanas, que les proponen a sus miembros objetivos alejados de lo cotidiano, tengan la costumbre, dentro de sus círculos, de hacer renunciar a sus integrantes al nombre de uso cotidiano y de otorgarles otros “nuevos” y diferentes nombres.

De dónde procede originalmente esta costumbre que se remonta hasta los primeros días, debería desprenderse con claridad de lo que a continuación se expresa...

Recordado sea aquí también y no sin razón aquellas palabras del Génesis:

“Y que tu nombre de ahora en adelante no sea Abram, sino Abraham te llamarás...”

E igualmente:

“Ya no será más tu nombre Jacob, sino que Israel será tu nombre...”

El “nombre” de un ser espiritual individual, es algo completamente distinto a la denominación que se le asigna al hombre terrenal, derivada de circunstancias externas, de hábitos raciales e idiomáticos.

También el hombre terrenal es una individualidad espiritual, pero él aún no conoce “su nombre”, salvo en las muy pocas excepciones, en que, en todas las épocas, estos nombres fueron encontrados,

Recién cuando él haya tomado consciencia de su espiritual substancialidad, sabrá también cual es “su “nombre”.

Así es que el “nombre” de un verdadero “Iniciado” en el Espíritu, que antaño solía mantenerse muy en secreto, porque se temía “profanarlo” si llegaba a estar en boca de todos, no es ciertamente una designación arbitraria, como la del así llamado nombre “civil”, que debe su conformación al lugar de residencia de sus abuelos, a una profesión o a una cualidad de lejanos antepasados y por último, a la arbitrariedad de los padres.

Él le es otorgado al “admitido” Hijo y Hermano por los “mayores” de los Hermanos y designa, en el “idioma-de-letras” usado por los “Hermanos sobre la Tierra” aquellas fuerzas que, en la existencia espiritual del hermano van a ser de consecuencias...

Pero su fuerza “portadora” descansa en ciertas “letras”, de manera que el operador podría también “llamarse” con otras palabras, en tanto que estas “letras” que forman su “número cósmico”, su eterno existente y espiritual-substancial “nombre”, estén allí incluidas...

Existe aún una extendida, si bien en si santificada envoltura alrededor del “nombre” del eterno valor espiritual, que nadie puede “pronunciar”, aun cuando se conozca las “letras” portadoras, exceptuando al Uno, quien es él mismo este “nombre”...

En su “nombre”, Hermano, es una “palabra” en “término primordial”: como autopronunciación de términos primordiales en una forma individual, consciente de sí mismo, substancial, espiritual...

Sobre los “métodos de exploración científica” con el propósito de investigar lo espiritual, se sabe naturalmente tan poco en la Comunidad de los “Hermanos sobre la Tierra” como entre sus “Padres” espirituales que jamás “cayeron” desde la Luz primordial.

La Sabiduría de los verdaderos consagrados al Espíritu no consiste en una acumulación y un continuo acrecentamiento de aquello que él “sabe”, de acuerdo al entendimiento terrenal, sino en estar en posesión de ciertas fuerzas sagradas, por medio de las cuales, él puede en cualquier momento verdaderamente conocer “en sí mismo” al objeto investigado.

Su acumulación de conocimientos obtenidos en forma mundana, es para él del todo insignificante y únicamente compatible con la sabiduría espiritual, en los casos más inusuales.

Cuanto él más poseyó tal cosa, tanto más difícil le fue otrora, cuando aún era “discípulo”, la superación de las dificultades causales, que a toda legítima “iniciación” deben preceder.

No se debe preguntar por las “causas”, si se quiere salir airoso de esta “instrucción”, que por último, le abrirá al legitimado la puerta, la que jamás ninguna erudición terrenal le podrá abrir.

El verdadero “Iniciado” jamás proclama un “sistema” de conocimiento o de fe.

Para él la realidad de las cosas en el mundo espiritual está expuesta ante sus ojos y al enseñar, al hablar, él esta siempre únicamente ante esta Realidad, la que ningún sistema de pensamiento o de creencia podría llegar a abarcar.

Tales “sistemas”, en cuanto se extienden hacia las cosas del espiritual Reino, son sólo imaginaciones secundarias de otros cerebros, que se han apoderado de las revelaciones de algún Sabio, obtenidas éstas por contemplación y a través de una transformación de sí mismo.

Presuntos “investigadores de los mundos superiores” que alardean mediante presentaciones “científicas” de los “resultados de sus investigaciones”, no deben ser reconocidos, de ninguna manera, como “iniciados” espirituales.

Tal índole de “investigadores” de lo “oculto”, no son otra cosa que esclavos engañados por la propia plasticidad de su fantasía, una fuerza sumamente funesta y peligrosa en el hombre, que cuando es violentamente incitada a la acción, deja frecuentemente configurado frente a su pobre víctima todo lo que antes ella tenia, en forma inconsciente por modelo, en sus pensamientos, deseos y temores.

De esta forma resultan todas las monstruosas “incursiones en los planos superiores” y las representaciones de “los mundos superiores” que a más de un “investigador del espíritu” y “maestro secreto” le ha valido la fama de ser, entre sus adherentes, un “vidente”, todo lo cual debería ser examinado en detalle, a fin de hacer evidente aquello que conscientemente ha sido adornado y añadido, y que la más de las veces, no se deja fácilmente reconocer.

Dado que estas representaciones de “fantasía plástica” son fácilmente transmisibles por contagio anímico, los adherentes y discípulos de tales “profetas” y fundadores de sectas, creen estar a sí mismos espiritualmente convencidos de la verdad de las revelaciones de su “gran maestro”, tan pronto a éste le sea posible, en su misteriosa “enseñanza secreta”, transmitir sus propias producciones a las conciencias de sus discípulos, no mucho más diferente a cualquier habilidoso hipnotizador, que hace ver y sentir a su objeto de experimentación de la forma que él desea que parezca.

Un posterior rescate de tales engañados, resulta casi imposible.

Por esta causa, incontables han devenido en autoengañados de buena fe, incontables han devenido en engañados sin esperanza.

Si aquí hablo de todas estas cosas en forma clara y explícita, donde el tema trata de las posibilidades de la percepción suprasensorial, es para proporcionar a todo honesto buscador los criterios apropiados a fin de que su juicio sea certero.

Hablo de cosas que no requieren de velos, y al mismo tiempo debo hablar de aquellas cosas que deberían ser develadas en interés de las almas que buscan la verdad como realidad.

Ojalá mis palabras no hayan sido pronunciadas en vano.

Ojalá pues se aprenda a comprender, que ninguno de los hombres, que vive plenamente consciente en el substancial y puro Espíritu, en la Sabiduría de lo Luminoso, que él expone ante sus semejantes, jamás podría llegar a profanarla a través de intentos de fundamentación “científica”.

Lo que enseña el “Iniciado” en el Espíritu, está determinado a ser una prueba a través de la acción y de la abnegación.

Lo que él tiene para dar como mensaje a sus Hermanos “menores”, sean hombres o mujeres, a las almas de las generaciones que conviven con él y después de él en la Tierra, no debe ser fragmentado con el pensamiento, sino revivido en el Alma, a fin de que los incontables buscadores, puedan encontrar su Camino hacia el Espíritu, su Camino hacia la Realidad.


EL CAMINO

Todas las grandes cosas exigen valor y fe.

No puedes “resucitar”, sin antes haber pasado por la “cruz”.

“La nube luminosa” no podrá acompañarte a través del mar “seco”, sin que antes hayas creído.

Aún tienes mucho que superar en ti mismo, y más aún tendrás que aprender a superar, si quieres avanzar en tu Camino...

El mar amenazará con tragarte y el desierto no te dará ningún alimento, no obstante, ni el miedo ni la duda deben detenerte ni por un solo instante, tan pronto hayas resuelto emprender definitivamente este Camino hacia ti mismo, hacia tu Dios interno.

Cuán difícil es esto, recién lo verás una vez que te encuentres en este Camino.

Mas no tengas miedo.

Tú no estás solo en este Camino...

Todos aquellos, que antes que tú, lo han recorrido, te acompañan.

También ellos anteriormente tuvieron que pasar por todos los peligros.

A ninguno de ellos le resultó el camino más fácil que a ti.

Ahora, empero, ellos han entrado en “la tierra de promisión”...

Ahora ellos han alcanzado el esforzado objetivo y desde las “sagradas montañas”, te envían ayuda y fuerza.

Desde aquellos, que en la más elevada luz de su Dios resplandecen cual soles, semejantes a dioses, como una unidad, un sol de todos los soles que ilumina a todos los soles, a todos los mundos, fluye hacia abajo, hasta aquellos que viven en esta Tierra en forma de espíritu y finalmente hasta aquellos que aun aquí portan el vestido del animal terrenal, una corriente de substancial y espiritual Luz en toda su extensión, y los abarca a todos aquellos y los unifica en una sublime consubstancialidad.

Pero en el peldaño más bajo y más cercano a ti de esta “escala celestial”, se encuentran aquellos Auxiliadores que pueden ofrecerte a ti una mano de ayuda, si tú quieres su ayuda...

Ellos no abandonan jamás a nadie, quién a través de la grisácea noche, se esfuerza por abrirse camino, hacia aquel, lleno de paz, silencioso y elevado Templo, dentro del cual su Dios, de Luz a Luz puede “nacerle en él mismo”.

Empero, ellos no envían su ayuda desde afuera, ya que están unidos contigo en lo más profundo de ti, una vez que tu, lleno de valor, hayas emprendido tu Camino, el mismo Camino hacia su Dios que alguna vez todo aquel que lo encontró, tuvo que recorrer. Y que ahora los que quieren ayudarte, también tuvieron que recorrerlo en su momento, aun cuando su espiritualidad a lo largo de milenios, haya sido preparada hasta la más pura calidad de entendimiento espiritual.

Quien no sea uno de ellos, no podrá ayudarte, aun cuando pudiera producir milagro tras milagro...

Habrá muchos falsos “maestros” que se cruzarán por tu camino, “maestros”, que necesitarían ellos mismos mucho de una enseñanza, y muchos orgullosos oradores que se vanagloriarán ante ti de su “saber”.

También te encontrarás con más de un arrogante “santo”, que se consume en su vanidad y que considera como una gran cosa, seducir a otros a su “santidad” y por propia conveniencia a su “dignidad”.

Te asustarán los más extraños “hierofantes”, los cuales intentan deslumbrar a cuantos se les acercan, por medio de torcidos, relucientes e inquietantes signos que ellos mismos, en confuso delirio, han abrochado con falso oro a sus “túnicas de mago”...

Si solamente por una vez prescindieses de la precaución, puedes también caer con demasiada facilidad en más de una oculta red, y ciertamente aquel que se dejó atrapar, rara vez escapa nuevamente íntegro de las ataduras de aquella pajarera...

Sólo la atención permanente puede protegerte del peligro.

Debes estar prevenido de todos aquellos que creen que su pretendida “ciencia de dios” sea enseñable y alcanzable del mismo modo que el conocimiento de las cosas de este mundo

Debes estar prevenido de todos aquellos que pretenden engañar tus sentidos por medio de “fuerzas milagrosas”.

Hay todavía muchas cosas, aún en esta, aparentemente “esclarecida” época, que pueden llegar a parecerte muy “extraordinarias”, y ciertamente son verdaderas fuerzas milagrosas profundamente ocultas en el hombre, pero el Espíritu de la Eternidad jamás podrá ponerse en duda a sí mismo, buscando el modo de “demostrarse” a través de “milagros”...

Si verdaderamente estas fuerzas maravillosas se evidencian en un hombre, es solamente una comprobación de que tales fuerzas existen, empero, jamás será una “prueba” de que tal hombre sepa “conscientemente respirar” en Espíritu y un auténtico testimonio de la Verdad, la cual está fundada en la Realidad.

Tal manifestación solamente se puede verificar por medio del “milagro” del reconocimiento que se produce en el Alma, y nada de lo que no hayas experimentado como una confirmación en lo más íntimo de tu ser, debe ser válido para ti como Verdad, apenas hayas accedido a la condición que te da derecho a la obtención de la confirmación.

Debes igualmente estar prevenido de aquella ilusión que cree que por medio de singularidades en la nutrición del cuerpo o de alguna práctica faquiresca, sea posible llegar a la “más alta espiritualidad” elevándote en el comer e introduciéndote en el respirar.

Los Iluminados de la Luz que alumbra los mundos, ciertamente jamás te aconsejarán utilizar tales métodos.

Nunca te exigirán tampoco que te aísles de tus seres más cercanos, a fin de que tú secretamente te consagres a fascinantes ceremonias o a misteriosos ritos.

Jamás te agraciarán con “ocultas jerarquías”, extraños títulos u “honores”, los cuales solo alimentarán la vanidad y podrían llegar a producir en ti una ridícula presunción...

Sólo lo que se ha hecho realidad en ti, sea porque tú mismo te lo procuraste, tiene validez ante sus ojos y les determina tu “peldaño”.

Tampoco los encontrarás con gestos teatrales sobre tarimas de oradores, ni en plazas públicas ante la muchedumbre.

Más bien te darán su ayuda a través de palabras, que tú podrás sopesar en el silencio de tu intimidad, sin ser perturbado por seductoras artes retóricas...

Ellos te ayudarán en el accionar interno y nunca buscarán mostrarse.

No es necesario que tú les reconozcas si llegases a encontrarlos.

No es necesario que tú los encuentres portando el vestido terreno.

Ellos te encuentran a ti y saben como ayudarte aun cuando tú jamás llegues a vislumbrar a los Auxiliadores.

Ciertamente ellos operan con otros medios que los de aquellos vanidosos necios, que pretenden atraer a su tropel de adherentes mediante gestos misteriosos y huecos y retóricas altisonantes.

Ellos jamás pretenderán o esperarán de ti tributo alguno por su enseñanza y guía, y antes más bien compartirían contigo hasta su última moneda, que aceptar de ti a cambio de su ayuda, un medio céntimo.

Lo que de espiritual tengan que dar, es un bien del Espíritu, y ninguno de los que pueda darlo, jamás querrá intercambiarlo por valores terrenos...

Solamente el “trabajo” que requiera el mantenimiento terreno del cuerpo, tiene derecho a pedir retribución terrena.

Aquel que tenga ojos para ver y oídos para oír, se protege a sí mismo de ilusionistas y usurpadores.

¡Fácilmente él los reconocerá!

Empero, los Iluminados de la Luz primordial son más difíciles de encontrar.

Apenas podrás distinguirlos entre otros hombres bajo esta vestidura terrenal, y nada singular los delatará, ya que aman el silencio y aprecian pasar desapercibidos...

¡Cuando ellos están obligados a vivir en el bullicioso mundo, de tal modo no se diferencian ciertamente en nada de aquellos otros hombres de bien, que allí realizan su labor terrenal!

¡Dichoso aquél que confíe en ellos!

Y ahora, pues, buscador, iremos juntos hacia la quietud y te enseñaré el comienzo del “Camino”

Una vez que estés realmente preparado para entender con los sentidos despiertos, concéntrate en ti mismo y escúchame lo que a continuación voy que decirte.

En primer lugar, oh buscador, ¡tendrás que olvidar muchas cosas!

Se te ha dado una falsa representación de “Dios” y así mediante una vana enseñanza han asfixiado en ti aquel germen, del cual en las sagradas aguas de tu más profunda Alma, debía una vez despuntar la “Flor de Loto”, en la cual la Luz, que eternamente deberá iluminarte puede llegar a “nacer”...

“El Espíritu que flota sobre las aguas” comprende infinitos mundos, pero tú no puedes acercarte a él de ninguna otra forma, más que en ti mismo.

Recién entonces, cuando él llegue a conformarse en ti, como tu Dios, de Luz a Luz, podrás dar a conocer su silencioso obrar.

Quienes quieren explorar su infinitud, yerran enormemente...

Creen poder acercarse temerariamente a aquél, al cual todos los espacios del universo no podrían abarcar, sin darse cuenta, que se han creado una imagen deformada, que ahora los domina.

Empero ahora, nosotros queremos nuevamente introducir en ti, el germen de aquella eterna “Flor de Loto”...

Tal vez ella encuentre, de aquí en adelante, alimento de tus fuerzas.

Cuándo su flor haya entonces despuntado, el Espíritu, gestándose a sí mismo, que vive por sí mismo, descenderá desde lo alto dentro de ti y “nacerá” en ti como tu Dios, en ti como tu Dios viviente.

No antes sabrás de “Dios”.

No les creas en aquellos que te hablan del dios de sus sueños, de un dios que se deja encontrar en un asfixiante estado de éxtasis.

Lo que así se puede llegar a encontrar, es solo una “alucinación” del mundo interno.

Tú aún no conoces la riqueza que contienen dentro de sí, las inmensidades de tu Alma.

Hay aquí “fuerzas” y “poderes”, ante los cuales te postrarías en adoración, igual que el profeta ante la zarza ardiente, si yo te las pudiera mostrar en forma manifiesta.

Tu Alma es un inconmensurable océano y nadie aún ha sondeado en sus profundidades, en las maravillas del mar de las fuerzas del Alma.

Tú piensas en tu Alma como una envoltura luminosa y crees encontrarte solo a ti mismo dentro de ella...

Tu Alma, empero, es como un mar de miríadas de gotas llenas de poder latente, o como una nube viviente conformada por miríadas de entidades cargadas de fuerza, y tú, deberás llegar a ser amo y señor de todas esas entidades.

En tanto ellas no reconozcan en ti a su firme soberano, devendrás atónito en su esclavo a causa de su fuerza para ti atemorizante.

Ellas tendrán que estar a tu servicio, una vez que las hayas dominado, pero si tú, en falsa humildad te doblegas ante ellas, te llevarán de las narices por medio de las más extrañas e ilusorias argucias.

Ellas requieren de una fuerte voluntad, a fin de unificarse bajo ella...

Antes de haberlas unificado bajo una única voluntad, no podrás encontrar de manera alguna serenidad en tu alma, que es lo único que puede hacer que comience a despuntar la sagrada “Flor de Loto”.

No antes de ello, obtendrás en ti fuerzas, conocimiento de aquel silencioso reino del Espíritu a través de tu Alma, que solo puede llegar a hacerse reconocible, perceptible en ti, por medio de las fuerzas de tu Alma unificadas en una sola voluntad, e incluso a veces, puede hacerse visible y audible, por cuanto él vive en ti como en todo lugar, a través de las mismas fuerzas...

No antes tampoco percibirás una señal clara de aquél que te guía desde el Espíritu, no antes que los altos y espirituales Guías, los Iluminados de la Luz primordial, te la hagan percibir...

Por ello, oh buscador, ellos más que nada, anhelan crear en ti una fuerte y clara voluntad hacia ti mismo!

Tú tienes que afirmarte a ti mismo si quieres experimentar esa afirmación a través del Espíritu en el Espíritu.

Tu te encuentras a ti y en ti a tu Dios, solamente en tu “Yo”.

Esfuérzate, con sana alegría y en silenciosa calma, por afirmarte en ti mismo lleno de paz, y aparta tu mirada de todas aquellas imágenes internas, que quieren manifestarse ante tu excitado pensamiento aún no unificado en sí.

Primeramente, en alegría y lleno de confianza, debes volverte completamente hacia ti mismo.

Es inútil que antes de haberte vuelto hacia ti mismo y haberte aislado por todos lados, cual mar que se demarca a sí mismo, cual nube que sabe condensarse a sí misma, trataras de buscar ser poseedor de tu Alma, ya que las fuerzas de tu Alma sólo se entregan unificadas a aquél que sea verdaderamente digno de su profundo respeto...

Pero no creas que alguna vez podrás alcanzar este objetivo, permaneciendo constantemente inactivo en una externa pasividad.

Tu debes accionar día a día, como hombre del mundo externo, en el cual, al fin y al cabo es donde has nacido, al igual que toda naturaleza externa, que permanentemente acciona y crea siempre nuevas formas, si es que quieres también aprender a fortalecer en ti la voluntad, para que las fuerzas de tu Alma puedan llegar a obedecerle.

Ningún objeto del mundo externo es de tan poco valor que no pueda servirte de instrucción.

De toda experiencia puedes obtener una enseñanza y ninguna actividad es tan despreciable, que no hubiera nada que aprender de ella.

Sin embargo, ante todo debes aprender a encausar tus diversos pensamientos y eventualmente poder concentrarlos en un solo punto.

Ni la soledad del desierto ni la vida entre las bestias salvajes de la jungla te son más propicios para tu propósito que el ajetreo de una populosa ciudad en la cual estás dedicado a tu quehacer diario.

Cuando en el mayor bullicio, aprendas a permanecer en ti mismo, cuando con absoluta seguridad puedas gobernar tus pensamientos y tu voluntad en ti mismo, cuando tus deseos sólo puedan ir y venir, tal como tú mismo les permitas ir y venir, recién entonces puedes comenzar con el primer intento de unificar en ti las fuerzas de tu Alma.

Aún entonces encontrarás en ti más de una resistencia...

Lamentablemente, por un largo tiempo no podrás utilizar tu ahora fortalecida voluntad, para poder doblegar bajo ella a todas las fuerzas opuestas de tu Alma.

Cada fuerza individual del Alma va a querer poseer tu voluntad para sí misma, y ninguna de ellas estará dispuesta a entregarse a tu voluntad como propiedad de ella…

Comprenderás esto, cuando tengas en claro, que cada una de las fuerzas de tu Alma, aun cuando las consideres a todas juntas como “propiedades” estrechamente unidas en ti, es una entidad autónoma del Alma, dotada de voluntad propia y del imperioso deseo de manifestarse solamente a sí misma, así sea a costa de todas las otras fuerzas.

Nunca deberás desalentarte en tu constante, aunque vana lucha por la supremacía de tu propia voluntad sobre las muchas otras voluntades en tu Alma, que sólo a sí mismas se quieren.

¡Jamás debes desconfiar de ti mismo!

¡Jamás debes perder la alegría de tu corazón ni tu silenciosa serenidad!

Toda tu lucha es sólo una continua prueba de tu paciencia y de tu ya adquirida fuerza en tu propia voluntad.

Has de saber entonces, que así llegarás con seguridad a ser finalmente el vencedor.

Llegará un día, en el cual verdaderamente experimentes en ti, lleno de felicidad, la gran alegría del vencedor.

Entonces, es cuando el germen de la “Flor de Loto” se haya abierto, en los sagrados estanques del Templo, que ningún ojo terrestre haya contemplado jamás, el ojo espiritual de tu invisible Guía, que los antiguos llamaban: tu “Ángel de la Guarda”, percibirá un capullo sobre la inmóvil y misteriosa superficie de las aguas...

Él llamará a sus compañeros en sagrada alegría, y un grupo de guardianes elegidos custodiará desde ese día las sagradas aguas.

¡Un milagro se ha producido!

Un hombre terrenal ha realizado un milagro, ya que es más fácil conducir a un elefante furioso, atado a una cuerda a través del gentío en una feria, que unificar las muchas voluntades de las fuerzas del Alma, que conforman “el alma” de un hombre, bajo la única voluntad de ese hombre.

Ahora, sin embargo, la atenuada luz del día debe bañar el capullo con sus tibios rayos, para que a su tiempo pueda despuntar hasta la completa y brillante magnificencia de la flor.

Altos y centenarios árboles rodean el misterioso estanque del Templo y protegen al delicado capullo de las abrasadoras flechas del sol, que en principio quemarían y destruirían de inmediato la reciente formada creación...

Altas murallas del Templo son las que detienen el ardiente viento del desierto.

Ahora, ¡oh! buscador, comienza para ti una nueva actividad...

Mas ese quehacer requiere ahora por cierto, también de la tranquilidad externa y de la más silenciosa profundidad.

Ahora, lo que deberás emprender, podrás realizarlo una vez finalizada tu labor diaria, tal vez, antes de las silentes horas del amanecer...

Ahora ha llegado el momento para ti en que deberás aprender a preguntar en voz baja y suave a tu interior y luego también a escuchar a tu interior.

No podrás estar lo suficientemente tranquilo para ello.

Lo que en ti se esconde y pronto debe descubrirse, no puede ser encontrado en la ruidosa conversación de los pensamientos.

Ello está en el centro de tu corazón, no obstante, aún no percibes su palabra, pues su voz es suave cual el lejano trinar del pájaro...

No ahuyentes de ti su palabra.

Presta atención al más leve sonido.

Muy fácilmente puede pasar inadvertida su palabra en ti, si no sabes mantenerte en silencio.

Al principio te contestará a tus silenciosas preguntas en voz tan baja que su misma voz, en ti, sería dispersada por la más leve brisa.

Pero un día, entonces, escucharás por cierto su voz y aprenderás a distinguirla entre todas las demás voces internas.

Tú percibirás la voz, no como si ella hablase desde afuera.

Tampoco te hablará a ti con palabras en el idioma de tu país y ni en ningún otro idioma humano de esta tierra.

Y no obstante, aquello que la voz tenga que decirte, te será mucho más comprensible que todo lo que tú, alguna vez, hayas escuchado desde tu niñez por boca humana, en lenguaje humano.

Ahora tendrás que seguir a esta voz...

Todo tu continuo avance en el sendero, estará exclusivamente precedido por tu fidelidad.

Paulatinamente aprenderás a reconocer, que ahora tu voluntad ya no te obedece únicamente de acuerdo a las instrucciones de tu entendimiento terrenal, sino que ahora te es posible disponer de ella e imperceptiblemente irla encauzando hacia elevadas enseñanzas espirituales, de acuerdo a la voluntad de aquella “voz”...

Más y más profundamente irás introduciéndote en el secreto de tu Alma.

Cuanto más descubras, tanto más aun percibirás en lo recóndito.

Con agradecido y diligente rescata aún la más ínfima vivencia que experimentes en el Alma, pues: tu agradecimiento por lo pequeño te traerá mucho más pronto la plenitud de la vivencia.

Por último, contemplarás un reino de maravillas internas, del cual hoy en día ninguna descripción podría brindarte ni tan sólo una vaga sospecha.

Sucederán cosas en tu vida, que actualmente se llaman “imposibles”, y aun hoy día con toda razón.

Sin embargo, igual que el mayor de los milagros, sucederá que todo esto te será entonces dado en tu poder, de modo que no tengas que esperar con incertidumbre la realización de tu anhelo, porque con toda seguridad, éste se realizará de inmediato por su propia fuerza...

Si tu hasta aquí eres considerado como fiel obediente a los consejos internos, entonces, la “Flor de Loto”, en el estanque espiritual del Templo, de a poco se irá abriendo cada vez más.

Ya pronto o al menos en un tiempo no tan lejano, presenciarás ese día cuando la flor totalmente abierta, brille sobre las aguas radiante de Luz, que ciertamente no provendrá del sol de esta Tierra...

Atiende ¡oh tú buscador!, el día ha llegado en el que tu Dios se revela en ti mismo como tu Dios, en tu “Yo”!

Él nace en ti y tú “nacerás” en él...

Permanece un misterio, también para el contemplador en Espíritu, como tales cosas se concretan de un modo espiritual.

De ahora en mas, no podrás ciertamente prescindir del Guía interno, ahora más bien estarás unido a él de un modo nuevo...

Una vez que el capullo de la “Flor de Loto” haya aparecido, puede que te sea posible contemplar ante ti a tu Guía espiritual en una imagen mágica, si es que se encuentra en ti la predisposición para tal visión.

Él no es él mismo.

Son ciertas fuerzas “mágicas” de tu Alma, que él configura por medio de su voluntad en su imagen.

Sé agradecido si tu “Guía” puede manifestársete visiblemente de tal manera, ya que desde su imagen te enseña, de modo que tú creas estar oyéndolo.

Pero no te preocupes si jamás durante esta vida terrenal, llegases a contemplar su imagen como aparición externa.

Sólo en casos excepcionales le es posible representársete en imagen, y en tal caso, sólo entonces aprovechará tal posibilidad, si fuera necesaria, para tu curación y no para que pueda inducirte a la tentación de utilizar en forma impropia de las fuerzas “mágicas” de tu Alma para otras voluntades en “imágenes”...

Lo mejor entonces, sería no ver jamás ante ti la imagen de tu Guía, a que su utilización de tus fuerzas de tu Alma fuese la causa, a ser complaciente, también ante fuerzas engañosas.

Sentirás tanto más su orientación con seguridad en lo más íntimo de tu ser, y lo que no puedas percibir en lo externo, te será dado aprehenderlo como propio en lo profundo de ti mismo.

Ahora pues, una vez que tu Dios “nació” en ti y tú en él, solo entonces se te revelará tu Guía espiritual en unión con la voz de tu Dios y contigo, en la más alta existencia de su Espíritu.

Tú creerás estar totalmente identificado con él, en tanto él se encuentre en ti...

Ya no te guiará más enseñándote, sino él mismo se te abrirá, y tú podrás tomar por ti mismo lo que aún te haga falta de su tesoro de vida interna,.

Por encima de todo brillará el sol de la alegría divina, y todas las luchas por obtener la Luz y el Conocimiento, tal como una vez anhelaras antes de que te encontraras en el Camino, te parecerán ahora igual a las otrora sufridas “torturas del infierno”.

Tú verás ante ti una infinitud, cuyas más hondas profundidades siempre permiten intuir profundidades mayores aún y saber que tú, unido con tu Dios, marcharás eternamente a través de las más profundas de sus maravillas.

Si tú aquí en este mundo externo únicamente percibes el sufrimiento y la alegría terrenal, te encontrarás siempre solo ante un hombre terrenal, no obstante tu espíritu en tu Dios será elevado por sobre todo lo humano terreno, pues tu Alma se habrá convertido en un “reino” de la eternidad, un cielo dentro del cielo.

Este, oh buscador, es el recorrido del “Camino”, del camino que debes iniciar y recorrer si quieres llegar a tu Dios!

El “Camino” se encuentra en ti mismo, en tu propio “Yo”.

Éste es el Camino, que solo te conduce a ti hasta tu más elevada meta: al “despertar” en el mundo del Espíritu.

Si tu aquí no estás dispuesto a “despertar”, entonces “allá”, al término de esta vida terrestre, seguirás “durmiendo” por largo tiempo, hasta que puedas despertar de los sueños que tú mismo te has forjado y que por siglos te pueden mantener atrapado en su hechizo.

Escucha ahora lo que todavía se te puede aconsejar.

Desde el mismo día que te encuentres decidido a recorrer este “camino”, deberás tallarte un fuerte bastón para el viaje.

Encontrarás entonces “la madera apropiada”, si sabes descubrir la fuerza de la palabra sintiéndola, tal cual se manifiesta en toda lengua humana.

Elige palabras que hablen a tu corazón, palabras que puedan “conmoverte”, “elevarte” y “penetrarte”

Hazte de un pequeño tiempo cada día, de ser posible, háztelo siempre a la misma hora, una hora en la que puedas tratar de incorporar, en meditación, el espíritu de esas palabras, sin que seas perturbado por requerimientos externos.

Conserva entonces una palabra, que por largo tiempo te “conmueva” para tu “hora silenciosa”, como tarea de ejercicio para tu pensamiento, así como un flautista “practica” siempre la misma melodía, hasta haber encontrado la mayor pureza en sus tonos.

Encontrarás en este libro muchas palabras que podrán serte útiles para tal “ejercicio” de tu pensamiento.

En otros lugares proporcioné otras.

Empero, no debes necesariamente atarte a mis palabras.

Los “libros sagrados” de la humanidad se encuentran llenos de palabras que pueden “conmoverte” y “elevarte” hacia ellas mismas.

Poetas y Sabios han proporcionado ciertamente tales palabras en abundancia.

Peligro hay solamente en que tu, al mismo tiempo, encuentres en tales palabras la falsa enseñanza y la incomprensión que habitualmente le asignan la tradición popular.

Por eso te aconsejo mejor que al comienzo elijas palabras de mis escritos, si es que quieres confiar en mi enseñanza.

Comienza entonces tal como ya te lo he dicho, tratando primero de descubrir en “pensamiento” el significado de tales palabras.

Luego, trata de encontrar en ellas una forma de pensar que sea “sin palabras”

No descanses hasta que tu, en una comprensión “sin palabras”, sepas hacer tuyo el más profundo sentido de las palabras elegidas.

Grábalas a tu ojo, desligadas de otras palabras, escritas en claras letras por tu propia mano.

Siente las palabras de tu elección como si fuesen tus propias palabras.

Trata de producir en ti el estado espiritual de aquél, que por primera vez escribió esas palabras.

Busca despertar tu oído interno, en tanto intentas “escuchar” el sonido de las palabras en lo más profundo de ti.

Una vez que en todas estas formas de comprensión puedas apuntarte éxitos seguros, entonces sigue adelante, pero, recién entonces, aun cuando te sea necesario un largo tiempo, hasta que te encuentres preparado.

Te prevengo de “concluir lo más rápido posible” a fin de seguir avanzando.

Pues puede llegar a parecerte que tu, en “pocas horas” podrías alcanzar todo esto...

Tal vez también hoy creas aceptar mi orientación y no necesitar ya de ninguna manera tal ejercicio de comprensión...

Muchos que una vez quisieron iniciar el camino, quedaron detenidos ya al comienzo por cuanto pensaron de esta manera.

Se pide aquí mucho más de lo que tú en un primer momento hayas querido suponer.

Frecuentemente se dicen muchas cosas en palabras semejantes, que en sí son muy diferentes.

No se te pide aquello que los poetas llaman “sensibilidad del lenguaje”, si bien un hombre habituado a percibir el tono y el ritmo del idioma y a sentir el valor de las palabras, ya se encuentra a medio camino, si es que comprende la tarea que aquí se propone...

Si empero has alcanzado verdaderamente todo lo que se te pide, entonces una nueva y gran ampliación de tu sensibilidad, una infinita y despierta experimentación de tu existencia te dará la seguridad de que estás protegido de cualquier autoengaño.

Entonces sigue avanzando, tú, que aspiras a la más alta de las metas humanas.

Ahora debes tratar de sentir aquellas palabras en ti mismo con todo tu ser.

Ahora aquellas palabras tienen que llegar a ser en ti algo viviente.

No solamente tu Alma debe estar compenetrada del “espíritu” de las palabras, sino también cada fibra de tu Cuerpo terreno debe ahora llegar a sentir esas palabras.

Las palabras deben de fundirse en ti en un solo ser, junto con tu Alma y tu Cuerpo.

Tu Cuerpo terreno tiene que llegar a ser el cuerpo de las palabras elegidas, como si no hubiese ninguna otra cosa viva en él.

Las fuerzas de tu Alma, ya unificadas firmemente en tu voluntad, deben ahora también unirse a las palabras que has elegido y tu tienes que sentirte como consciente de esas palabras.

Entonces, habrás logrado grandes cosas en tu Camino.

Por primera vez vas a comprender, lo que es la “Vida”, que te mueve a ti como a todo lo existente.

Te parecerá como que estuvieras sobre una nueva Tierra, en un nuevo mundo, jamás antes vislumbrado...

Al reconocerlo te darás cuenta, que todo aquello que los hombres de la Tierra suelen llamar “estar despierto”, no es otra cosa que un profundo y sordo “dormir” y un confuso “soñar”.

Aquí puede comenzar una clara percepción del mundo espiritual, si es que desde un comienzo las fuerzas emplazadas en ti lo permiten, y si es que eres un hombre de contemplación y no uno de comprensión abstracta.

Si tu, no obstante, de acuerdo a tu forma particular, recién “té enteras” de aquello que quieres aprehender solo cuando lo conoces, apenas llegarás a lo “contemplativo”, en todo caso, llegarás a experimentar conceptualmente...

Te habrás transformado en un nuevo hombre y habrás logrado tener una conciencia de ti mismo, que apenas podrá ser comparada a tu conciencia actual.

Así como el brillante sol del mediodía hace desaparecer con su luz, la luz de una pequeña lámpara de aceite, así desistirá y desaparecerá en tu nueva conciencia, lo que tú hoy día aún llamas tu “conciencia”.

Entonces sabrás por qué el Sabio habla de la “Vida” como de la “Luz” de los hombres y comprenderás el magnífico sentido de las muchas interpretaciones de las palabras.

“En el principio era el verbo y el verbo era con Dios y Dios es el verbo...”

“En Él estaba toda vida y su vida es la Luz de los hombres”.

“Y la Luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no puede extinguirla”.

Quien escribió estas palabras, sabía muy bien lo que decía, y también tú lo sabrás, cuando hayas llegado a este punto de tu Camino...

Sin embargo, “el Reino de los Cielos” tolera violencia y aquellos que emplean la violencia lo arrebatan hacia sí.

Sin el dominio de tu impaciencia, sin la aplicación constante de tus fuerzas, jamás debes de esperar obtener el éxito.

No creas tampoco, que un furioso deseo de forzar o un compulsivo esfuerzo pudiese aproximarte a tu objeto.

Así no debe ser entendida aquella palabra.

Constantemente debe abarcarte un estado de serena tranquilidad y silenciosa alegría, y toda tu preocupación debe estar dirigida a alcanzar, con indecible cuidado, aquella delicada percepción interna de la cual antes te hablé.

Te costará mayor “esfuerzo”, “contenerte” de esta manera, que la que te podría demandar alguna acción heroica y de gran repercusión externa...

Si haz considerado cuidadosamente lo que te he dicho y estás dispuesto a realizar de aquí en adelante lo que se te exige, puedo darte entonces la seguridad, que tú también pertenecerás un día a quienes les está reservado conocer dentro de sí el secreto del “Reino de los Cielos”.

Entonces comienza, pues, tu escarpado Camino.

Quiera que una inagotable perseverancia te acompañe hasta el final.

Elevada ayuda te estará cerca en todo momento...

No mires hacia atrás, hacia la vida llena de sufrimientos y alegrías, culpas y merecimientos que pueda yacer tras de ti.

Sabe también que para tu tarea, tiene el mismo valor el que hayas sido poseedor de toda la erudición de la tierra, o el que seas él más bajo entre los ignorantes.

No trates de aislarte de los hombres, y no creas que una diferente forma de vida, ajena a la de tu época y de tu país, pudiera llegar a favorecerte.

Mucho menos aún puede servirte o dañarte el tipo de alimentación en tu camino, en tanto mantengas solamente a tu cuerpo sano y con fuerzas.

Si quieres evitar la carne de animales sacrificados, entonces evítala, y si quieres renunciar al vino, entonces renuncia a él, pero no creas que por esto llegarías a ser entonces un ser humano “más puro” o incluso “más elevado”.

Lo mismo vale para el amor sensual entre hombre y mujer.

No te rebajes hasta lo completo animal y mantén siempre tus impulsos dominados con mano firme para que ellos jamás puedan someterte contra tu voluntad, pero tampoco ensucies por medio de la difamación un misterio que tu recién podrás entender en forma “pura” cuando pertenezcas a los despiertos en el Espíritu.

Los sacerdotes de los más antiguos cultos no han indagado sin tener profundos motivos, proclamando sagrados los símbolos de la procreación, y ciertamente: veneraron otras cosas en ellos, que solo una representación de la eterna y procreadora naturaleza...

Sin embargo, abstinencia se te impone solamente allí, donde la indomable avidez de tus impulsos pudiera ser causa de desgracia para ti y para otros.

Es necesaria la abstinencia frente a todo vicio ya que éste rápidamente impediría y finalmente ahogaría tu elevado anhelo hacia el Espíritu.

¡Evita todo aquello que pudiera dañarte a ti o a otros!

¡Evita igualmente todo pensamiento de desamor!

¡Ámate a ti mismo! Pues, si no puedes amarte a ti mismo, poco de bueno le harás a tu “prójimo”, si así lo “amas” como a ti mismo.

Sigue tu propio camino, pero deja también recorrer a otros el suyo propio, aun cuando sus metas se encuentren distantes detrás de ti.

Tú no sabes cuando le llegará la hora al otro, y no tienes derecho a molestarlo en su sueño antes de su hora...

No podrías en todo caso, “despertarlo” pues nadie escapa al sueño antes de que le llegue su hora.

Sí, en cambio, su hora está próxima, entonces él mismo te solicitará enseñanza.

Recién entonces debes dársela.

Recién entonces los Iluminados de la Luz Primordial estarán con su fuerza a tu lado, y favorecerán eficazmente tu pedido de ayuda.

Tú no estás llamado a guiar desde el Espíritu hacia el Espíritu, y los que son llamados a ello, jamás van a obligar a otros a confiarse a su dirección.

Sigue en silenciosa alegría tu camino hacia ti mismo.

Tu camino hacia ti mismo te conducirá, en el reino de tu Alma, hacia tu consejero espiritual y él en ti, te orientará hasta lograr tu más elevado objetivo...

Tu camino hacia ti mismo es tu camino hacia Dios.

Jamás podrás llegar a Dios, si no lo encuentras, tal cual él es en ti mismo.

Pero ahora te diré algunas palabras más que te permitirán reconocer la obra del reino espiritual sobre la tierra y algunas otras cosas ocultas, si tú, con buena voluntad, quieres conocer lo espiritual.

Quiero colgar algunas coronas de flores en las paredes de tu hogar.

Coronas de aquellas flores que encontré por mis más elevados caminos y en mi floreciente jardín al final de mi último objetivo.

¡No me deshojes las coronas y deja cada flor, allí donde yo la he combinado!

De no ser así, no podrás aprehender en su pureza la única gran Realidad, la que todas las palabras de este libro te vienen anunciando...

Entonces no podrás interpretar el secreto, que aquí se devela en silentes palabras: el secreto de la Vida Divina en el hombre terreno, el sublime misterio del Dios viviente.


EN SÔPH

“En Sôph”, es “lo que es de sí mismo”, es “Espíritu” que en sí mismo todo lo abarca.

Las fuerzas del universo, son “causas” de muchos “efectos” y esto les induce a ustedes a buscar el origen de una primera causa.

No obstante, de acuerdo a vuestros sentidos, jamás ha existido una “causa original”.

“Dios” se crea eternamente del caos de los elementos del Ser.

Nada es aquí “causa” y nada es “efecto”.

Sólo la libre y consciente voluntad del Espíritu, se crea a sí mismo, para sí mismo en “Dios”.

Los elementos del Ser actúan caóticamente, y allí, desde el origen del Ser donde son lanzados hacia afuera, se evidencian como las más profundas, las más poderosas potencias creadoras de la naturaleza primordial.

Allí activan compulsiva e instintivamente, sin autoconciencia en su acción.

Allí se encuentran aún separados y cada uno de ellos sólo trata de imponerse a sí mismo.

De tal autoafirmación de lo diferenciado resulta empero, polo y contrapolo y con ello, la atracción, que en el transcurso de un inconmensurablemente largo tiempo terrenal, deviene luego en la concentración...

En el Alma del hombre terrenal será entonces la reunificación de todos los elementos-del-Ser-original nuevamente realidad, cuando la voluntad humana así lo pretende.

Lo que en tu corazón brama y apremia a la conformación, lo que continuamente te moviliza y te mantiene inquieto: ese persistente anhelo de querer alcanzar alguna cosa, se reconoce como la consecuencia de aquellas fuerzas del Ser original, que renovadas y ahora determinadas individualmente, quieren reunificarse.

Aún se agrupan en estos elementos muchas voluntades, que se revelan en ti en la elevada forma que tu conciencia necesita, como tus fuerzas del Alma...

Empero tu aún no dispones de la voluntad, que sabe como unificar a todas las demás voluntades en sí misma...

Todo cuanto hacia afuera en ti dice “yo” y lo que en tu interior sientes como “yo”, es todavía, en la mayoría de las veces, una de las muchas voluntades, que deben reunirse en una, en la chispa de Luz espiritual de tu ser consciente de sí mismo...

Sólo en el ser consciente, puede la conciencia divina evidenciarse nuevamente en los elementos-del-Ser-original.

Desde la impresionable, tanto en lo invisible como en lo visible, naturaleza primordial hasta la unificación en la conciencia de un hombre terreno (y hay por cierto muchas “Tierras”), el camino de los elementos-del-Ser-original conduce nuevamente hacia lo alto, hacia un “nuevo” ser consciente de Dios.

Lo que tú empero, contemplas desde afuera y denominas “fuerzas de la naturaleza”, no es nada más que como el efecto, nada más que el reflejo y el testimonio de la mutua influencia de los elementos del-Ser-original, sin embargo de ninguna manera son idénticos ellos mismos!

Lo que tú llamas “la realidad” del visible e invisible universo, es solo “real” en tanto representa únicamente la manifestación del Ser primordial, en los elementos del-Ser-original en diversas etapas de formación.

El universo “es”, en tanto los elementos-del-Ser-original “son”, pero no “de sí mismos”.

Aun ustedes hablan de un “Dios”, “creador” de todas las cosas, que “creó” un mundo infinito en su honra y que lo “conserva” en su honra.

Sin embargo, tal representación de Dios y tal explicación de la existencia del mundo, pudo ser excusable solamente en tiempos remotos, donde aun nada se conocía de todo aquello que actualmente se evidencia en el accionar de los elementos-del-Ser-original, y que deberían ciertamente constituir un motivo para borrar de vuestros pensamientos aquellas antiguas representaciones.

Empero, si quieren seguir conservándolas aun, es por igual, tanto una insensatez como una difamación.

“Dios” es por sí solo el creador de sí mismo en todo lo que “existe”, y todo lo verdaderamente “existente”, es ser de su ser.

“Dios” es únicamente el engendrador de sí mismo y no, de acuerdo a vuestro sentido, el creador de los hombres y de las cosas.

Las fuerzas formadoras de todos los soles y mundos, son formas del Espíritu, elementos-del-Ser-original, que se experimentan en el tiempo y en el espacio, y así en tiempo y espacio se cristalizan formas espacio-temporales, solo como una manifestación temporal y eventualmente condicionada por el espacio...

Elementos-del-Ser-original son empero, constantemente lanzados fuera del Ser primordial regresando siempre a él.

Así ha sido desde la eternidad y así seguirá siéndolo eternamente.

Permanentemente se evidencia el cambiante efecto de los elementos-del-Ser-original: tan pronto promoviendo la manifestación, tan pronto promoviendo la destrucción de la manifestación.

Empero, ellos mismos “son” de eternidad a eternidad, así cambien siempre su forma de acción, ellos no serán “accionados” por nadie...

Nunca hubo un “comienzo” y jamás podría haber un fin de esta primordial y eterna vida.

Todo el amplio universo, fecundado de formas, con toda su visibilidad y su, para ti, invisibilidad, es solamente el reflejo de las olas de un eterno y espiritual “mar”, del cual se eleva, con fuerza propia, la nube de la divinidad.

“Dios” incluye al universo y el universo incluye a “Dios”.

El “perpetuum mobile” que sabios y necios anhelaron idear, ya existe desde hace tiempo y no puede ser “ideado” por segunda vez...

Todos cuantos han anhelado “idearlo” solo lo intuían al Ser del inconmensurable “todo”,, si bien reducido a proporciones pigmeas; el Ser de aquello que “es” allí, de sí mismo, sin “principio” ni “fin”, la “vida” eterna, en el ciclo del Ser.


SOBRE LA BÚSQUEDA DE DIOS

Tú aún buscas un Dios en una lejana inmensidad.

Atiende a lo que te digo:

En tanto tu Dios no “nazca” en ti, así como tú en él, no lo encontrarás en ninguna parte.

Antes de que tu Dios haya “nacido” en ti, harás estremecer en vano todos los espacios infinitos a través de tu más profundo grito hacia Dios...

Se te ha dicho que el hombre terreno sería un “Dios” velado, y que tú tan sólo deberías alcanzar el conocimiento de ti mismo, a fin de encontrarte a ti mismo como “Dios” por toda la eternidad.

Quienes así te hablaron, se encontraban ciertamente mucho más lejos de Dios que lo que suponían.

Tú no eres Dios, sin embargo, sólo en ti sobre esta Tierra, puede crearse tu Dios, y entonces te encontrarás de tal manera unido a tu Dios, como la palabra y el sentido están unidos en la poesía.

Entonces nada podrá separarte de tu Dios.

Por toda la eternidad él estará “vivo” en ti.

Por ello, ya no busques más a Dios en las interminables distancias, ni tampoco en un mundo inaccesible en lo alto, por encima de todas las estrellas.

En tanto busques a Dios, aún tu Dios no se ha “creado” en ti.

Una vez que haya “nacido”, ya no lo podrás buscar más.

Nada puede ser más necesario, que la “búsqueda de Dios”.

Mas trata de encontrar en ti el Camino, por el cual tu Dios pueda salirte al encuentro.

Trata pues de disponer todo en ti, a fin de que tu Dios pueda unirse a ti.

Observa, la voluntad del eterno Espíritu que todo lo abarca, te “quiere” y “vive” en ti, para que un día él mismo pudiera “nacer” en ti como tu “Dios”.

“Adviento”, la época de la preparación, que sea de aquí en más en tu Alma, pues mira: tú eres “Bethelem” y en ti debe manifestarse tu rey que puede redimirte, el único que puede redimirte.


SOBRE ACCIÓN Y OBRA

Tu debes ser activo y accionar en tu Camino, siempre donde se encuentren en ti fuerza y talento para accionar y obrar.

El día llegará en que estés unificado con tu Dios dentro de ti, toda tu vida será solamente un accionar y un obrar. Sí, tú mismo serás únicamente acción y obra.

¡”Dios” es un fuego viviente!

En Él todo es destruido lo que es inactiva pereza y rigidez.

La voluntad del Espíritu no puede “nacer” en ti como tu Dios, si tú no estás activo, como si tu Dios ya estuviese unificado contigo...

Tu Dios será un Dios de la fuerza y del atrevimiento, y no un demonio de débiles deseos, de temores que van consumiéndote.

Que tu amor encuentre a toda hora un obrar activo, igual al Espíritu que en la eternidad obra en sí mismo, en una acción permanente.

¿Cómo esperas unirte a tu Dios, en tanto tu amor se aleja de él?

Solamente puedes llegar a ti mismo en tu Dios, si estás dispuesto, a unirte a tu Dios, accionando, ya que el Dios viviente no es un Dios de soñadores y fantasiosos.

Sólo en almas despiertas puede él “nacer”...

Su Luz es demasiado luminosa, como para que almas crepusculares pudiesen alguna vez tolerarla.

Une las fuerzas de tu Alma hacia una elevada acción.

Lleva a término aquello que puedas llevar a término aquí en la Tierra, y actúa lo máximo que seas capaz.

Así podrás encontrar un día, liberado de temor, a tu Dios en ti, a tu Dios viviente.

Tú no estarías en la vida, si la “vida” no estuviese actuando en ti, como “obra” del Espíritu...

Solo es “eterna” tu vida, por cuanto toda “obra” del Espíritu eterno es eterna, tal como él mismo lo es.

Empero, temporalmente tú eres como la manifestación temporal de este mundo terreno, por lo cual es un deber terrenal para ti obrar en todo lugar en lo temporal de la temporalidad, así como tú mismo eres obrado en la eternidad, eternamente por lo eterno.

Sólo en continuo accionar puedes, y de hecho debes estar dispuesto en ti mismo, a considerarte reafirmado, tal como la elevada orientación te lo demanda, así tu Dios puede “nacer” en ti mismo.


SOBRE LA SANTIDAD Y EL PECADO

Aquellos que realmente tuvieron conocimiento de las postrimerías, siempre despreciaron sonrientes al “santo” en su vanidosa y falsa humildad, pero también supieron distinguir entre los vanidosos “dechados de virtud” y los verdaderos seres de alma grande, quienes a veces se han proclamado “santo”...

Ellos quieren encontrar hombres orgullosos, que sepan vivir con la cabeza bien en alto, no pobres mendigos yacientes ante las puertas de la divina magnificencia, no llorosas almas penitentes.

Quieren encontrar hombres, que sepan transformar la vida en una obra de arte, no a quienes se doblegan ante la vida igual que la bestia de carga bajo su peso.

No es digno de adquirir el premio de la victoria, aquel que la culpa y el pecado sean capaces de arrojarlo fuera de su ruta.

Quienquiera abrirse paso hasta la gran victoria, no debe atormentarse con pesares de que el polvo de lo cotidiano pueda ensuciarle su vestimenta...

Quien continuamente esté empeñado en limpiarse las manchas de su abrigo, muy pronto habrá perdido de vista su más elevado objetivo...

Ciertamente no aconsejo a nadie revolcarse en el lodo, mas todo aquél, que desee llegar a la meta, debe despreocuparse del polvo cotidiano y de las pequeñas manchas que recubren sus ropas durante su andar.

Tu pie quedará continuamente pegado en él mismo lugar, y jamás tendrás confianza en tu andar, si te dejas perturbar en tu Camino por los errores que nunca podrás evitar por completo.

El “santo”, en cambio, es igual a aquel hombre que se seccionó los tendones a sí mismo, y que ahora yace sobre el camino cual inválido, sin embargo sueña que vuela con los ojos abiertos.

¡Oh!, cuanto más me eres preferible caminando apesadumbrado, cargado hasta los hombros de culpa y pecado, a tener que verte en peligro de convertirte en un “santo” de aquellos!

Todo lo mejor de tu fuerza se te irá perdiendo si pretendes imitar al “santo”, y sobre todo si tratas de mantenerte “libre de todo error”...

No podrás utilizar tus fuerzas, si tu preocupación constante está en evitar todo error, pues en donde estés verdaderamente activo, allí siempre tropezarás, al mismo tiempo y sin quererlo también con el error y el pecado.

Así entonces, igual que el polvo del mármol en el taller del escultor ciertamente no disminuye en nada el valor de su escultura, así tampoco tu “Yo”, al que tratas de darle forma a partir de la “piedra bruta”, de ninguna manera perderá en valor a causa del “polvo” y el “cascote” que queda esparcido alrededor, hasta que tu nítida forma quede finalmente esculpida.

Olvídate del “polvo” y el “cascote” del taller, y piensa únicamente en la “obra” que tú debes crear de tu propia existencia hacia la sublime belleza y la eterna existencia.

Y si has caído profundamente, donde no deseabas caer, entonces apresúrate a levantarte y olvida que jamás llegaste a tener una caída.

Pero si aun entonces, tu voluntad también llegara a derribarte, no debes tener otra preocupación que levantarte inmediatamente de nuevo.

Es inútil tu “remordimiento” después de la caída, mas tu enérgico erguirse puede ayudar a proporcionarte la seguridad permanente, que enseña a evitar todo nuevo traspié...

Verdaderamente, mucho mejor progresa aquel, que conoce en sí mismo la fuerza para erguirse tras la caída, que aquel otro que en continua pusilanimidad, quiere evitar cuidadosamente todo traspié.

No hay nada que pueda llegar a perjudicarte más en tu camino, que el temor ante las fuerzas contraproducentes de la culpa, y a su vez, dichas fuerzas paralizantes, nacerán exclusivamente de tu temor.

En amor continúa tu Camino libre de todo temor, mas ojalá que tu amor no te haga perder jamás las fuerzas que necesitas para poder resistir.

Sé siempre bondadoso hacia todo lo viviente, ya que “bondad” para con el tigre significa un disparo certero, porque también aquello que debes destruir, no debes hacerlo sufrir.

Libre ha de ser también tu bondad y amor, pues sino se convertirán en una carga.

Libre es solamente quien se libera por sí mismo.

Ningún “Dios” externo, tal como lo imaginas por encima de las estrellas podrá jamás liberarte.

Empero: si te ayudas a ti mismo, también tu Dios te ayudará, tu Dios que en ti mismo querrá un día “nacer”.

Tú mismo te has creado tus fantasmas y solo tú mismo podrás destruirlos.

Hay mucho para ti que aún sigue siendo válido como “culpa” y “pecado”, y si bien aquella carga por cierto no sea digna de atención, hay otras que tomas con tal ligereza que incluso aplicas allí tu “virtuosidad” a pesar de que te sean una tentación que conduce hacia la perdición...

Jamás debes buscar la “tentación”, pero tampoco debes imitar al “santo” y así proscribir a tu ojo, al ver por doquier únicamente la “tentación”.

Ve por tu camino con la cabeza bien erguida y sabe: que siempre estarás protegido de la mejor manera, si es que puedes tener confianza en ti mismo.

Ninguna “caída” o “falta” podrá entonces impedir tu andar, hasta que un día, fortalecido de enorme fuerza, hayas alcanzado tu objetivo, que se encuentra en ti mismo.

Mas te prevengo y te aconsejo:

Es preferible que busques la culpa y el pecado, empero cuídate del deseo de alcanzar la “santidad”.


EL “OCULTO” MUNDO

En las palabras de este libro, se ha hablado hasta aquí, casi exclusivamente de aquello “invisible” que es tu Alma y que se despliega en tus fuerzas anímicas, así como también de aquel elevado mundo del Espíritu, del cual procedes y al cual deberás volver a encontrar, si quieres llegar a Dios y encontrar la paz, que el mundo externo no puede darte.

Queda empero, por hablar acerca de otro “invisible”: de un invisible que te rodea por fuera, igual que todas las cosas y formas materialmente visibles...

Este “invisible” es una parte muy poco conocida de este mundo físico-material, y al mismo tiempo la parte incomparablemente mayor...

A través de este “invisible” debe deslizarse el Guía espiritual, como a través de un puente, si desea acceder a ti, al aún no dispuesto, ya que tú todavía no estás preparado para percibirlo desde la unidad de tus fuerzas anímicas, así como más tarde lo habrás de reconocer, en Dios.

Ante todo, él puede alcanzar tu interior solo desde esta “Invisibilidad externa”.

En todas las épocas han existido hombres que reconocieron con total certeza este “invisible externo”.

Tal conocimiento no era y es sin valor alguno, para el logro de sus más elevados objetivos.

Ellos “ven” más que otros, así como cuando tu miras a través de un telescopio, puedes ver los “anillos” y las “lunas” de las distantes estrellas, en tanto que un hombre, que sólo mira a simple vista, no percibe mas que un punto luminoso...

Su “visión” está ligada a un órgano físico, que en el hombre contemporáneo sólo muy raramente se encuentra con tal “capacidad de desarrollo”, como para que él pueda utilizarlo.

En hombres de tiempos remotos, este órgano estaba con frecuencia muy fuertemente desarrollado y también en hombres posteriores se irá desarrollando nuevamente, una vez que ellos mismos logren obtener la seguridad, de que ya no les será nunca más perjudicial...

La evolución de tales órganos físicos, no indispensables para la vida cotidiana, se efectúa de acuerdo a la forma del movimiento ondulante, tan pronto con mayor, tal pronto con menor intensidad en el interior de la especie en conjunto.

Y así también se fue apagando la capacidad de reconocer con certeza lo invisible de este mundo físico-material hasta el último vestigio, para luego reaparecer nuevamente por doquier en otras épocas.

Se trata de órganos rudimentarios del animal humano de los tiempos primitivos, que solamente les son beneficiosos a quienes se encuentran anímicamente preparados con la facultad que les permite utilizarlos correctamente.

Los hombres, en los que los órganos que sirven para la percepción del invisible externo se encuentran totalmente desarrollados, están siempre dotados también de las mismas “experimentadas” fuerzas del Alma, las que en muchos hombres de épocas primitivas ya eran activas.

Allí donde siempre se encuentra a este “poder de ver” en el mundo físico-invisible vinculado al mismo tiempo al anhelo por un conocimiento superior, allí aquel que está dotado de este modo, no caerá presa del error en esta parte invisible del mundo terreno, sino que encontrará consejeros bondadosos y atentos auxiliadores del reino del Espíritu esencial, que le facilitarán la compresión de aquello que él percibe.

Si ha llegado a “despertar” completamente, puede asimismo ser posible que obtenga a través de un “despertar” más elevado, poder sobre fuerzas de este mundo invisible, a fin de contribuir con el plan del desarrollo de la humanidad terrena, como desde hace milenios es impulsado por los Iluminados de la Luz Primordial.

Las más de las veces, se encuentran bien pocos entre los “conocedores de lo invisible”, que sean “utilizables” para tal cosa.

Empero es de desear, que todo hombre que de una u otra manera perciba en sí, sea débil o intensamente, el órgano para el conocimiento de lo físico-invisible, que lo examine con sumo cuidado y sobre todo que lo preserve de todo mal uso...

Tal vez pudiera ser que algún germen, bajo un preciso cultivo, sea llevado a desarrollarse en forma beneficiosamente activa.

Son necesarios innumerables “trabajadores en la viña” y la Humanidad de estos días ganaría en mucho, si de ella pudiesen resurgir nuevamente experimentados Auxiliadores y Maestros, que supieran marchar también en lo invisible de este mundo físico por caminos seguros...

No es el “experimento” mediante médiums y crepusculares lo aquí trae aclaración, sino la exclusiva propia experiencia de los orgánicamente capacitados.

Todo respetable afán de investigación científica, concretado a través de los llamados experimentos “metafísicos”, tal como su designación ya lo revela, parten de falsas premisas, de equivocados prejuicios, invocando únicamente a las fuerzas parásitas de lo físico invisible.

Estas “fuerzas parásitas”, siendo parte del invisible mundo físico, son seres, que de acuerdo a las apariencias, se asemejan bastante a las fuerzas de las que el Alma está constituida, pero de ninguna manera deberían ser confundidas con “las fuerzas del Alma”.

Sería la misma confusión, si se quisiese comparar las morisquetas de los monos tras los barrotes de su jaula, con el ingenioso y perfeccionado arte de representación de los grandes actores humanos sobre el escenario...

Así cómo los seres de la parte invisible del mundo físico, tienen algo que ver con los llamados experimentos “metafísicos”, tampoco sería diferente cuando en medio de un ambiente solemne, se cree tomar contacto con almas humanas difuntas, las que por cierto, no están exentas de algún tipo de “conciencia” y que frecuentemente “saben” más que aquellos que las interrogan; empero, estos seres son solo conscientes de sí mismos en una forma oscura y crepuscular, de manera que no podrían, de acuerdo al concepto humano, ser moralmente juzgados, cuando en cada caso se hacen pasar por aquello que se pretende creer estar viendo en ellos, o se pretende creer poder encontrar en ellos.

Ellos quieren antes que nada, encontrar una confirmación a su existencia y a fin de obtenerla, están dispuestos a todo lo que no supere su propio poder, pero van más lejos aún, y procuran incluso aparentar tener mayor poder, allí donde su poder no alcanza...

No los ata ningún “deber” ni ninguna “consciencia”.

Tu ruina les proporciona igual placer que tu fortalecimiento, en tanto ellos encuentran la confirmación a su existencia en ti, a través de su influencia sobre tu persona.

Pobre de aquel hombre, a quien estos seres ya “poseen”.

Ellos le chuparán la médula de la vida cual vampiros, ya que tienen que “alimentarse” de sus fuerzas, si han de estar a su servicio.

Si él mismo no pudiese sacudírselos de encima, será esclavo de sus oscuros impulsos hasta que su propia Alma “perezca” en ello, ya que sus fuerzas se irán diluyendo poco a poco, después de lo cual, una vez que el cuerpo terreno se acueste a dormir el ultimo sueño, su pasada consciencia terminará desintegrándose a la “muerte” eterna, lo único que en verdad puede realmente amenazar al hombre terreno.

Pocos son los hombres que conocen con certeza la naturaleza preñada de engaño de estos seres, a los que difícilmente se los puede denominar, ya que en el aspecto visible, no existe imagen comparable alguna.

Son estos seres invisibles que por medio de sus fuerzas el faquir produce sus “milagros”, y aquellos que no los conocen, se asombran ante el faquir cada vez que un genuino de estos mundos inferiores, se manifiesta...

Estos seres “pueden” muchas cosas, que jamás le sería posible al hombre sobre la tierra, en tanto actúe sólo con sus propias fuerzas.

Ellos “ven” tus pensamientos mejor de lo que tú mismo puedas conocerlos, y pueden hacer aparecer ante tus ojos en forma visible, tus más ocultas imaginaciones...

Ellos pueden transitoriamente, construir formas y sustancias, tan aprehensibles como cualquier otra cosa terrena, como cualquier sustancia que te sea conocida, ya que estos seres son los activos e invisibles tejedores de la conformación física, que unen toda manifestación a hilos invisibles...

Ellos pueden envolverse en formas humanas de hombres que desde hace ya mucho tiempo no viven sobre la tierra, ya que cada forma una vez que “fue” sobre la tierra, es conservada en la esfera de estos seres; un ejemplo aun cuando la comparación sea inexacta, dicha forma es parecida a la matriz galvánica, de la cual en todo momento se puede obtener un nuevo molde.

En realidad esta matriz es una formación invisible y un hálito tenue: un sistema de laminillas que representa la réplica matemáticamente exacta de todas las formas internas y externas que otrora conformaran un cuerpo humano.

Esta conformación, que normalmente se encuentra retraída sobre sí misma, dentro de un estrecho espacio, es en cierto modo y bajo determinadas condiciones, “rellenada” con las fuerzas físicas, que usualmente recibe del cuerpo terreno del “médium”.

El “médium” debe permanecer, durante el tiempo que dure tal manifestación, en aquel estado de inconsciencia que se conoce con el nombre de “trance”.

El tiempo de duración de la manifestación del aparente cuerpo formado, aún en el más favorable de los casos, es extremadamente corto por la acción del campo del Alma animal, del inconsciente “médium”, estando esta alma animal al mismo tiempo retenida en una especie de hipnosis por aquellos seres invisibles del mundo físico, que se manifiestan en el generado cuerpo ficticio.

El que un fantasma así, pueda incluso llegar a hablar de la misma forma que la de su difunto modelo original, no es en absoluto más asombroso que la capacidad de hablar de un hombre encarnado en forma normal, ya que por el tiempo de duración de su existencia, también se encuentran reproducidos en el cuerpo ficticio todos los órganos en forma física, exactamente igual a como se encontraban expuestos en su modelo original, y aún con respecto a cualquier deformación u otras deficiencias.

No será apenas necesario insistir aquí, y así lo espero, que esta forma remanente en el físico invisible, no tiene mas nada que ver con el hombre que otrora lo determinara, igual a la piel desprendida de la serpiente con el reptil que se ha desembarazado de ella.

No por nada, he abordado aquí ciertos fenómenos, cuya sola exposición ya de por sí me resulta desagradable.

Es que quisiera verte en condiciones de poder juzgar por ti mismo, fenómenos que pueden llegar a desconcertarte, o asimismo puedan ponerte a prueba.

No debes dejarte engañar por ignorancia, cuando lo asombroso pueda acontecer ante ti.

No todo lo que aquí se menciona, que puedes encontrar en el terreno de lo engañoso, sea necesario evaluarlo como “peligroso”...

Solo lo auténtico de esta especie, encierra un verdadero peligro.

Te prevengo aquí por razones válidas.

También en ti, pueden aquellos seres olfatear una presa, cuanto más aprendas a conocer sus efectos,...

Ellos encuentran, con demasiada frecuencia, una presa tal entre aquellos, que en lugar de avanzar por su elevado camino hacia la unificación de las fuerzas de su Alma hacia su Dios, hacen esfuerzos por obtener fuerzas “ocultas”, sin haber alcanzado previamente aquel grado de comprensión, el cual es indispensable para que un verdadero unificado en el Espíritu entre sus hermanos hombres, pueda enseñarles tras largos años de rigurosa preparación, a dominar a los aquí mencionados seres y sus inquietantes fuerzas.

Y aun entonces, todo aquel que innecesariamente las excite y las utilice, queda expuesto a un continuo peligro, y ninguno de aquellos, que otrora tuvieron que aprender a vencer a este reino del físico invisible para probar sus fuerzas, jamás permanecieron en él, mas del tiempo necesario, que le haya exigido, la amarga imposición de una “tarea”.


EL TEMPLO ESCONDIDO

Todos aquellos que hayan ingresado o vayan a ingresar en el Camino de elevación que en este libro he mostrado, se encuentran de inmediato en su interior en una íntima relación entre sí, aun cuando en el mundo externo los separe miles de millas...

Tal “contacto” se efectúa de manera dual: primero a través de una recíproca atracción de las radiaciones, las que se determinan a sí mismas a través de centros de voluntad humanas en forma de “remolinos” de radiaciones, en ciertas elevadas regiones del invisible físico, donde involuntaria e inconscientemente son generadas, y allí ponen en contacto a todo lo similar.

Luego, a través de las directas influencias de las fuerzas del Alma, que requieren sólo de la misma dirección que les dan los intencionados anhelos, para que en forma práctica y de inmediato, independientemente del tiempo y del espacio, se encuentren conectadas entre sí.

No obstante, es un rasgo humano, querer también en el reino de los sentidos terrenales externos reconocerse y estar cerca, apenas uno se siente estar vinculado al otro por una similar actitud hacia la misma meta.

A muchos les fortalece también el valor y la fe, cuando en el “Camino” pueden cada tanto, conversar con sus compañeros de viaje...

Y hay también razones de índole más elevada, que hacen muy deseable una frecuente mancomunidad visiblemente cercana.

El camino hacia la vida espiritual se abrirá, las más de las veces con mayor facilidad, cuando dos que lo hayan iniciado, se encuentren también unidos en lo externo y así puedan recorrerlo juntos.

Por eso, todo aquél que haya obtenido la facultad y la fuerza para la enseñanza de estas cosas, deberá recordar la palabra del elevado Maestro de Nazaret:

“En donde dos o tres se encuentren reunidos en mi “nombre”, allí estaré yo en medio de ellos”.

Empero, que nunca sean más de “dos o tres” los que cada vez se reúnan para el mancomunado intercambio de sus experiencias espirituales, por medio de la palabra del lenguaje externo.

Por buenas razones se exige este pequeño número.

Por lo tanto, todo grupo mayor relacionado espiritualmente, sólo podrá llegar a una acción beneficiosa, cuando ellos, en lo que respecta al intercambio oral acerca de la experiencia espiritual, queden entre sí estructurados como una múltiple “dualidad o trinidad”, y toda “célula”, conformada por dos o tres, debe siempre originarse únicamente por el más nítido sentimiento de afinidad personal, de manera que, sin un “juramento especial”, quede asegurada su indestructibilidad desde un principio.

Empero, los buscadores no deberán jamás atarse a una “congregación”, pues ninguna congregación es posible sin la imposición de un credo y nada tolera menos el desarrollo espiritual, que cualquier imposición externa.

Toda “congregación” no constituye mas que el cortejo fúnebre de su difunto credo.

En tanto la Fe sea viviente y actuante, tolera por un tiempo limitado la corroedora enfermedad de una “congregación creyente”, más luego ella marchita igual a una flor que se arquea sobre si misma y se derrumba en si misma y aquellos que pretenden mantenerla viva como “congregación”, le habrán cavado su propia tumba.

No obstante, será para muchos de enorme utilidad, si individualmente o en conexión con grupos de la misma orientación, siempre reunidos en “células” de dos o tres, logran hablar entre sí de aquellas cosas que experimenten u observen en su Camino hacia la Luz.

Entonces, de acuerdo a las circunstancias, estos reunidos en dos o en tres, deberían juntarse en lo posible a la misma hora a fin de compartir entre sí sus vivencias internas.

Ciertamente no existen en las más hondas profundidades del Espíritu, razones que pudiesen fundamentar una “prohibición” para que muchas de estas células, de dos o tres miembros, permanezcan en una unión externa entre sí, en tanto que tal unión no degenere en la “formación de una congregación”, con su imposición de credos y sus artículos de fe.

Sólo entonces la unión externa despedazaría la unión interna.

Empero ya sea que desees recorrer solo tu camino o con uno y también dos compañeros, has de saber siempre que un Templo oculto te reúne con todos los que como tú han iniciado ya su Camino.

Los Iluminados de la Luz primordial son los verdaderos “sacerdotes” de este Templo y todo buscador que prosigue su “camino” dentro de sí, está bajo su segura conducción, aun cuando su interior no contenga Luz propia todavía, y no reconozca aun la mano que lo guía...

Aquí no se te demanda ninguna fe en una ayuda, que por ti mismo no pudieses comprobar.

Nosotros solamente te exigimos: la Fe en ti mismo, por ser ésta indispensable en tu Camino...

Si has conquistado esta Fe y en consecuencia la vuelves a conquistar en el Camino, entonces muy pronto, en verdad, haz de percibir en ti mismo la verdad de mis palabras.

Los descubridores de nuevos continentes creían en sus corazones encontrar las buscadas tierras detrás de los vastos mares, y finalmente encontraron aquello en lo que creían.

Así igual has de creer de ti mismo, que llevas en ti las fuerzas, que algún día habrán de habilitarte en este mundo, para experimentar asombrado en tu interior, las sagradas maravillas del Templo oculto...

Te es pues necesario, creer en tus propias fuerzas, pues tu Fe puede desatarlas en ti mismo, pero también puede encadenarlas...

Si previamente no te has creído capaz, difícilmente lo podrás hacer con posterioridad.

Así también permanecerás inalcanzable a toda ayuda del Templo invisible, hasta el día que encuentres en ti la Fe sólida como una roca, ya que llevas en ti las fuerzas para obtener esta Ayuda.


KARMA

En ambos reinos de este mundo físico: el visible así como el invisible, todo acto conlleva sus consecuencias tanto visibles como invisibles.

Cada impulso-voluntad, cada pensamiento y cada palabra, deben ser valorizados aquí como “acto”...

Tú quedarás encadenado a las consecuencias de tu acto, hasta que hayas unificado las fuerzas de tu Alma y con ellas te hayas unificado a tu Dios.

Sólo entonces, podrás anular las consecuencias de tus actos, en tanto tú quieras anularlas.

En tiempos inmemoriales, estuviste un día unido a tu Dios, como “hombre” puramente espiritual en configuración espiritual, unido estrechamente al todo-vida esencial, al substancial “Espíritu”.

Y también en aquel entonces, todos los vastos reinos de la parte invisible del mundo físico, un inconmensurable territorio del Universo, te estaban abiertos a tu voluntad actuante en tanto que eras su soberano...

Un campo de acción tal te estaba abierto, que se extendía desde de lo espiritual más puro hasta las más densas formas.

Así, llegaste hasta el límite, donde lo físico invisible se condensa hasta lo sensorio-terrenal materialmente visible.

Tu has podido ver en acción, los aterrorizantes poderes del eterno caos, las fuerzas desintegradoras del Absoluto, la rígida y volcánica “nada”, y sucumbiste a su rencor en contra de todo lo existente...

Empero, nunca habrías sucumbido a ellas, si de antemano, en el delirio de tu poder, no hubieses abandonado a tu Dios.

Así hubiste de devenir indefenso y perder tú más alto poder.

Entonces, fuiste presa de las fuerzas inferiores, que perpetuamente desterradas a la esfera de los efectos regresivos de la “nada” absoluta, tratan en permanente “enemistad”, de aniquilar todo, de buscar transformar de acuerdo a la “nada”, todo lo que en ellas penetra desde las esferas del puro y eterno Ser: todo aquello que “cae” en su tenebrosa zona de influencia.

En tiempos remotos tu podías dominar también esas fuerzas, a los ahora para ti poderes “enemigos”, por medio de las cuales muy fácilmente las habías doblegado al punto de haberlas transformado en sumisos servidores de tu voluntad, pero ellas se te hicieron demasiado grandes, demasiado poderosas...

Así sobrevino en ti el temor ante tus propias, otrora dominadas fuerzas, y del temor hacia ellas anhelaste una nueva y diferente vida, en los reinos de la visibilidad material, los reinos de este universo, comprensible a través de los sentidos físicos, que oculta de aquellos atemorizantes poderes a todo aquel que no quiebre la barrera aquí trazada.

Tu voluntad había caído desde las altas luces y ahora quería ir contigo al mundo de la materia física...

Tu te encontrabas en tu hogar el “mundo de las causas”, mas tu temor te ha impulsado hacia fuera de el, al “mundo de los efectos”.

Esta es la verdad de las leyendas que hablan acerca de un “paraíso” y de la “caída” del hombre a causa de una “caída en el pecado”.

Antes de esta caída, ya te habías creado tu propio “Karma”, tal como el Oriente llama al árbol genealógico causal del destino de cada hombre terrenal, por el “grado” de tu “apartamiento” de tu Dios, por el “grado” de tu absurdo delirio, de querer enseñarte a ver en ti mismo a un “Dios”.

“Eritis sicut Deus”...

La época, en la que tu debías nacer en este mundo terreno, la línea de descendencia en la cual esto sucedió, al igual que los caminos del destino de tu vida terrenal, tú mismo te los determinaste, cuando de ser un soberano en el mundo espiritual por la fuerza de tu Dios, te transformaste en un esclavo de las potencias inferiores, en un mundo en donde cada acto tiene y deberá también tener su “efecto”, ya que él mismo es únicamente reflejo de la acción, y sin que posea la fuerza dentro de su esfera, para romper intencionadamente la cadena del suceder.

El que tú hayas nacido aquí en este planeta, también es consecuencia de la naturaleza de tu acto primordial en la esfera de los forzados efectos, pues en verdad: existen en el inconmensurable espacio, más allá de los habitados por “hombres” y por seres de similar aspecto externo al animal humano terreno, incontables planetas, siendo entonces de que tu también hubieses podido haberte encontrado en tu cuerpo animal, en algún otro de estos mundos.

Todos los seres humanos que habitan en los planetas de otros sistemas solares “cayeron” cierta vez de la luminosidad, en la misma forma que tú.

Entre tus lejanos materialmente corpóreos compañeros, los hay mucho más felices y también profundamente más infelices...

Naturalmente tu no tienes porqué imaginártelos con formas monstruosas, pues la forma del cuerpo del animal-humano-terrenal no se ha originado por un acto arbitrario y únicamente en nuestro pequeño satélite solar, sino que ha sido determinado a través de leyes objetivas que rigen para todo el inconmensurable universo físico-material y que en último término, son de origen espiritual...

La “caída” del espíritu humano desde el puro substancial reino espiritual, hasta la zona de acción de la “Nada” absoluta, no sucedió, por cierto, únicamente en tiempos remotos, sino que sucede sin cesar, desde la eternidad y por toda la eternidad, así como el cosmos físico-material en todo su permanente existencia y transcurrir también perdura y perdurará al mismo tiempo con el reino del eterno espíritu como un todo eterno, como su “más externa reacción”...

Sin embargo, siempre existen algunos pocos hombres-seres-espíritus, que no sucumben a la “caída” y que no “pierden” a su Dios dentro de sí.

Ya te hablé de ellos como de los “más Ancianos”, o los elevados “Padres” de los Iluminados de la Luz primordial, y has de saber aquí, lo que también ya podría decirte tu propia intuición: que el esfuerzo espiritual de estos no-caídos, así como la educación de sus “Hijos” y “Hermanos”, caídos del círculo luminoso del mundo espiritual para la redención de los enredados en la animalidad, no se reducen exclusivamente solamente a nuestra Humanidad terrenal...

En todos los planetas habitados del inconmensurable Universo pueden encontrarse estos Auxiliadores que han permanecido en vida conscientes del espíritu substancial, y en cada uno de estos mundos, educan a los eventuales caídos, sus “Hijos” y “Hermanos” espirituales, y también aquí sobre esta Tierra buscan alcanzarte y aspiran a separar tus penurias de ti.

Tu objetivo no es para nada ser uno de sus “Hijos” y “Hermanos”, ya que para ello sería ahora demasiado tarde, porque tal unificación sólo ocurre a través de un impulso de libre voluntad de cada uno apenas acontecida la caída, requiriendo más tarde de la “educación” a través de cientos de años, como de una igual cantidad de tiempo de contención antes de la incorporación en un cuerpo-animal-humano físico material...

A ti no se te exige ahora ninguna otra cosa, durante tus días en la Tierra, mas que anheles llegar a obtener el conocimiento, de donde has provenido y a donde puedes regresar.

Aquí se te quiere mostrar el “Camino” que te conduzca hacia ese regreso.

Se te quiere guiar de regreso a tu Dios, para que puedas unirte nuevamente a él.

Así hayas caído muy profundo, así por cierto aquellas fuerzas, desde su accionar en forma caótica, hasta su más elevada forma de manifestación, de las que se conforma incesantemente la divinidad misma, están obrando en ti en una muy elevada forma de acción...

Y aún cuando tu conciencia cerebral esté confundida, siempre permanecerá en ti una “chispa” de conciencia espiritual, aunque permanezca relegada y oculta, como un elevado guía de esas fuerzas, y: como tu “conciencia”.

Jamás podrás perder esa “chispa”, así tan profundo pudieses haber caído en tu vida terrenal.

Y aún cuando espiritualmente estés “extinguido”, ella permanecerá oculta en ti, hasta que exhales tu último suspiro...

Ella es también y solamente ella, quién conoce tu “Karma”...

Tu puedes mejorar o empeorar ese “Karma”, solo que no puedes disolverlo, no antes de haber unificado en ti tus muchas voluntades, las que aún actúan caóticamente juntas.

Si ellas se unificasen en la chispa de Luz de conciencia espiritual, que en ti es tu verdadero, sustancial y eterno “espíritu humano”, entonces habrá “nacido” en ti tu Dios de Espíritu, y recién entonces estarás definitivamente liberado de tu “Karma”, de tu muy primordial consecuente acción de encadenamientos, como un nuevo hombre regresado de la eternidad.

¡Dichoso tú, si esto ya lo has logrado aquí sobre la Tierra!

Pero si aquí no lo logras, tampoco podrás llegar a tu “paz”, luego del abandono de este cuerpo terrenal, sin haber antes logrado encontrar en ti mismo tu paz en tu Dios, consciente de que tus fuerzas anímicas unificadas están bajo una sola voluntad...

“Allá” empero, podría prolongarse bastante tiempo, antes de que te encuentres nuevamente preparado, ya que no podrás modificar tu “Karma”, no lo podrás mejorar mas, y de ninguna manera experimentar la Luz eterna dentro de ti, hasta que también la última consecuencia de tu acción primordial se pueda anular.

La sabiduría hindú previene al hombre de crearse ningún “nuevo karma”, y tal advertencia es ciertamente el fruto del verdadero conocimiento.

Solamente has de saber, que la advertencia pretende prevenirte únicamente de un “Karma” desfavorable.

No podrás encontrar tu redención en el reino del substancial Espíritu, hasta que el último impulso arraigado en lo terrenal, que una vez ha provenido de ti, haya sido anulado.

Así pues busca con todas tus fuerzas unirte a tu Dios durante tu vida terrenal, para poder así por su fuerza cortar la cadena de tu “Karma”, a fin de no quedar mas retenido a través de siglos...


GUERRA Y PAZ

Quien haya reconocido una vez las fuerzas formadoras de este mundo fenoménico de la materia física en su tremendo poder, en la inconcebible simplicidad de su inexorable y voluntarioso esfuerzo, éste, evita de inmediato la ilusoria superficialidad, como si el Todo sensorial concebible, solamente manifestase “la armonía del espíritu”, en forma corporal .

Observa a la avispa que debe poner sus huevos en el cuerpo viviente de la oruga, a fin de que las pequeñas avispas puedan llegar a la vida a través de la atormentada muerte de la oruga, y así estarás curado para todos los tiempos de tales engañosas creencias.

El mundo de los sentidos es el efecto de la fuerza espiritual primordial en el mundo espiritual.

No obstante, a fin de establecerse como mundo espiritual en una manifestación espiritual, debe la única y eterna fuerza primordial reflejarse en sí misma en infinitos y desdoblados aspectos, y resurgir en cada uno de tales aspectos como un elemento-del-Ser-primordial, y cada uno de ellos se afirma de tal manera en él, que cada elemento busque solo el mismo repercutir de forma tal, que todos los demás elementos-del-Ser-primordial le sean en cierto modo formas vacías, por cuanto el mismo solo se reconoce en sí mismo como fuerza primordial.

Cada aspecto de la fuerza espiritual primordial: cada “elemento-del-Ser-primordial”, deviene por consiguiente en la causa que contiene también el germen de su manifestación en la región física de su influencia, para vivir solo para sí misma y para utilizar toda otra forma de manifestación para la conservación de su propia existencia

En cada elemento-del-Ser-primordial hay una fuerza primordial indivisible, que pretende ser la causa primordial de la más baja o más elevada forma de manifestación en su efecto.

Así sucede también, que toda fuerza física, toda forma de manifestación física, busca imponerse como si quisiese ser únicamente su propia existencia y no querer ninguna otra.

La diminuta célula solo pretende ser ella misma, aun cuando cada tanto esté forzada junto a millones de su especie, a estar al servicio de una forma de voluntad más elevada, para la cual su existencia es solo de valor, en tanto la precise y la consuma para su propio mantenimiento.

El Universo físico-sensorial visible es el polo más opuesto del Ser espiritual.

La “vida” del Espíritu determina en él mismo, la infinitamente múltiple configuración espiritual en los elementos-del-Ser-primordial, y cuya manifestación finalmente condiciona, por así decir, la “solidificada” forma de manifestación física: la infinitamente “expandida” fuerza espiritual, en un estado de retención, de relativa impotencia, del estar rígidamente sujeta a determinados tipos de voluntades...

Desde esta desmesurada forma de expansión y rígida retención en una extrema tensión, se elevan empero las fuerzas espirituales nuevamente, a consecuencia de la más poderosa atracción desde la región más elevada de la forma

del Ser-espiritual, hacia nuevas formas, menos densas y menos rígidas, hasta que en incontables transformaciones, se van liberando cada vez más de la tensión de la expansión y finalmente se sienten arrebatadas hacia lo alto, a su estado original en la más profunda vida espiritual...

Empero, lo que nosotros somos capaces de percibir físico-sensorialmente, no son los estados de las formas de los elementos-del-Ser-primordial, sino solamente los producidos resultados por el accionar de esas fuerzas...

No obstante, los elementos-del-Ser-primordial nos son interiormente perceptibles en un estado de forma muy elevada, como nuestras “fuerzas” del “Alma”...

Esta es la eterna circulación de la “Vida”, renovándose eternamente en el substancial, de sí mismo “existente Espíritu”.

Transformándose en “alimento” para sí misma, se hunde así en sí misma, para elevarse nuevamente y conformarse en su más elevada esencia, liberada de toda rígida forma de tensión.

Solo a través de esta “eterna vida” puede “Dios” darse forma en el Espíritu, en el “hombre” espiritual.

Si no sería la hierba en el camino, ni el gusano que roe las raíces del pasto, no serías tú tampoco y no sería el Espíritu, ni tampoco Dios en Espíritu.

Si no sería el microbio, que quizá mañana podría comenzar a destruir tu cuerpo, tampoco sería tu Cuerpo, ni tampoco tu Alma, ni tampoco la chispa espiritual que se experimenta a sí misma en ti.

Tampoco sería entonces la voluntad del Espíritu, que una vez estuvo configurada en tu Espíritu como tu Dios y que ahora nuevamente quiere “nacer” en ti, como tu Dios.

Y si bien las fuerzas en el universo físico se desencadenan furiosamente una contra la otra en su afán autoafirmativo, la naturaleza, por cierto, no conoce “odio” alguno.

Es insensato comparar el odio humano al instinto de los animales, que procuran exterminar a otros animales, por cuanto ellos, como toda forma en cuya manifestación están presentes los elementos-del-Ser-primordial, que solo pretenden querer afirmarse a sí mismos.

El “odio”, por el contrario, es una desesperada exteriorización de impotencia humana.

Solamente en la transmisión de la manera de sentir humana, se deja explicar bajo el nombre de “odio”, ciertas formas de exteriorización del impulso de agresión de animales irritados, por lo que fácilmente se puede comprobar, que todo aquél que crea encontrar entre los animales, el mismo sentimiento, que en el hombre se le llama “odio”, está equivocado.

El hombre ha llevado el odio hasta los ámbitos invisibles del mundo físico, pues aun sus más furiosos enemigos en el físico invisible, no son capaces de sentir el sentimiento de odio ya que su enemistado esfuerzo en contra del hombre, tiene su origen en motivos esencialmente muy diferentes...

Los más terribles monstruos en el invisible físico fueron otrora hombres terrenos, quienes a través de su vida terrenal se “sentenciaron” a sí mismos.

Tan alto se habían elevado otrora espiritualmente, así tan hondo se han hundido ahora entre lo más deplorable de los hombres terrenos.

Pueden llegar a transcurrir siglos, hasta que ellos terminen finalmente en su aniquilamiento, pero antes buscarán de arrastrar hacia abajo, hacia sí mismos, a todo lo que puede alcanzar su odio...

Sólo a causa de la sensación de impotencia, son incitados estos invisibles autosentenciados a su horripilante odio,.

La Fuerza, es empero, la más noble vencedora del odio...

El poderoso que es consciente de su Fuerza la ama, y ella paulatinamente también lo hace un amante.

Empero el amor no tolera ningún odio.

Cuanto más despierte la Humanidad en sus agrupaciones individuales, que se llaman “pueblos” y “naciones”, a la consciencia de su fuerza espiritual, tanto más desaparecerá el odio, pues aquel que es consciente de su fuerza, no envidia la fuerza de ningún otro poderoso, no obstante la envidia es, con demasiada frecuencia, la infernal incitadora del odio...

Todas las guerras tienen al odio por padre, y quien no sepa odiar, de nada sirve para la guerra.

Ustedes aún exclaman: “guerra a la guerra”, mas yo les aconsejo gritar mejor:

“¡Que el odio sea desde hoy despreciado!”

Sólo cuando el odio llegue a ser despreciable, vendrá también la época que les enseñe a despreciar la guerra.

Recién cuando sea despreciable todo aquél que pretenda querer decidir ante la razón de los justos, lo que es argumento y contra argumento por medio del asesinato humano masivo, recién entonces podrá el hombre de la Tierra vanagloriarse con derecho de su “dignidad humana”.

Naturalmente, en las opiniones de los hombres siempre se producirán divergencias, pues también aquí se encuentra una voluntad contra otra voluntad y cada voluntad pretende afirmarse a sí misma.

Mas la voluntad en el espíritu humano está también capacitada para reconocerse en la otra voluntad, por lo que el hombre puede buscar conscientemente la reconciliación, que protege la paz a través de la disciplina de la voluntad, la que ya entonces, no se querrá únicamente a sí misma, sino también a la otra voluntad.

Sin embargo, hasta que cada uno no haya vencido el odio en sí mismo, este camino del disciplinamiento de la voluntad, permanecerá transitable para la Humanidad tan solo por cortos trechos.

Las consecuencias serán siempre nuevas guerras, hasta que la última huella de odio no encuentre mas morada en un corazón humano.

Todo otro impulso para hacer la guerra, puede ser superado habiendo buena voluntad, empero, también las olas del odio arrastran a las mejores voluntades a sus remolinos y abismos...

Oposiciones y competiciones entre argumento y contra argumento desarrollan toda clase de fuerzas e impulsan la correntada de la vida, mas ciertamente no han de ser conducidas a la guerra, y mucho menos el vencedor del juego debe aniquilar a su vencido antagonista.

Pero cada hombre terreno, que trata de vencer el odio dentro de sí, emprende con esta tarea, la única guerra “justa”, la guerra que un día hará imposible la guerra del asesinato humano.

No obstante, ni el haber vencido finalmente a las guerras asesinas por el espíritu humano, puede conseguir que las fuerzas antagónicas que se encuentran activas en toda la naturaleza física, lleguen a unirse en un mismo direccionado anhelo, pues tal unión sería el aniquilamiento de todo este universo externo...

El reino de la “eterna paz” que tantos hombres nobles han añorado tan profundamente en todas las épocas, nos será recién otorgado, a nosotros espíritus-hombres, después de esta vida terrena, cuando nuevamente nos encontremos en aquella Luz, que une en sí, todo lo que una vez eternamente estuvo unificado en ella.


LA UNIDAD DE LAS RELIGIONES

En el núcleo de todas las enseñanzas religiosas del mundo se encuentra la verdad última, si bien este núcleo frecuentemente conlleva singulares envolturas...

Es inútil, vanidoso e insignificante discutir acerca de: en cual de ellas se puede reconocer la verdad más pura.

Quien sepa separar cuidadosamente todas las envolturas, encontrará por último, en todas las verdaderas “religiones”, la gran enseñanza del eterno hombre-espíritu, que otrora estuvo unido con su Dios y que de Él cayó, en cuanto su “Yo”, se desprendió de su Dios.

Un “Camino” le es aquí anunciado que lo conducirá de nuevo hacia lo alto, para finalmente alcanzar nuevamente a su Dios, en sí mismo, en su propio “Yo”.

No obstante, esta enseñanza es demasiado espiritual y demasiado simple para que al hombre aturdido en un complejo culto sensorial, pudiese serle fácilmente comprensible, ya que él mismo fue agregando en torno a esa última y más profunda verdad y enseñanza de salvación, los más singulares adornos, de modo que a causa de tanta obra de ornamentación, que finalmente ya no supo distinguir nunca más la verdadera enseñanza misma, repleta de importantes y apropiados frutos.

Empero, él aún presiente que detrás de esta obra ornamental y sus ahuecados frutos, otrora fue manifiesta la verdad, y por ello continua aún adherido, con pertinaz obstinación a través de lo que él suele llamar “su fe”, a todas estas formas de ornamentación, por medio de las cuales él

encubre por completo la verdad, y por la cuales él se permite dejarse dominar completamente...

En muchas elevadas enseñanzas de antiguas religiones, siempre se encontrará, velado de diversas formas, un reiterado anuncio de algunos hombres-espíritu, que no sucumbieron a la caída en las tinieblas, y que de algún modo, obran en esta tierra como elevados Auxiliadores de sus hermanos, a fin de liberarlos de su encadenamiento al animal terreno...

Las antiguas leyendas religiosas suelen relatar el modo como estos Auxiliadores espirituales se han revelado a veces a sus hermanos en forma perceptible, o como ellos han elegido entre los “Justos”, a sus enviados, los que por su parte, en su círculo terreno, hubieron entonces de difundir la “Luz”, entre aquellos que se hallaban acongojados en las tinieblas...

Frecuentemente se escuchan palabras acerca de un santuario en las altas montañas, del monte de la santidad y de las “santas” montañas, desde donde provendría la ayuda...

Ciertamente es posible encontrar tales palabras y también otras de gran significado en los libros sagrados de todas las antiguas religiones, solo que ya no se entiende más nada qué es lo que nos quieren decir; se las toma como alegóricas formas de expresión o en el mejor de los casos como conceptos simbólicos, y así lo evidente se interpreta mediante un error autogenerado.

Empero originalmente, la Sabiduría de todas las antiguas religiones provenía originariamente sólo de la enseñanza del hombre a través de sus elevados Hermanos, espiritualmente permanecidos en la eterna “Luz”...

Sus “Hijos” y “Hermanos” en el Espíritu, elegidos entre los hombres terrenos, han tratado por lo tanto, de captar la única verdad de las más diversas formas, a fin de poder acercar la “Luz” en la forma mas adecuada, a cada tipo particular de hombre terreno...

Su fuerza auxiliadora trajo todos estos anunciamientos...

Aquí se descubre la única “fuente original”, de la cual provienen todas las antiguas y genuinas religiones de la humanidad terrena.

Empero, ¿dónde están los maestros actuales de estas religiones que aún sepan explicar lo que quieren decir las palabras de los viejos textos?.

De todas maneras, actualmente sobre esta Tierra al igual que otrora, viven los elevados Auxiliadores espirituales: nuestros Hermanos no caídos, configurados en Espíritu, en original y eterna sustancia espiritual, y también en la actualidad como en tiempos remotos inician en las cosas del acontecer espiritual y en la última verdad primordial, a quien luego de su caída desde la Luz se encuentra dispuesto a ser de inmediato su “Hijo” y “Hermano” en forma manifiesta...

El hombre terreno ha caído demasiado profundo como para que él, sin peldaños intermedios, le fuese posible alcanzar a los más elevados y nunca caídos Auxiliadores espirituales.

Por esto ellos, antes prepararon a los espíritus humanos, para que después del nacimiento terreno, encarnados en el cuerpo terreno, puedan construirse dicho “peldaño intermedio”...

En ellos y a través de ellos obran aquellos más elevados Auxiliadores, a fin de que la Humanidad de esta Tierra no quede nunca sin auxilio.

No ha existido ninguna época, en la que tales Auxiliadores, obrantes hermanos en cuerpo terreno, no hubiesen estado presentes.

En todos los pueblos se les ha podido encontrar.

Quien tenga oídos para oír, percibirá cierta palabra en todas las épocas, que la “carne y la sangre” no hubiesen podido manifestar...

Quién quiera llegar a la verdad, que oiga tales palabras.

Ellas le señalarán más de un secreto, y le descubrirán un cierto velo, que aún oculta el conocimiento de la última verdad.

Sólo se requiere de poca sagacidad para distinguir los falsos profetas que vociferan en las plazas públicas y que por cierto tienen lastimosamente muy poco que decir sobre los silenciosos Obradores, los Hermanos de los Iluminados de la Luz primordial.

Donde una nueva secta pretenda orgullosamente denominarse nueva “religión”, y sea erigida sobre cualquier antigua ruina de un templo, allí ciertamente no se debiera imaginar que los Iluminados de la Luz primordial pudiesen estar ocultos detrás de tales quehaceres.

Mucho antes él debe creer que allí están presentes los príncipes del abismo en lo invisible de este mundo físico, accionando sobre tales creaciones: los siervos y vasallos del “príncipe de las tinieblas”, aun cuando vanidosamente prediquen “amor” y “grandes” palabras resuenen a lo lejos llenas de énfasis...

Empero, aquello que los Obradores de la Luz tienen para ofrecerles, les llega ahora, ya que de las “religiones” y de todo aquello que así le llaman, apenas rescatarían algo para ustedes mismos y por cierto mucho menos como una “nueva religión”.

No obstante, es la misma verdad la que está latente en el más profundo núcleo de las antiguas y genuinas religiones.

Aquí se desprenden sólo las cáscaras a este núcleo y se les muestra lo que desde hace tiempo no saben como interpretar una “religión”, en imágenes nuevas, más claras e interpretativamente más adecuadas para la época actual y para las épocas futuras, de manera que puedan sentir nuevamente un profundo respeto ante aquello que todas las genuinas religiones encierran en sí mismas.

La verdad “desnuda” tampoco podría ser mostrada por ningún Iluminado de la Luz primordial.

Ella deberá develarse por si misma en el silencio en ustedes mismos.

Únicamente en ustedes mismos puede verdaderamente manifestarse el más grande milagro.

Únicamente en el propio “Yo” pueden volver a encontrar lo que han perdido antes de ésta, vuestra terrena época actual.

Ustedes no son sólo los animales mejor dotados de inteligencia en esta Tierra, tal como se consideran, de acuerdo a vuestra propia naturaleza externa y a vuestra propia historia.

Hay oculto en ustedes algo más profundo y más elevado.

Están acostumbrados a referirse a sí mismos mediante la palabrita “yo”.

Empero aún no saben lo que es “Yo” en ustedes mismos, pues “Yo” es infinito y vivenciado en incontables peldaños del ser despierto...

En cada “peldaño” de esta clase, siempre se percata por toda la eternidad de un nuevo y más elevado estado de comprensión por sobre sí mismo...

Cada “peldaño” de esta clase, cuenta con incontables peldaños, montados hacia abajo, en las más profundas profundidades...

Ustedes viven como los animales, que no llevan el “Yo” dentro de sí, aun cuando vuestras vidas estén por cierto decoradas con “ciencia” y “arte” y su existencia se encuentre suficientemente saturada de placer.

Cuando un día puedan reconocerse a sí mismos, recordarán con horror y estremecimiento los días que ahora ingenuamente y con ligeros sentidos están viviendo, como si en ellos todo existir hubiese estado dispuesto únicamente para ustedes...


LA VOLUNTAD HACIA LA LUZ

Yo sé que a muchos que lean estas palabras, se les revela en ellas un mundo que les puede parecer demasiado extraño y que seguramente va a perturbar al suyo propio, a su representación del mundo elaborada con ingenuidad o creída con obstinación como verdadera, de modo tal que van a rechazar con enemistad lo que aquí los alcanza “no totalmente por casualidad”.

Los que enemistosamente deseen enfrentarse a ella, difícilmente podrán impedir a la realidad que permanezca como tal, como ella es, como siempre ha sido y como tendrá que serlo.

Que nadie se engañe.

Aquí no habla un iluso que narra sus extasiados sueños.

Aquí no habla un poeta que pretende describir su visión.

Lo que aquí se ofrece es guía segura, y cada palabra está fundamentada en la más profunda realidad.

Quien hasta ahora no haya podido reconocer esta realidad, puede aprender a reconocerla, porque aquí le es mostrado el “Camino” que conduce a aquel otro “conocimiento”, un conocimiento mucho más predominante que está incluido en sí mismo.

No obstante, cada uno hará bien en contar desde el principio, con que las cosas primordiales del acontecer espiritual transmitidas en este libro desde diferentes ángulos son realidades mucho “más reales” que todo aquello que el lenguaje cotidiano usual llama “real”, y que ejercen su acción permanentemente, aun cuando el hombre de la tierra

no sepa aún nada de ello, y aun cuando no quisiera reconocer su acción.

Ciertamente algunos que ahora oyen hablar aquí de estas cosas sacarán también conclusiones, que quien aprende a conocer la “realidad” en sí, se beneficiará a sí mismo, y entonces no quedarán dudas que lo que él antes llamó su “representación del mundo” fuera precisamente una imagen engañosa, aun cuando le haya parecido muy “verdadera”, ya que confiaba en la apariencia externa, aun cuando creyó que los reflejos de su pensamiento iluminaban desde su interior hacia afuera.

“Detención es retroceso” dice un proverbio, mas en verdad la detención es mucho peor que el retroceso, ya que el retroceder también puede conducir hacia nuevos valores, que jamás alcanza aquél que es demasiado cómodo o demasiado obstinado como para renunciar a su “punto de vista” en favor de la voluntad de la búsqueda.

Quien empero tema al retroceso, tiene al mismo tiempo total razón en confiar solamente con un cierto recelo en el progreso...

¡No hay aquí en la tierra un progreso ilimitado!

Todo desarrollo humano está sometido a la ley del movimiento oscilatorio.

Los hombres de la actualidad han perdido mucho saber y la capacidad de hacer que otrora, sus lejanos antepasados creyeron “imperdibles”, y allí donde aquellos antecesores sabían muy poco, y podían hacer muy poco, hoy en día se ha alcanzado un elevado saber y una gran capacidad de hacer.

¡La naturaleza solamente no tolera el detenimiento!

“¡Oh, si fueses caliente o frío! ¡Mas como eres tibio, te vomitaré por mi boca!”

Así ha hablado la “ley” eterna en todas las épocas y aún hoy en día no ha modificado sus palabras...

Quién espiritualmente permanece en la oscuridad, no tiene aún la voluntad de ir hacia la Luz.

Bien que él “desearía” estar en la Luz, de la cual oye hablar a otros, solo que él aún no lo quiere.

En cuanto verdaderamente lo quiera, ya ha comenzado a andar por el “Camino” que conduce a la Luz.

Si la Luz del Espíritu es un “valor” para ti, por el cual te decides a aplicar toda tu fuerza, entonces seguramente un día podrás acercarte a la Luz.

En tanto tu ojo espiritual, se encuentre aun cubierto por un espeso manto, es imposible que puedas “ver”.

Únicamente tu voluntad, no tu “deseo”, puede apartar este espeso manto.

Si llevas dentro de ti la Voluntad hacia la Luz, con seguridad llegarás hasta la Luz, tanto da si te acercas a ella como hombre de fría precaución o como ardiente enardecido.

¡Un querer a medias no te llevará hasta la meta!

No existe en todos los espacios del Universo, ni por encima de todas las estrellas un Dios externo accesible a ti, que pudiese oír tus inútiles ruegos...

Tienes que querer ayudarte a ti mismo si quieres que tu Dios, que solamente en ti mismo te es accesible, te envíe elevada ayuda, de acuerdo a una determinada predisposición primordial existente en el.

En tu “Yo” está contenida toda existencia, y aparentemente te la procuraste solamente a ti inconscientemente de las fuerzas de tu “Yo”.

Tú mismo te separaste de tu Dios antes de ésta tu época terrena, cuando no lo reconociste más en tu “Yo”, por cuanto te buscabas a ti mismo, allí donde solamente tu Dios era de encontrar...

Así “Dios” devino para ti en un “otro” y tú a Él le fuiste “extraño”.

Ahora divides en tu imaginación tu “yo”, y te parece que hubiera oculto en ti, un “yo” más “alto” y uno más “bajo”, debido a que no conoces el abarcamiento de tu indivisible e inseparable y único “Yo”.

Empero, no existe ningún “más elevado” ni ningún “más bajo” “yo” en ti, mas en tu único “Yo”, está oculto por todo el infinito y abarca la más profunda profundidad así como la altura más alta en el mundo espiritual...

Tú mismo debes elegir, y aquí tu “eliges” solo por el hacer, lo que tú mismo quisieras que se revele en tu “Yo”...

En tu propia infinitud, en el centro de la inaprehensible existencia de tu “Yo”, te “nacerá” nuevamente tu Dios.

Entonces lo percibirás al principio como otro ser, hasta que luego hayas reconocido que él te contiene a ti mismo en todo tu indivisible “Yo”.


LAS ELEVADAS FUERZAS DE LA COMPRENSIÓN

Ustedes creen en vuestro “progreso” y no reparan que, a lo sumo, dan vueltas en círculo.

Se esfuerzan inquietamente por deshilachar todo, por astillar todo, por dividir todo, y ciertamente no se puede desmentir, que de esta manera han adquirido algún conocimiento, y así les parece que vuestro verdadero quehacer, algún día debería conducirlos a la solución de todos los enigmas de esta naturaleza concebible por los sentidos.

Sin embargo, todo lo dividido seguirá dividiéndose hasta el infinito, todo lo astillado se dejará seguir astillando hasta el infinito, y siempre descubrirán nuevamente que aquello que habían creído haber deshilachado hasta la última fibra, aún se deja desprender en nuevas fibras...

Y allí queda establecido el límite de vuestra investigación, solo a causa de la condicionada y terrena incapacidad de continuar dividiendo, astillando y deshilachando.

La presión por tener que terminar, condiciona los resultados de vuestra investigación.

Sé realmente, lo que la Humanidad le debe a tal modo de investigación, y está muy lejos de mi parte degradar en algo, la forma de vuestro pensamiento.

Sólo que también veo el lado oscuro de tal modo de investigar y que se dejan encandilar por los resultados de vuestra investigación, a causa de lo cual se alejan más y más de una otra y por cierto, más importante forma de investigación...

A vuestra manera, ciertamente han descubierto cosas dignas de asombro, e inventado cosas dignas de admiración.

Esto empero, no debería dejarlos inducir en la excesiva creencia superior de que algún día se puede también llegar a la comprensión de regiones, que por toda la eternidad son indescriptibles en todo fraccionamiento mecánico y no aprehensibles con ningún instrumento.

Cuando las más pequeñas partículas de una forma de imaginación física llegaron finalmente a ser también aprehensibles, así por cierto se conquistó la posibilidad de que la inteligencia saque sus conclusiones de hechos mecánicos y de esta manera se pudo por último llegar a encontrar, descubrir e inventar cosas significativas para nuestra vida terrena externa.

No obstante, la más primordial esencia de la, así descifrada, forma de imaginación les ha permanecido tan ajena como antes.

Valga todo reconocimiento a vuestro trabajo y a los resultados que puedan hacerles madurar: sólo que, a la “cosa en sí” no se han acercado, aun cuando reconozcan toda la materia visible en sus más pequeñas partículas, a estas partículas y su maravilloso ordenamiento, aún cuando conozcan toda forma de acción de estas partículas y así aprendiesen a dirigir sus fuerzas de tal manera que pudiesen activarlas de acuerdo a vuestra voluntad...

No es bajo el microscopio donde se encuentra “la cosa en sí”, y jamás un telescopio les revelará lo que “mantiene unida en sí” a una lejana forma de imaginación cósmica.

El impulso a investigar les es innato y exige satisfacción.

Sin embargo, han confiado el trabajo de investigación solo a lo más noble del “animal” en ustedes y han dejado desatendidas, en penumbras y sin desarrollar las elevadas fuerzas de vuestra Alma, que podrían aquí estar a vuestro servicio,...

Así el “animal más noble” se construye entonces su vehículo de pensamiento y sus visibles instrumentos, a fin de extender el pensar y el investigar hasta el infinito, mas vuestros resultados conducen solamente a nuevos interrogantes, y desorientados ante los mismos, quedan finalmente detenidos...

No obstante, probablemente hubo en tiempos remotos hombres para los cuales vuestra forma de investigar era considerada como una insensatez y quienes con sus más elevadas y en sí mismas unificadas fuerzas anímicas, resolvieron sin vuestros aparatos, los últimos y más profundos interrogantes.

Ellos comprendieron la causa de todas las causas, mas ustedes solamente saben ampliar la superficie.

Ustedes saben hablar inteligentemente de todas las cosas, de como son tal como se muestran, del porqué una vez se produce su efecto, otra vez fracasan y muchas cosas más, empero jamás penetran hasta las últimas causas, pues lo que ustedes llaman “causas”, son siempre nada más que los efectos de causas primordiales, ya que detrás de éstas yacen recién las verdaderas causas que ninguno de ustedes conoce desde la experiencia...

Empero, si aprendiesen a dominar las fuerzas del Alma desde vuestro “Yo”, tal como ellas quieren ser dominadas, aclararán también las últimas causas, ya que ambas son de la

misma naturaleza aunque no se manifiesten de la misma forma de acción...

Claro está que esta especie de “causa” se hace evidente solo en aquellos, que ya saben utilizar las fuerzas del Alma, en tanto que vuestras comprobaciones son siempre fáciles de lograr, aun cuando solo sean comprensibles para aquél, que haya incorporado las condiciones sobre las cuales descansan vuestro tipo de demostraciones.

Tal fuerza se desarrolla solamente a través de la dedicación.

Si hasta aquí no han sabido utilizar desde un comienzo vuestras fuerzas anímicas en las pequeñas cosas, jamás se fortalecerán lo suficiente, como para que puedan manifestar en sí mismos vuestras elevadas maravillas.

Aquí hay mucho que comprender y ciertamente valdría la pena que a lo largo de la vida de un hombre, aun cuando perdurase cien años sobre esta tierra, estén a su servicio...

No obstante, primeramente deben llegar a ser sencillos como asimismo lo son las últimas cosas, antes de que lo más simple se les revele...

Ustedes se han vuelto demasiado complicados en el pensar como para que sin “volver a aprender” puedan llegar a comprender el sentido más profundo de lo real.

Espero que aquí la experiencia terrena, accesible a todos, les ofrezca enseñanza:

Hasta no hace mucho tiempo, les pareció como una “confusa superstición”, hasta que vuestro propio investigar les permitió reconocer que tal superstición estaba basada en una comprensión, que antes les era a ustedes inaccesible, en tanto que cerebros de pensar muy sencillo, supieron como alcanzarla.

Cada uno tendrá a disposición suficientes ejemplos, para que aquí pueda prescindir de mencionarlos.

Así también en la actualidad hay muchas cosas ocultas en las leyendas, en los mitos, en las creencias populares e incluso en más de una difundida “superstición” popular, que luego en una época posterior, saldrá a la luz como el más maduro conocimiento.

El que aún hoy no sea reconocido por aquellos que “científicamente” lo buscan por caminos totalmente diferentes, se debe a la enorme complejidad de nuestro acostumbrado pensamiento “profesional”, que no quiere conformarse solamente con conceptos simples, por cuanto no puede disponerse a ello sin olvidar la mayor parte de su instrucción anterior, aun cuando solo haya tenido lugar en una “escuela de nivel primario”.

Así frecuentemente muchas cosas están como “selladas” para la investigación externa y trabajosamente solo se llega a conocer un poco de ellas.

Pero en cambio a las fuerzas del Alma, en tanto estén suficientemente desarrolladas, nada de todo aquello puede permanecerles oculto.

Depende de ustedes que vuestros nietos en días venideros tengan desde un principio que doblegarse obligadamente ante hechos que ustedes podrían ahora reconocer, o legarles un saber que no tengan previamente que verificar...

Todo conocimiento de verdad oculto en la leyenda y la superstición procedía otrora en su origen, de hombres que sabían utilizar las fuerzas de su Alma, mas la oscuridad interna en los que llegaron después de ellos, no les permitió concebir lo que les estaba dado, de manera que la verdad primordial fue pronto enteramente cubierta por una agreste maleza de confusa fantasía y ahora apenas se la puede separar de la mala hierba.

Empero, la búsqueda perseverante y llena de confianza en el Alma le abrirá a todo buscador, la misma fuente, de la cual otrora se nutrieron los Sabios de antiguas épocas, de manera que de inmediato la poseerá en sí con toda claridad, y aquello que bajo la gran cobertura de la superstición es apenas reconocible, le será entonces comprensible de su propio conocimiento.

Mas, sin una perseverante búsqueda en el propio interior, llevada a cabo con igual valor y la misma permanencia con que hoy día todavía buscan hacia afuera, jamás les podrá ser revelado lo que pueden ser capaz de hacer aquellas fuerzas ocultas en ustedes mismos.

Entretanto se esfuerzan en lo externo solo por un miserable lucro, siendo los depositarios de elevadísimas “fuerzas milagrosas”.

Las elevadas fuerzas del reconocimiento, sobre las cuales trato aquí de direccionar el sentido, se encuentran en todo hombre, solo que ellas duermen un profundo sueño, hasta que el dueño las despierte y las unifique a su voluntad en sí mismo...

La mayoría de los hombres hacen los preparativos para el último sueño, sin haber jamás siquiera sospechado, que tesoros les ofrecía su Alma...

Bueno para aquél es que sepa despertar a tiempo sus fuerzas del conocimiento dentro de sí mismo.

El encontrará ya aquí sobre la Tierra, su verdadera vida y reconocerá ya aquí en lo mortal, su inmortalidad.

Esta es en realidad, la finalidad de toda instrucción espiritual, pues, ¿de qué serviría hablar aquí de lo espiritual, que eternamente nos está reservado, si estuviese tan alejado de la capacidad vivencial del hombre terreno, que no pudiese aprehenderlo durante su vida terrena?

Solo aquello que aquí en lo terrenal ya nos sea vivenciado, nos puede guiar y anunciar una nueva vida, cuando un día habremos de abandonar a ésta, la terrenal.


SOBRE LA MUERTE

Ahora nos encontramos ante el oscuro pórtico a través del cual los hombres deberán cruzar, una vez que abandonen definitivamente la tierra.

Mucho te fue prometido y mucho te fue amenazado acerca de lo que se pueda llegar a encontrar detrás de este pórtico.

No sé a cual de estas enseñanzas brindaste tu fe.

Todas empero, condicionadas por la experiencia cotidiana, coinciden en un punto: tú nunca podrás regresar a éste tu actual cuerpo terreno, una vez que lo hayas abandonado.

Muchos te dicen, que retornarías en un nuevo cuerpo en una época posterior, y que ellos habrían elucubrado fantásticas “reglas”, de acuerdo a las cuales, se determinaría el tiempo de tu regreso a un cuerpo terreno.

Otros te dan por aniquilado para siempre con la muerte de tu cuerpo terreno, ya que sólo dan crédito a la apariencia visual, que les muestra después de la muerte de un hombre terreno solo un rígido “cadáver” y fuera de eso más nada que les permita inducir, que este hombre de alguna manera estuviese aún vivo.

Ambas formas de creencia son erróneas.

Tú mismo difícilmente retornes, mas nadie sabe, cuántas de tus fuerzas anímicas hasta ese entonces haz unificado contigo, cuántas has conservado, una vez que te separes de esta existencia terrena.

Las fuerzas que hasta aquí no hayas integrado, deberás abandonarlas al igual que el cuerpo de esta Tierra, y así como las desprendidas fuerzas de la forma temporal de este cuerpo terreno se transforman luego en otras formas de vida, así también las fuerzas anímicas dejadas atrás por ti, buscarán para sí otro campo de acción en otro hombre terreno.

También en ti se encuentran actualmente obrando muchas fuerzas anímicas, que otrora actuaban en otros hombres antes de tu tiempo terreno.

Es así que se podría distinguir a los hombres terrenos con derecho y razón entre: “anímicamente jóvenes” y “anímicamente ancianos”, de acuerdo al tiempo de duración observado respectivamente en las fuerzas anímicas actuantes de hombres anteriores.

Entre los hombres actuales que viven simultáneamente en la Tierra y cuentan con la misma cantidad de años desde su nacimiento terreno, hay muchos con fuerzas anímicas más “jóvenes” que las que les son propias a la gran mayoría, e igualmente hay no menos con fuerzas anímicas mucho más “ancianas”...

A estos casos especiales se los podrá reconocer en la vida externa en que el hombre en cuestión siente de un modo sorprendentemente diferente al de la mayoría de sus congéneres y contemporáneos, que en cierto modo “cae fuera” de su época y demuestra, ya sea inclinaciones que hubiesen correspondido a una época recientemente anterior, o bien que traten de manifestarse de acuerdo a una muy remota época cultural, lo que no excluye, que ambas formas durante el tiempo que le es dado de vida terrena, busquen de expresarse de acuerdo a ese tiempo y sepan transmitirle sus frecuentemente elevados valores.

La abundancia de las fuerzas que respectivamente conforman tu “Alma”, cambia continuamente mientras vivas en el cuerpo terreno.

Ora son más, ora menos las fuerzas anímicas que actúan en ti...

Apenas podrás dejar de recepcionar durante este tiempo terreno una “herencia” de fuerzas anímicas de un hombre al que sientas como “anímicamente cercano” luego de su muerte, ya que son extraordinariamente escasos aquellos hombres, que observando todo en cuanto a las fuerzas anímicas en acción, en si mismas unificadas y unificadas con su Dios, han podido “transportarlas” a su postterrenal vida...

La mayoría de los que “mueren en la tierra”, dejan tras sí una cuantiosa “herencia”.

Para el ojo espiritual, tu “Alma” es una “nube” luminosa y viviente, conformada de incontables “puntos” radiantes: tus fuerzas anímicas, y esta nube de luz se encuentra en continua transformación mientras vivas en la Tierra...

Mas no es la poderosa abundancia de tus fuerzas anímicas lo que constituye la “riqueza” de tu Alma, sino la unificación en ti de las activas fuerzas anímicas en tu “Yo”, en tu voluntad gestada por el Espíritu.

Tú habrás de conservar como una propiedad permanente sólo aquellas fuerzas anímicas que hayas logrado unificar en ti, cuando llegue la hora de tu despedida de esta vida terrena...

Si no te has unificado con tu Dios aquí en la Tierra, tampoco estarás entonces unido con él después de la muerte de tu cuerpo terrenal.

Y según lo que hayas logrado obtener de espiritual para ti durante la vida en el cuerpo terreno, vivirás cual “Yo” en el Espíritu Universal en tu forma espiritual substancial, y entonces tendrás el poder para que ella se manifieste una vez que dicha forma quede configurada...

Bajo una elevada orientación, seguirás marchando en tu “Camino”, hasta que un día tu Dios llegue a conformarse en ti...

Mas el tiempo que dure hasta esa reunificación te resultará como una “eternidad”, ya que también en la existencia espiritual, independiente del cuerpo terreno, existe una correspondencia como aquí es la percepción del espacio y el tiempo...

Te faltará entonces el poder para te sea posible continuar modificando de acuerdo a tu voluntad las fuerzas anímicas en tu reino que han permanecido en ti, solo en el cual y través de cuyas manifestaciones reales de tu vivencia espiritual es posible hacerlo…

Tú tendrás entonces que conformarte eternamente con aquello, que durante tu vida terrena supiste unificar en cuanto a fuerzas anímicas,...

Y sin embargo, un “Yo” humano que entrara en la vida del Espíritu, para en él consumar su “Camino” a Dios, por muy pobre que sea en fuerzas anímicas, jamás sentirá ni la más leve “añoranza” por querer regresar a la vida corporal terrena sin importar lo que en ella tuvo que dejar atrás...

No obstante, un tal modificado regreso, existe empero, solamente en tres casos especiales:

Para aquellos, quienes tienen que soportarlo a consecuencia de su perjudicial accionar para con el cuerpo terreno,...

Para aquellos que impidieron a su cuerpo terreno seguir viviendo y seguir vivenciando, por cuanto supusieron que a través de la muerte podían substraerse a un suplicio que parecía intolerable o a cualquier otro sufrimiento...

Y, finalmente, para aquellos cuyo tiempo de vida terrena les fue demasiado corto, como para que hubiesen podido unificar cualquier fuerza anímica a su voluntad, por lo que ellos habrían quedado incapacitados para alcanzar la vivencia espiritual, si no les fuese dada la posibilidad de obtención de las fuerzas anímicas una segunda vez, tal cual puede ofrecerles únicamente la vida terrena...

El mismo argumento es decisivo también para las dos primeras categoría, doquiera que un “yo”, llegado el caso, no hubiese logrado unificar en sí ningún tipo de fuerzas anímicas durante una mas que suficiente vida terrena, por cuanto lo animal aprisionado de su portador sobre la tierra, asfixió tal voluntad, o bien un “yo” que se dejó arrebatar por todas sus fuerzas anímicas ya unificadas en sí, en el momento en que sucumbió a la compulsión del pensamiento de tener que aniquilar a su portador terreno, siendo en ese entonces, su organismo de automanifestación que le fuera otorgado.

A los hombres, para quienes he escrito aquí estas enseñanzas, debe bastarles ahora saber solamente que, por propia culpa pueden llegar a tener que soportar una segunda vez, todas las aflicciones de la vida en la prisión animal, todas las influencias físico-materiales del expuesto cuerpo animal...

Empero, los espíritus humanos, que, por causa de inexorables leyes físicas, hubieron de perder prematuramente su organismo de automanifestación terrena, y fueron llevados a vivirla una segunda vez, y aun cuando esto a consecuencia de leyes físicas hubiese sido inútil, e incluso de tener que volverla a adquirir varias veces, siendo también válido de darse el caso para las dos primeras categorías, comenzarán a intuir cada uno, todo lo que la vida terrena significa para el “regreso” del una vez “caído” espíritu humano, y lo percibirán en su corazón llenos de gratitud como el necesario efecto de amor, que abarca a todo lo espiritual aun cuando haya caído muy profundamente...

Quiera aquel que lea estas palabras, pueda conservarlas en sí mismo, y que luego aprenda ininterrumpidamente a reconocerlas más y más, que a él su existencia terrena le concede el singular poder de determinar por sí mismo la continuidad de su destino.

Cómo debe ser debidamente utilizada esta fuerza, está indicado en este libro.

Que nadie se preocupe por los que han muerto en la Tierra, y que se “trasladaron” sin haberse debidamente preparado en su vida terrenal para lograr que su Dios “naciera” en ellos, a fin de que pudiesen unificarse a sí mismos con su “Yo” a las unificadas fuerzas anímicas en su Dios.

También a ellos los comprende verdaderamente el Amor Eterno.

Ellos encuentran en todos los que alguna vez alcanzaron la unificación con su Dios a sus más fieles aliados, ya que en el reino del Espíritu sustancial, toda fuerza anímica “se comunica” entre si, y los que obtuvieron su unificación en Dios sobre la Tierra, y los que lo obtuvieron en Espíritu, continúan “direccionando” esa fuerza hacia aquellos, a quienes su Dios aun no había “nacido” en el “Yo”.

Al mismo tiempo empero, esta ayuda está direccionada por los nunca caídos, los que en el reino del Espíritu, conducen de regreso a la Luz primordial a los una vez caídos espíritus humanos, igual que aquí sobre la Tierra, siempre que encuentren voluntad por el regreso…

Haz esfuerzos para alcanzar ya aquí sobre la tierra tu más elevado objetivo, pero no te angusties por aquellos, que aun no han podido lograrlo.

Tú puedes también ofrecerles a ellos tu ayuda, si haz pensado en ellos, pleno de un amor viviente.

Todos ellos estarán un día unificados contigo en su Dios…

En ti, unificado con tu Dios, estarás un día conscientemente unificado con todos aquellos que puedas abarcar en tu amor.


SOBRE EL ESPÍRITU

Ustedes viven en un mundo, donde lo “espiritual” es tarea de entendimiento.

Lo que este mundo señala como “Espíritu”, es un concepto y un pensamiento, o también: la virtuosidad de establecer mediante chispazos de conciencia, sorprendentes relaciones con lo distante.

Empero, para el “Espíritu” que ilumina el mundo, cual substancial Realidad, todo aquello que los hombres de estos tiempos, denominan “espíritu”, es una simple herramienta de conocimiento terrenal, demasiado terrenal...

El mundo en el cual ustedes viven, conoce solo la “herramienta”, y al poseerla, cree poseer también a lo que “obra”.

Así fue que el “espíritu del mundo” deslumbró los “ojos de vuestra Alma”.

Aun les resulta bien difícil ofrecerle resistencia, ya que a partir de ese entonces, él los domina y los conduce a donde los quiera llevar...

El Espíritu, que vive consciente en su propia Luz, no es algo que circule por los cielos, nada como para dejarse percibir por medio de una simple fe.

El no es solamente “real” como un árbol, una piedra, una montaña, un rayo que cae desde las alturas, sino que además, vuestro terrenal concepto de la “realidad”, puede recién solamente en él alcanzar su no encontrable total correspondencia terrenal.

Si ninguna cosa de relativa realidad es modificable en sí misma a través de la imaginación de un cerebro humano, ¿cómo pretenden suponer, que la Realidad absoluta pudiese ser transformada de acuerdo a vuestra ilusión?

Las imágenes de vuestra imaginación no rozan ni una sola vez el fundamento de la existencia de la más pequeña cosa terrena, por lo que así también, el Espíritu de la eternidad no se deja verdaderamente rozar por aquello que pretenden denominar “espíritu”, en tanto ustedes no puedan comprender en sí mismos su existencia substancial…

Quizá hoy y en un primer instante, creerán reconocer la veracidad de mis palabras, pero por cierto mañana se deslumbrarán nuevamente con el “espíritu” de este mundo.

Hoy querrán alejarse de él, a fin de buscar el verdadero Espíritu, pero temo, que ya mañana quedarán de nuevo deslumbrados por el “espíritu” del cerebro.

Hoy ciertamente creerán vislumbrar algo sobre la existencia del Espíritu sustancial, pero ya mañana por cierto les invadirá nuevamente el desaliento y la duda y renunciarán al esfuerzo de buscar, aquello que hoy creyeron casi “alcanzable”.

Siempre han actuado así, cuando alguien les habló del Espíritu, del Espíritu que ilumina el todo, alguien, autorizado a hablar, ya que vive en él y en consecuencia, puede dar testimonio desde la propia experiencia.

Pero quizá, ¿existan aún ciertamente entre ustedes algunos, que seriamente estén dispuestos a movilizar todas sus fuerzas, a fin de acceder también un día por si mismos a la Realidad de la cual hablo en su indescriptible, elevada y poderosa simplicidad?

A aquellos quiero dirigirme, ya que sólo a ellos pueden serles de utilidad mis palabras.

Ustedes, que en lo sucesivo están decididos a darle al “espíritu” del cerebro, solo lo que le corresponde, a fin de que él no pueda engañarles mas respecto del conocimiento del primordial y substancial Espíritu, a ustedes les digo aquí de nuevo, para que machaque en sus corazones:

¡El Espíritu no es nada imaginario!

¡El Espíritu no es la fuerza del pensamiento!

¡El Espíritu es algo substancial, existente por sí mismo, es una viviente Luz!

Todas las inmensidades están llenas de ese Espíritu y todo vive de él, pero el hombre terreno no puede encontrarlo por ninguna parte, solo: en sí mismo.

¡Él es y vive en ustedes consciente de sí, así como en toda la inmensidad del Todo; él vive en el Todo, consciente de sí mismo!

El no se encuentra solamente en vuestros cerebros, o solamente en vuestros “corazones”.

El cuerpo del hombre terreno es por cierto de una conformación animal, pero eso animal esconde secretamente en sí mismo un organismo espiritual...

Ustedes son el “Templo” del Espíritu, y en cada uno de vuestros miembros, como en cada órgano interno, se encuentra un sagrado cofrecillo sobre un altar invisible...

¡Por lo tanto, si desde allí no se perciben a sí mismos, en todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza, jamás podrán percibir el Espíritu, ni lograrán unificarse con vuestro Dios!

Este percibirse a sí mismo por todo el cuerpo, el cual oculta en sí mismo un santuario del Espíritu, debe ser vuestra preferencial tarea, y esto sin dudarlo está incluido en todo lo que hasta aquí he tenido que decir, si bien se habló sobre ello de una otra manera.

Aquí quiero hablar específicamente sobre ello.

Ustedes deben esforzarse por ser conscientes, no sólo en el cerebro, no sólo en el “corazón”.

El ser consciente vive en ustedes desde lo más interno hasta lo más externo de vuestro cuerpo e incluso en cada una de sus células, sólo que todavía no está unificado con vuestra propia conciencia de si…

Y si ciertamente lo quieren y permanecen firmes en vuestro esfuerzo, entonces podrán poco a poco encontrar en cada parte del cuerpo terreno la propia conciencia de Él y unificar vuestra propia conciencia del Yo de tal modo, que entonces nunca más sabrán algo sobre ustedes mismos únicamente a través de la cabeza, y lo mismo, por cierto, solamente a través del cerebro.

Pero sean precavidos de irritar y sobreexcitar vuestros nervios, ya que esta suerte de “conciencia”, ya todo vuestro cuerpo la conoce demasiado bien en toda su extensión.

Quién luego de cada avance en el camino, no se ha vuelto espiritualmente más sereno y más comprensivo, no está en el camino correcto.

Si quieren alcanzar la meta, entonces, en una completa quietud del Cuerpo y del Alma, de los nervios y de los

pensamientos, deben esforzarse por percibirse en cada átomo de vuestros cuerpos y de vuestras naturalezas anímicas, como “alma” de esos átomos, a fin de unificar vuestras primordiales fuerzas anímicas, las que en y con él les son dadas...

No es preciso realizar ningún “ejercicio” especial, y aquí tampoco es necesario o por cierto útil, ningún esfuerzo compulsivo.

Si en un sentir silencioso por todo el cuerpo, se dedican sin interrupciones a obtener tales percepciones, tan frecuentemente como estén dispuestos a ello y vuestro tiempo así lo permita, luego de semanas o meses se manifestarán los primeros frutos.

Pero no olviden que sólo deben aprender a percibirse a sí mismos en cada órgano del cuerpo y no por cierto sólo al órgano como tal.

Una vez que logren “percibirse a sí mismos” de adentro y de afuera, desde abajo hasta arriba, entonces se asombrarán, y experimentarán con agradecimiento y enorme alegría, lo que es realmente esta vida terrena, que hasta el día de hoy se les presentaba como “Incompleta”…

Con ello, todo vuestro cuerpo experimentará una imprevisible renovación.

A aquel que le falte algún órgano de su cuerpo, debe saber, que cada órgano está existente en sustancia espiritual, aún cuando jamás haya existido externamente, y que del mismo modo, cada órgano permanece existente en forma espiritual, aun cuando éste fuese separado externamente del cuerpo.

¡En el “cuerpo” espiritual no existe mutilación alguna!

En el “cuerpo” espiritual, cada hombre espiritual es un centro convergente de toda belleza, que él puede darle a su “Alma”, en la cual el cuerpo espiritual se “experimenta”, y puede ser “visto” en Espíritu, contemplando en él solo aquello, que se ha logrado obtener a través de la configuración de las fuerzas anímicas, pero no alguna carencia del físico visible causada por una reacción material a una determinada forma de manifestación...

Habiendo llegado entonces hasta este punto, en que se perciben a sí mismos en la totalidad de vuestro cuerpo como un todo, entonces sabrán también honrar verdaderamente al Cuerpo como lo externo del “Templo”, que oculta en sí mismo a todos los sentidos externos, el velado y santo misterio de la vida espiritual, tal como solamente el espíritu humano puede alcanzar y experimentar en su regreso a la Luz de la cual una vez se separó.

No obstante, antes debe mostrarse sí: el Alma ya ha alcanzado tal madurez, que permita al “Anciano” Hermano espiritual, el cual la percibe, ofrecerse a ella como guía y conductor.

Sin él les sería dificultoso a alguno de ustedes alcanzar ya aquí en la vida terrena la conciencia de todo lo abarcable del Espíritu, aún cuando el “cuerpo” del espíritu en el cuerpo terrenal, sea percibido conscientemente.

Ninguno de vuestros esfuerzos es en vano, pero el premio de la victoria a todo esfuerzo les será recién concedido, una vez que hayan finalizado de recorrer el elevado Camino, el cual solo les es accesible bajo una conducción interna y espiritual...

De todos modos, mucho les será también asequible por la propia perseverancia.

Apenas hayan aprendido a percibir por todo el cuerpo terreno, a vuestro cuerpo espiritual, comenzarán, sin que sea necesaria una determinada voluntad, a “respirar” el Espíritu en sí mismos y en el Todo Absoluto, y con ello mucho les será concedido, de tal suerte que aquellos que han tenido permanencia por largo tiempo, reconocerán ante todo, que anteriormente aún no estaban maduros para una elevada experiencia...

Acepten por lo tanto y sin preocuparse, aquello que se les ofrece y confíen en la ley del Espíritu, que no conoce arbitrariedad alguna y su obrar es siempre lo mejor para ustedes.

El Camino hacia lo “más interno del Oriente” se encuentra transitable, extendido ante ustedes, y vuestra voluntad consciente solo determinará, si se les concede estar pronto en él...

El país de “lo más interno del Oriente” contiene muchas moradas, y a todo buscador serio se le concederá su morada allí, y jamás en otro lugar...

Aquí predominan determinadas leyes del suceder, no menos que en el mundo externo.

Tampoco podría doblegarlas ningún Iluminado de la Luz primordial.

El solo conoce su forma y su efecto, y toda su aspiración consiste en guiar a la Humanidad, que en su momento sostiene el globo terráqueo como algún día a las futuras generaciones, hacia su felicidad, hacia su más elevado objetivo.

Para ello sirve su anunciación.

Para ello la ley espiritual le ayuda, a la cual sirve con todas sus fuerzas...

El obra desde el Espíritu, que es el Ser primordial, y obra únicamente desde la fuerza del Espíritu...

Empero, desde el eterno y substancial Espíritu, “Dios” se conforma como un “destilado” del Espíritu en cada ser humano, que con fervor anhela ir al encuentro de su Dios, esperando pacientemente el día en que se le encuentre preparado de tal modo, que su “Dios” en él mismo pueda “nacer”.

Dios es Espíritu, no obstante: es la más elevada autoconformación del Espíritu.

Conformándose a sí mismo, de sí mismo, la conformación más elevada del Ser del Espíritu se revela como “Dios”.


LA SENDA DE LA PERFECCIÓN

Elige, oh buscador, ya para tus primeros pasos, la senda de la verdadera Luz, sino un día te dejarás fácilmente inducir a transitar la difícil senda de la tornasolada serpiente, una vez que hayas alcanzado el pie de la “Gran Montaña”, si bien se puede llegar también hasta ahí, aunque con dificultad, por otros sinuosos senderos, en lugar de la senda que los Iluminados de la Luz primordial han trazado a través del desierto.

Tú puedes elegir desde un principio esta senda, la de la verdadera Luz, una vez que de tu enorme y pura voluntad sepa apartar todo bajo “deseo”.

¿Podrás entonces “elegir”, “la noble senda de la Sabiduría”, que te conduzca hacia lo alto, hasta las luminosas cimas, cuando aún cargado de “deseos” veas ante ti al final del camino través del desierto, las escarpadas rocas y jadeante avizores la última meta?

Sabe entonces, que la Luz de la verdad se presenta ante los ojos de tu Alma como una lejana luminosidad en medio de la niebla, y que luego la elevada senda hacia esa Luz te resultará “interminable”.

Al lado, empero, la “senda de la equivocación” conduce hacia una bien próxima, trémula y brillosa luz.

Esta “luz” por cierto, es la engañosa brillantez de la “serpiente” cuyo cuerpo cubierto de muchos tornasolados colores abarca el globo terrestre...

¡Pobre de ti, si quedas a su merced!

Ella te atraerá por medio de seductores e ininterrumpidos espasmos provenientes de los destellos de las escamas de su cabeza, y cuando tu, deseoso de saber te encuentres lo suficientemente cerca de su dominio, devendrás presa de su alimento.

¿Puedes tú, amigo mío, percibir la Verdad, que ahora acercándose a ti quiere develarse como símbolo?

Bueno es para ti cuando aprendas a “interpretar” verdaderamente los símbolos.

Ellos te dirán cosas profundas.

Cosas que de lo contrario, deberán permanecer en su mayor parte indecibles.

Cosas, que jamás deberán mostrarse en su desnudez.

Empero, quiero aquí intentar llegar también hasta aquellos, cuyos símbolos son aún “obscuros”.

Entonces escucha estas otras palabras, pero comprende que ellas aluden a la misma verdad.

Cuando tu, oh buscador, percibas por primera vez en ti, el impulso de descorrer el velo, detrás del cual sientes que percibes la verdad, entonces estarás siempre próximo a un “Guía” de aquel mundo de Luz, que eternamente será tu hogar.

Tú sentirás la cercanía de ese Guía, sin saber con certeza que es lo que mueve tu sentimiento...

Involuntariamente seguirás al Guía.

Entonces estarás en la “senda” que te conducirá a través del “desierto”.

Empero, el “desierto” formado de granos de arena, creó la apariencia externa del conocimiento del cerebro del hombre terreno.

Por milenios se ha trabajado allí.

En medio de ese “desierto”, elevados maestros, experimentados constructores de caminos, construyeron un sólido terraplén, sobre el cual se puede transitar con seguridad...

Por los alrededores, en todos los tiempos se encuentran asentadas las cambiantes dunas de lo externo del conocimiento del cerebro: siempre variando en sus líneas, base incierta para el pie que allí se pose...

Empero la senda sobre el terraplén, creada por los “Iluminados” del Alma, es de roca.

Tú allí sentirás seguridad.

Lleno de valor irás avanzando.

Por largo tiempo deberás continuar desandando, pacientemente, hasta alcanzar aquel significativo lugar, donde el terraplén rocoso extendiéndose a través del arenoso “desierto” llega hasta la “gran montaña” y con ello al final...

Ahora debes decidirte, ya que ante ti se encuentran dos senderos, que tú en un principio no sabrías diferenciar debidamente.

Pronto querrás confiarte a uno, pronto querrás confiarte al otro.

El uno, empero, conduce hacia las cimas, el otro a los barrancos abismales, a las ocultas profundidades de la montaña...

¡Tu solo tienes la elección, hacia dónde quieres dirigirte!

Seguramente podrás distinguir de inmediato, el sendero que conduce hacia las cimas de aquel otro que lleva a los abismos, ya que tus pies estaban anteriormente acostumbrados a sentir por debajo la “roca” firme, en tanto que el sendero hacia el mundo subterráneo es resbaladizo y sin ningún apoyo para tus pies...

Ya por el camino sobre el terraplén rocoso, cosas invisibles buscarán manifestarte su existencia.

Empero aun no podrás distinguir, quien es ahí el conductor de esas fuerzas, cuyo accionar si reconoces.

Aun crees que detrás de toda fuerza invisible existen las mismas voluntades.

Empero, debes saber que las moradas más bajas de lo invisible también tienen sus bajos guías.

Entiende que el mar y la tierra no están tan cortantemente separados, como las bajas sensaciones terrenales de las inconcebibles fuerzas que actúan creando y destruyendo en el “mundo de la materia”, de los altos y reconocibles poderes del Espíritu, en la más elevada Luz.

Los conductores en los bajos e invisibles reinos son los más terribles enemigos de tu Alma.

No es que su voluntad quiera dañar tu Alma, como la voluntad llena de odio de los condenados a la destrucción, quienes una vez fueron hombres terrenos colmados del más elevado saber y sucumbieron nuevamente a la “caída” en las tinieblas, sino que tu alma puede ser dañada únicamente por medio de las fuerzas gravitatorias, a las cuales difícilmente puedas ofrecerles resistencia, si elevadas fuerzas espirituales no te aíslan de ellas eficazmente.

Cuando llegues a rozar regiones, donde experimentes el accionar de los bajos conductores, entonces veremos lo que tú eres.

Busca solamente a la más elevada, eterna claridad, entonces el Guía, que ciertamente es el conductor de las elevadas fuerzas del Espíritu, protegiéndote podrá aislarte.

Bajo tal protección, sabrás entonces elegir con seguridad también la senda que te conducirá hacia el más puro conocimiento de la Luz.

Entonces accederás a la vida, en la eterna Luz de las más altas cimas del Espíritu.

Si empero incursionas en las artes menores, si quieres únicamente investigar “lo oculto” a fin de darles nuevas fuerzas cual servidores a tus deseos, entonces sin notarlo, te habrás escurrido de la mano del Guía...

Abandonado a tus débiles fuerzas, serás presa de las fuerzas gravitatorias, que actuarán sobre ti desde las regiones de los bajos conductores, en los obscuros abismos del eterno nacimiento de la materia.

Tú podrías quizá obtener “fuerzas de lo oculto”, principalmente una vez que hayas aprendido a practicar una enérgica abstinencia sexual y te alimentes solo de vegetales, pero pobre de ti, todo se te desmoronará, una vez que hayas alcanzado tales fuerzas.

Aquellos bajos conductores son los “creadores del abismo”, y los destructores de todo aquello que ellos aprisionan, que quiera libremente elevarse por sobre el abismo.

No te imagines que puedan enseñarte los secretos de la creación, así como no hay nada que esperar de ciertos insensatos “aprendices de brujos”.

Ellos se apoderarán con voracidad de tu voluntad, ya que toda fuerza en el cosmos invisible necesita de agentes humanos, cuando quiere accionar sobre los encarnados centros de voluntades humanas, y tú únicamente les servirás como destructor, aun cuando supongas estar construyendo.

Al igual que los más bajos, los altos conductores tampoco pueden alcanzar con su accionar el alma de los humanos terrenos, si voluntades humanas encarnadas y unificadas no le tienden para ello “puentes”...

¿Comprenderás quizá aquí lo que significa la enseñanza del “hijo de Dios” que dice: aquel debería “ser hombre”, a fin de poder “redimir” a sus hermanos humanos?

El modo de obrar de las fuerzas espirituales, sean activadas y a su manera determinada tanto por los más elevados como los más bajos e invisibles conductores, no conocen ningún impedimento temporal ni espacial.

Actualmente, una vez activadas y determinadas, las fuerzas continúan obrando en el mundo del Alma del hombre terreno a través de los altos como de los bajos conductores, a pesar que esas fuerzas hace ya muchas centurias, hace ya muchos milenios terrestres, encontraron el camino hacia el corazón, a través de un agente humano...

Donde alguno de ellos vive o ha vivido: la fuerza espiritual que ha obrado a través de él, alcanzará a todo lo que vibre, al igual que ella, en una similar frecuencia; quiera que tales formas de predisposición también habiten del otro lado del globo terrestre, sino recién nacerán en una futura generación...

En cuanto a un indicador seguro de una elevada conducción espiritual consiste en que las fuerzas espirituales activadas, operan sólo bajo una cuidadosa observancia de la libertad en el hombre, al igual que en el hombre terreno, que les sirve de “puente”, cual libre propietario de fuerzas, que accionando a través de él, perfeccionan; y así del mismo modo, se puede reconocer a los bajos conductores, en que todo su accionar siempre busca retener al impresionable, de manera que sea esclavo de esos bajos conductores, aun cuando lo mantengan en la ilusión de creer ser “el amo” de las, impulsadas por ellos mismos, activadas fuerzas...

¡El fin de aquellos que les sirven a ellos de “puente” es la “disolución” en una tormentosa negrura!

Empero, quienes son “puentes” de los altos conductores espirituales, conforman una eterna y real comunidad de la Luz en el Espíritu, ya que en cada uno de ellos fue encendida una “estrella”, que conformada de la más pura fuerza luminosa del Espíritu, ilumina eternamente las almas de los hombres terrenos...

Una pretenciosa e imprudente enseñanza suele inducir a creer que el hombre elevándose siempre, se desdobla en incontables vidas terrenas y también dice: que los “puentes”, que ellos mismos se construyeron, para que los más altos conductores espirituales a través de ellos puedan alcanzar a los hombres terrenos, no serían otra cosa, que hombres, que vivieron incontables veces la vida terrena, y que sólo ahora habrían alcanzado el desarrollo de la más elevada meta, y que por último un día, todo otro hombre de la Tierra debería también alcanzar.

No creas en tales insensatas palabras.

De no ser así, podrías llegar a convertirte demasiado fácilmente en víctima de una ilusión y entonces, de ser un pretendido “futuro maestro”, serías un pobre y engañado esclavo de su vanidad.

No a todo hombre terreno le es impuesta la carga que sólo los menos deben llevar, aquellos que apenas después de su caída desde la alta luminosidad, llenos de compasión por los acompañantes caídos, se han ofrecido a ser ayudantes de los altos conductores espirituales como “puentes” y al mismo tiempo constructores de puentes, al servicio del Amor Eterno...

Solo aquel puede aprobar el examen de “Maestro” que aquí ya lo era en lo espiritual y mucho antes de su encarnación en el cuerpo animal terreno, Maestro constructor de puentes...

Sabiéndolo entonces, será “puente” y Maestro constructor de puentes como hombre de la tierra, recién el día que se le permita aproximarse a la luminosa Comunidad de sus hermanos espirituales, que al igual que ellos, también aquí en lo terrenal haya aprobado su “examen de Maestro”.

Entonces, el “Hijo” del alto “Padre” espiritual, será para sus admitidos “Hermanos” espirituales, como un Iluminado de la Luz primordial...

Pero cualquier hombre terreno, no importa quien sea, puede ser “iluminado” en la Luz espiritual, en la eterna libertad, aun cuando recepcione la Luz como un planeta que gira alrededor de un sol.

En el reino de la Luz nadie “envidia” al otro su campo de acción, ya que el único y eterno “Maestro”, le confió a él toda maestría...

Todo aquel que acceda a esa región es un perfeccionado, liberado en sí mismo, y cualquiera sabe, que el perfeccionamiento sólo le fue accesible de acuerdo a su propia forma.

Sólo es consecuencia de tu evidente desconocimiento terrenal, cuando haces esfuerzos en alcanzar una forma de perfeccionamiento espiritual, que no es la requerida por tu propia individualidad...

¿De que podría serte útil a ti, alcanzar un cierto arte de perfeccionamiento que está reservado a un otro?

Aun cuando encontrases la forma más elevada de perfeccionamiento, a la que un hombre terrenal pudiera acceder y no fuese la tuya, habrías hecho esfuerzos inútiles por perfeccionarte...

Únicamente como perfeccionado en aquello, que sólo a ti te es dado, únicamente como perfeccionado por ti mismo, lograrás un día alcanzar aquella eterna Luz, por la cual estarás eternamente iluminado...


SOBRE LA VIDA ETERNA

Aquí quiero hablar de la “Luz” viviente: de la eterna e inmortal “Vida”, que fluye a través de toda existencia humana.

Quiero mostrarles la luz de los corazones, que vive en ustedes y puede iluminarles.

Todos los que han querido alcanzar el sentido de la vida, han transitado como “buscadores” por el camino del error demasiado tiempo.

Ustedes deben ser “encontradores”, si confían en la palabra de un Encontrador.

Ustedes son reyes, que no conocen su reino.

En si mismos está este “reino”, que vuestro ojo inútilmente trata de divisar, en tanto lo busque afuera.

Preguntan sin tener respuesta, y sin embargo siempre vuelven a preguntar de nuevo: “¿Dónde está la Tierra, que nos fuera prometida?”

¿Es para nosotros el fin, una vez que aquí se llegue al fin, o nuestra propia existencia puede continuar viviendo después de ese final?

Miren: antes de ustedes, otros por cierto ya lo habían preguntado; está en ustedes, en vuestro “reino” interno y solo allí podrán darse respuesta, si ustedes no se hubiesen vuelto sordos por el ruido del mundo externo.

Vuestra propia Alma es el “Reino del Espíritu”, que eternamente vivirá con y en ustedes.

En ustedes mismos abarcan toda la infinitud...

En ustedes mismos vive, lo que fue, lo que es, y lo que será...

“Omnipresente” es vuestra existencia, si bien aún están aprisionados “al existir” y únicamente al presente, desde donde cuidan no tener que enfrentar jamás al porvenir.

Aún creen que el reino de la paz se encuentra en una lejana tierra distante como las estrellas, si bien él vive en ustedes, y ustedes en él...

Todo aquel, que alcanza en sí mismo ese reino, será por la eternidad “rey” de ese reino.

Así como en vuestra eterna vida espiritual, se encontrarán ustedes con todo ser humano, del mismo modo, se han de encontrar en ustedes mismos con todos los que han alcanzado este reino en sí mismos.

Hay un único reino del Espíritu, pero cada uno de los innumerables que lo ha encontrado en sí mismo, “pertenece” a este reino como amplio poseedor, y cada uno es un “rey” sin impedimentos, y su reino es la “eternidad”, no diferente a como sí él, de entre todos los innumerables, solo fuese “rey” del reino, que cada uno posee sólo como “el reino” de su Alma...

No podrán alcanzar el reino del Espíritu, sino sólo en sí mismos.

Solamente es dentro de ustedes para ustedes alcanzable.

Si pretenden buscarlo “afuera”, entonces quedarán a merced del engaño, ya que todo lo que se pueda llegar a encontrar fuera del eterno mundo del “Yo” interno, es sólo una efímera “imagen”: una momentánea experiencia, igual a esta vida terrenal limitada por la muerte,...

Allí, donde el Alma se encuentra en si misma, en el “Yo”, unificada y conducida por él, allí entonces se encuentra el eterno “reino”.

Allí no habrá mas engaño.

Solamente allí es la “eternidad” poseída.

¡Sólo vuestro “Yo” es el ilimitado poseedor de este “reino”!

Incontables en número son los “reyes” de este reino, y todo aquél que ha sido “rey del reino”, está en sí mismo mancomunado con los demás que aquí, legítimamente, portan su corona, en el Uno, dominador del todo...

No agrupados, sino juntos, uno en el otro conviven todos los que aquí viven eternamente.

Así como dicen en la Tierra del hombre; él “vive” su vida, cuando bien o mal la disfruta activamente, así también es aquí todo “vivir” un “hacer”, y “vida” no es solo una descripción de un estado de la existencia.

Aquí esta la “Vida”; la “Luz”, de donde irradia el Espíritu, desde donde el “vive”.

Ustedes mismos están “entrelazados” con el eterno mundo del Espíritu, y a través vuestro, sin tener conciencia de ello, fluye toda “vida” eterna y espiritual.

Empero, aun se sienten a sí mismos en vuestro “Yo”, como si se percibiesen como el espejo de un “reflejo del cerebro”, como una desconectada “existencia única”.

“Lo viviente” ciertamente está siempre unificado con todo la vida,

No existe sobre la Tierra nada, y nada en todo el Universo, y nada en el Espíritu que tuviese “vida”, o que fuese apto para la “vida”, solo para sí mismo.

Una sola “existencia única” es realmente en última reducción, toda existencia.

Aun cuando ella no esté capacitada para reconocerlo.

La “redención” solo puede alcanzarla una existencia única, cuando ella se experimenta en toda existencia, redimida de toda otra “existencia única”.

La “redención” será en ustedes solamente una vez que aprendan a percibir en vuestro “Yo”, en él “Yo”, que eternamente permanecerá intacto, que todo “yo” se da sólo en este vuestro “Yo”, que se da a sí mismo eternamente, a sí mismo unificado.

En ustedes, en el “Yo” de la eternidad, todo es “Vida”, y solamente en esta vida encontrarán la verdadera “Eternidad”, lo eterno viviente.

Hace ya mucho tiempo que la habrían encontrado, si obstinados y trastornados no la hubiesen buscado siempre allí, sólo donde ella de ningún modo es de encontrar.

Inútilmente buscan penetrar en el invisible reino de este mundo externo.

Antes aun podría uno de aquellos que vive en lo eterno “aparecer” visiblemente ante ustedes a plena luz del día, que pudiese salirles al encuentro en el invisible físico...

Deben saber cómo sumergirse en aquello que en ustedes mismos es “eterno”, si quieren conscientemente unificarse con aquellos que ya se encuentran en la vida eterna.


EN EL ORIENTE HABITA LA LUZ

Sólo pocos hombre del “Oeste” vislumbran la verdad, cuando escuchan hablar de los “Sabios hombres del Oriente”, sobre los cuales cuentan antiguas tradiciones de los ocultos círculos de los dignos buscadores de la verdad, y entre aquellos que aquí oscuramente vislumbran de que se trata, son nuevamente demasiados pocos los que pueden substraerse a las erróneas imaginaciones, apenas buscan dar a su presentimiento una forma plástica.

En Oriente, en el corazón de Asia, el filo del cuchillo del pensamiento fue aguzado al máximo.

Empero también aquí han estado desde hace milenios los Grandes, que por encima de todo pensar, encontraron el claro camino hacia la verdad, la verdad que no es otra cosa que la absoluta Realidad y que no tiene nada que ver con imágenes de reconocimiento del pensar, ya que por medio de las cuales, se tiende a creer en lo que comúnmente se denomina “la verdad”.

Bajo una elevada conducción, aquellos primeros “Hermanos sobre la Tierra” encontraron el Camino y la meta...

Desde entonces ellos y sus sucesores instruyen a los buscadores, que para ello deben encontrarse “maduros”, en Espíritu a través del Espíritu.

Ellos han levantado alrededor de su Hermandad, “el sagrado muro protector del silencio”, y sólo encuentra “entrada” hacia ellos, aquel al que se le reconoce como “maduro” en Espíritu, aquel será un reconocedor en Espíritu.

Ellos saben que sus dones son sólo de utilidad para aquellos, que se encuentran cerca del fin de sus esfuerzos por el “camino”.

A todos empero, ellos envían y han enviado en todas las épocas, desde sus centros, Maestros auxiliadores...

Tanto en el Oeste como en el Este siempre se han encontrado tales “Hermanos obradores”.

Por ninguna señal externa son reconocibles los miembros de la elevada Hermandad.

Ellos sólo reconocen a aquél que es parte de ellos.

Su existencia espiritual esta profundamente oculta a los ojos de los seres humanos.

Ninguno de los aquí mencionados, jamás tratará de agrupar a su alrededor una comunidad.

Ninguno ha fundado o ha “donado” tales comunidades.

Lo que en el mundo ha surgido como “comunidad” y aquello que se ha basado en la palabra de los “Hermanos en la Tierra” e incluso en sus elevados “Padres” en la Luz, siempre ha sido obra de almas aún inmaduras, que a causa de un demasiado precoz desarrollo del sentido interno, estaban capacitadas sólo para percibir algo del círculo más interno del “Oriente”, al igual que los escuchadores, que paran la oreja detrás de las puertas, sin que se les fuese otorgado las fuerzas necesarias para interpretar lo escuchado de la manera apropiada.

Solo muy contadas veces uno de los Hermanos se ha apersonado ante sus semejantes en el engranaje del mundo externo mediante una declaración en términos categóricos de su condición, y para todo aquél que lo ha hecho, resultó ser este paso un amargo sacrificio...

Donde tales sacrificios no sean necesariamente imprescindibles, deben ser evitados.

De allí el ocultamiento, desde donde los “Sabios hombres del Este” obran hacia afuera.

De allí el silencio, bajo el cual cada miembro de este círculo se cubre, en tanto su misión no le imponga dar a conocer su forma espiritual, sea en un eufemismo simbólico, sea en palabras precisas, la cual en verdad no se deja fácilmente reconocer...

La elevada Comunidad de los Iluminados, que habla de la antiquísima tradición de los dignos buscadores de la Verdad como de los “Sabios hombres del Este”, está ligada únicamente por medio de leyes espirituales.

Sus miembros no conocen ningún voto de los ascetas, ni juramento de ninguna “Orden”.

El despliegue de las fuerzas espirituales no depende de tales cosas.

Empero, lo que sí se requiere por medio de la “ley”, es que estas fuerzas le obedezcan, y eso es mucho más que el más duro ascetismo y la más severa experiencia expiatoria...

Toda vez que se quiere saber que es realmente un “Iniciado” de esta Hermandad, se deberá abandonar muchas imágenes y si bien éstas se basan en premisas verdaderas, solo afectan a las más bajas fuerzas en el hombre.

Todo aquel que lo sea, les reconocerá, imperturbable por vuestras equívocas imágenes.

Su “enseñanza” no resonará tampoco en vuestro oído externo, aun cuando pudiesen llegar a conocerlo “personalmente”.

Las transmisiones dadas por un referente espiritual en el idioma de su país, no representan su “enseñanza”...

Ellos deben ser para ustedes solo una “referencia”, por la cual a él o lo que es su forma, la reencuentren en ustedes mismos, en vuestro más profundo interior.

Empero, aun sus palabras externas deben ser sentidas, no “explicadas”, no mutiladas por el pensamiento.

No obstante, si pudiesen llegar a ser sus “discípulos”, entonces él les “hablará” en vuestros propios corazones...

Él jamás tratará de obnubilar vuestros sentidos a través de la exacerbación de un sofocante éxtasis, por el contrario, les abrirá junto a vuestros sentidos terrenos nuevos y espirituales sentidos.

En primer lugar, escucharán su “enseñanza”, sin saber si es amiga y guía de vuestra alma, o si son ustedes mismos, lo que “habla” en ustedes.

Sin embargo, un certero, nítido y nuevo sentir que acompaña su “enseñanza” les “hablará” al poco tiempo con una voz “consagrada” por medio de un inmediato producido de claridad interna y sin palabras del lenguaje oral.

Ésta, con frecuencia totalmente insospechada e inesperada recepción de una nítida e interna iluminación de cosas espirituales, que irradiará todo lo que por costumbre nos trae “claridad” el pensamiento lógico, será siempre para ustedes una señal segura, que les atestiguará una verdadera y espiritual “enseñanza”...

Una “enseñanza” espiritual no es un “querer convencer”, sino el inmediato esclarecimiento de aquello que antes se encontraba en la oscuridad.

Un Hombre-Hermano “habla” de tal modo en ustedes que nunca más deberá enviar al oído del cuerpo la onda sonora del aire, ya que quiere “enseñando”, alcanzar corazones receptivos y abiertos que confían en él...

Quizá en un principio no puedan llegar a “entender” todo lo que acontezca en ustedes de este modo, si bien se puede reconocer algo con absoluta claridad, sin que lo reconocido en uno, esté en condiciones de ser analizado por el pensamiento.

En estos casos, permanezcan tranquilos y no “cavilen” sobre la claridad.

Aprendan a distinguir sobre todo la voz que “habla” en ustedes, de las falsas “voces” que provienen de vuestra alterada fantasía.

Permanezcan sobrios y quietos, como si desde hace mucho tiempo fuese válida la costumbre de observarse a sí mismos.

La voz de “lo que enseña” al principio de “la conducción” se escucha bien despacio, igual a un suave pensamiento, a una apenas perceptible sensación.

Empero el Guía en Espíritu no dice “palabra” alguna en su “idioma” espiritual, de la cual no se desprenda una muy precisa y diferente “sensación” de certeza, difícil de describir, pero que con toda seguridad es rápidamente reconocible, aun por aquel que solo la haya experimentado una única vez...

Ningún “pensamiento” propio, aunque fuese de una forma muy elevada, podría jamás producir este “sentir”, que el Espíritu produce, en el cual y a través de él, obra la enseñanza espiritual...

Cuanto más crezca la seguridad, por la cual aprendan a distinguir su “voz” de todo lo que no es su naturaleza, tanto más claro podrá ella “hablar” en ustedes.

Entonces, llegará “la gran hora” en la cual vuestra última y silente duda también les habrá de abandonar.

No sean impacientes, si no pueden alcanzar enseguida el primero de los objetivos.

Ustedes no saben, si ya están lo suficientemente “maduros”, como para recibir con utilidad la “enseñanza”, y aquí solamente el “instructor” carga con la responsabilidad de todo lo que da...

A algunos les llega la certeza antes, a otros más tarde, no obstante ella llega con toda seguridad, una vez que en silencio confíen en el “instructor” espiritual.

No olviden tampoco, que la verdadera “Sabiduría” es el conocimiento de la Realidad, y que los Sabios instructores de la Verdad se sirven solamente de la Realidad, cuando muestran la Realidad, que por cierto no es lo más complejo sino lo más simple de la existencia.

Existen fuerzas del pensamiento, que continuamente tratan de engañar, ya que ellas mismas sólo viven del engaño...

El instructor espiritual está alejado de sus regiones.

El tampoco les manifestará otras cosas, que no sean las del Espíritu, las del Alma, las de la Eternidad...

Reconocerán a través de él, quien son ustedes, y qué significa en realidad el hombre “en sí”, dentro del cosmos.

Si confían en aquel que les “instruye” en ustedes, seguramente se volverán seguros como él mismo lo es.

Él, el seguro, les confiará su propia seguridad.

Nunca empero deberán hacerse preguntas internas, antes que llegue “la gran hora de la certeza”.

No obstante si así lo hiciesen, de seguro sucumbirían a aquellas engañosas fuerzas del pensamiento.

Tampoco tengan imágenes sobre la forma y el género de hombre, en la cual vuestro maestro espiritual ha preferido para vivir aquí sobre la Tierra; y cuando conozcan un hombre del cual sepan que es espiritualmente idóneo, entonces cuídense de creer enseguida, que debería ser en consecuencia solamente ese, conocido por ustedes referente espiritual y por ende también entonces vuestro Maestro espiritual.

No necesitan saber, quien del círculo de los Iluminados de la Luz primordial les enseña, y quienes lo saben, no se los dirá...

Impónganse a vuestra fantasía, para que ésta no los conduzca en andadores con ojos bien abiertos, a través de erróneos ensueños.

La vida humana externa del Maestro espiritual es de su propia incumbencia, y él no desea que se confunda al Espíritu desde donde obra, con su apariencia terrenal.

El no quiere, que sus “alumnos” tributen veneración a la “personalidad”, que sólo le correspondería a la fuerza del Espíritu, desde la cual aquella actúa.

El “enseña” solamente la “Sabiduría” a la que llama “Verdad”, y que verdaderamente se le revela al “alumno”...

El la “enseña” solo en Espíritu, a través de la fuerza del Espíritu.

Por ello, a todo aquel consciente y muy sensitivamente al mismo tiempo, se le permite aprender que la imperfección de la representación de la eterna Realidad se la evidencia únicamente como obra del hombre terrenal, y todo Iluminado de la Luz primordial, bien pronto “incinerará” en el eterno altar, al cual sirve como uno de los elegidos Sacerdotes, el homenaje que suele profesarse a su personalidad terrena.


FE, TALISMÁN E ÍDOLO

Tan simples como la causa original son los últimos misterios de la naturaleza.

No separes por medio de la arbitrariedad de tus pensamientos, aquello que nace de una misma raíz, y así encontrarás por doquier las mismas leyes...

Te han enseñado a construir un segundo mundo, un mundo sin causa y sin un origen de la causa, y a esta construcción de lo no existente, desde la nada, tus maestros llamaron: “fe”.

Aquí no se está refiriendo a ese tipo de “fe”, cuando te hablo acerca de la Fe.

Nada de esa fe es necesaria para la salvación de tu Alma.

Nosotros sólo queremos abrir tu sensibilidad a una fuerza eterna, que vive en ti, y que en un permanente movimiento vivo, continuamente creando, abarca a las fuerzas de tu voluntad en un conformado accionar.

La Fe es la fuerza conformada en el Espíritu.

La Fe crea la forma, a través de la cual se determina el obrar de tu voluntad.

La Fe es la forma de obrar de la voluntad.

Tu no puedes realmente querer, sin creer, ya que una no conformada voluntad es una fuerza dispersa y como tal será desperdiciada sin efecto alguno.

Empero apenas logres a través de tu Fe darle una forma sólida a tu voluntad, ésta será entonces una fuerza poderosa que transformará los eslabones en apariencia firmemente ensamblados de los acontecimientos externos, de modo tal que igual que la cera, se irán modificando de acuerdo a tu forma de Fe...

Tu Alma languidece, y en tanto no logres tener Fe, y en su urgencia, ella misma te seducirá impulsándote hacia lo supersticioso.

La “vida” de tu Alma es Voluntad, y toda voluntad pretende adquirir su sólida forma, por la cual pueda llegar a manifestarse.

Recién entonces cuando percibas que es realmente la “Fe”, podrás verdaderamente creer...

Tu fe es la maqueta, de acuerdo a la cual se va conformando el maneable mineral de tu destino.

Tu fe necesita de una libertad absoluta.

Sólo tu mismo eres norma de tu fe.

Como imagen a semejanza tuya, tu Fe forma a tu Dios, así como él formó a tus Dioses...

Increado es lo divino en su insondable Ser.

Sólo lo formado te será sondable.

Se te revelará en ti, solamente en tu propia forma.

Por ello, tu no puedes mostrar tu Dios a tu hermano, ya que él no podrá contemplar a tu Dios en la eternidad...

El ve la misma divinidad pero creada de acuerdo a su propia imagen...

Tú crees aún poder seducir a tu hermano hacia tu Dios, pero si él se dejase seducir, entonces adorará “una imagen” y quedará distanciado de su Dios.

Infinitamente diverso se releva el Uno, y pobre de aquellos que quieran disputar por una sola de sus formas.

En el mismo instante en que, sin el menor pudor develes a otro hombre tu imagen interna de tu Dios, tu habrás perdido a tu Dios.

No creas que entre tantos miles que se congregan alrededor de uno de los muy loables nombres de Dios, haya solo dos auténticos creyentes que crean en este mismo nombre.

La Fe misma puede servirse de cada uno de los nombres de los dioses o diablos...

La conformada fuerza de la Fe, que determina tu Voluntad, es el único origen de la causa de todo efecto “mágico”.

La magia “blanca” y “negra” están fundadas en la misma fuerza.

Así como la fuerza del mundo te anuncia que el relámpago esta al servicio del hombre, apenas él sepa contenerlo en la forma apropiada, tal cual se deja atraer y retener en los metales y recipientes, así también la fuerza de la voluntad, que a través de la fe encuentra su conformación, se deja contener en la conformación de la materia...

En todos los cultos y en todos los pueblos se encuentra la fe puesta en objetos “consagrados”, cuyas elevadas fuerzas serían propias.

Tú te burlas de esta fe y la llamas “superstición”.

Si con ello, sólo trataras de interpretar bien las fábulas, que se entrelazan alrededor de tales objetos cuales prolíficos ornamentos, entonces estás en lo cierto, pero cuídate en despreciar la realidad, que aquí se encuentra velada.

Cada objeto que has “cargado” por medio de la fe, mediante tu misma bien conformada voluntad, es un “talismán” y tales efectos de los “talismanes” los has experimentado frecuentemente, aun cuando nunca hayas tomado conciencia de cual era el origen de la causa de dicho efecto y ni en sueños te hubieras imaginado, que tu mismo te habías rodeado de “talismanes”...

El objeto ciertamente es sólo el portador y el conservador de una fuerza, en sí misma libre, solo que retenida en él.

Ella misma no lo unifica.

Tu Fe conforma y direcciona tu fuerza volitiva, la mayoría de las veces sin tu entendimiento, hacia aquellos “portadores”, que entonces la conservan, hasta que ella se haya extinguido.

Empero tu nueva Fe, “invita” nuevamente al “talismán”, aun cuando a éste no lo consideres como tal.

Cada uno de los objetos que utilizas para lograr gracias a él esto o aquello, no siendo dicho objeto necesariamente imprescindible para tu quehacer, es un “talismán”, aun cuando tú, “esclarecido”, te burles de lo “supersticioso” y oigas de personas que acostumbran hacer uso de los mismos objetos totalmente conscientes y convencidos seguros de su permanente efecto.

Tu sólo eres irreflexivo, pero ciertamente aquellos “saben”.

Similares son los ídolos.

El fetiche en la cueva de un salvaje es igual a la elevada imagen de culto de Atenea.

La imagen del santo en la elevada catedral, es también igual a la “imagen de misericordia” del antiguo monasterio.

Todas ellas son concentradas “portadoras” de fuerzas volitivas conformadas por muchos seres humanos que a través de la fe de sus voluntades supieron depositar en la obra de arte y también en fragmentos de materiales sin valor, los cuales en verdad solo desvían de aquello que proviene de un hombre “santo”.

La fe de aquellos que rezan ante esos objetos, es lo que nuevamente “desata” la allí contenida fuerza.

Por ello, nadie que no crea en ella, puede desatar esa fuerza, ya que sólo la Fe logra el mayor potencial de tu caudal volitivo que aquella acumulara, y obliga a las bien conformadas fuerzas volitivas mediante la fe a confluir unificadas en tu voluntad y a actuar de acuerdo a tu interés.

Nosotros no queremos por cierto seducirte a utilizar los “talismanes” de todos los cultos.

Nosotros no queremos tampoco aconsejarte que debas comprobar en ti mismo la elevada fuerza de los dioses o las “imágenes de misericordia”, a pesar de que tú libremente debes haberlas sustentado por medio de tu degradación; sino queremos saber si verdaderamente quieres conocer la ley, por la cual ellas agradecen toda veneración.

Sólo debes reconocer estas “leyes”, y lo que ellas te ofrecen en posibilidades y también aprender a que estén al servicio de tu vida.

Tú no te encuentras siempre con las mismas fuerzas de voluntad, empero si tú en los momentos de fortalecimiento logras ser el conservador de tus fuerzas, entonces en el momento del debilitamiento, experimentarás en ti mismo un verdadero “milagro”...

Cada uno de esos objetos, al que tan afecto eres a utilizar, que día a día te rodean, pueden resultarte portadores y fortalecedores de tus fuerzas volitivas y en aquellas horas en que no te encuentres en tu punto mas alto, podrás entonces “desatar” las fuerzas que te sean necesarias en esas horas, desde el autocreado portador...

Sobre todo son apropiados como portadores los objetos de elevada belleza.

Aquello que agradece su propia existencia a una elevada fuerza formativa, se conservará en ti como lo mejor la propia formada fuerza.

Rodéate de tales objetos, que a diario durante las horas apropiadas sueles cargar y recargar con todo tipo de conformadas fuerzas volitivas, a fin de que te sean necesarias a la hora de tu debilitamiento.

Porta tales objetos siempre contigo y también llévalos a donde te dirijas.

Ten Fe en que puedes transferir lo mejor de tu fuerza a esos objetos, y que apenas la necesites puedas obtenerla de ellos nuevamente.

Verdaderamente, tal Fe no es “superstición”.

Tú aún no sospechas, qué “reales” son tus fuerzas volitivas, y qué poder tendrás en tus manos una vez que aprendas a “conformar” tu voluntad a través de tu Fe.

Empero, no destruyas tu fe por medio de vanas reflexiones; semejante a los propensos al “esclarecimiento sicológico”.

Si alguien suele hablarte aquí de una “autosugestión”, no te dejes engañar.

Mediante tales palabras, nada es “aclarado”.

Allí sólo se introduce una palabra nueva, y el efecto que descansa en elevadas fuerzas, no puede por cierto ser captado.

La naturaleza actúa de acuerdo a su forma y ella no pretende que tú logres “aclarar” su accionar.

Así como nosotros vemos las cosas, lo comprenderás en estas, mis palabras.

Si nosotros decimos la verdad, sólo la podrás comprender, una vez que tu mismo intentes hacer la prueba.


LA MAGIA DE LAS PALABRAS

Debes saber, oh Buscador, que para cada una de las épocas, son necesarias otras fuerzas “mágicas”, y si tú en estos momentos, no puedes acceder a los mismos milagrosos efectos de aquellas fuerzas, no te dejes confundir.

Las que aquí se tienen que “ordenar”, es lo que hay que ordenar; encausar la “corriente” respectivamente en aquellos canales a fin de fructificar el país, allá donde mayor es la sequedad.

En consecuencia, no debes esperar en estos días, ningún otro efecto “mágico”, mas que la “magia” de las palabras.

La palabra, concebida en sentido “mágico”, es lo máximo de la fuerza “mágica”...

Vendrán tiempos, donde solamente por medio de la fuerza de las palabras, se llevarán a cabo cosas que rozarán el “milagro”...

Si: un “milagro” obrará en palabras.

Un “milagro”, mucho más maravilloso que todo aquello que en los viejos tiempos llamaban “milagro”.

Vendrán días, en los cuales se sabrá por medio de la palabra poner obras en marcha, para cuya realización hoy en día son necesarias miles de manos y enormes máquinas...

Bien lejos se encuentran aún los hombres de estos futuros maridajes.

Aun no se sabe “hablar” la palabra.

Sin embargo la palabra ya se agita en estas oscuras épocas, siendo ésta la vía del hombre para llegar al umbral de uno de aquellos “iluminados recintos”, y también la que da esperanza en lo más oscuro de la noche de estos tiempos...

Mira a tu alrededor y hacia donde tu dirijas la mirada, observarás también la mágica fuerza de la palabra en su prohibición y aun en su deformación.

Ello demuestra al hombre, que ciertamente la palabra está facultada para ser otra cosa que llevar la comprensión de un cerebro a otro cerebro.

Si tú eres sabio, entonces atenderás a tales señales.

¡Atiende a la palabra!

Se te ha enseñado largamente a despreciar la palabra.

Únicamente debías buscar ahondar el sentido.

Te han acostumbrado más que nada a querer “entender”, y con ello has perdido el poder de sentir las cosas; empero, tú posees el más valioso don del corazón: tu único, espiritual y “oculto” “sentido”...

Si quieres volver a recuperar este “oculto” sentido espiritual, entonces disponte a entender las palabras no sólo de acuerdo a su “contenido”, sino busca siempre de sentir las palabras, el sonido de las palabras y su conformación.

Observa, se trata de una ley, y no de la arbitrariedad lo que permite que las palabras sean fuerzas mágicas, la mayor fuerza “mágica” en forma de palabras, unidas a los elementos de las palabras, de modo que hay palabras: palabras en lenguaje humano que pueden hacer mover una montaña, si sus contenidas fuerzas fuesen liberadas...

Hay palabras, las cuales se presentan a tu “entendimiento” como sin fuerza, sin embargo tú no dejas de pronunciarlas sin que ellas “mágicamente” conformen tu Alma, a pesar que de ningún modo sepas “hablarlas” de aquella manera, en la que pudieras observar como ellas liberan de sí mismas todo su poderío...

Podría contarte maravillosas cosas sobre tales palabras, pero te resultaría imposible poder creerme.

Serás creyente aquí solo a través de la experiencia.

Piensa amigo mío: todo en el Universo tiene su ritmo y su número.

Toda “magia es fundada en el ritmo y el número”.

Aquel que pueda encontrar ambos, el mismo ya posee la “llave” que abre esta puerta...

No escribo para él.

Tampoco existe peligro alguno, que uno de ellos pudiese llegar a ver estas palabras.

Demasiado pocos son los que encontraron la “llave”, y estos pocos leen en un único y eterno libro, cuyas “palabras”: viven, cuyas “frases”: han sucedido.

Tampoco podré “aclararte” jamás el ritmo y el número del cosmos.

Sólo pretendo enseñarte el atender a la palabra, por la cual podrías encontrar en palabras, aquello que en estos tiempos es imposible poder encontrar en otras formas.

Atiende lo suficiente a la palabra, y en breve diferenciarás lo verdadero de lo falso en lo que respecta a las cosas del Espíritu.

Entonces, toda sabiduría espiritual dará pasos hacia ti en ritmo de eternidad.

Toda última cosa porta números cósmicos en la cinta frontal cuando ellos surgen en el ropaje de la palabra.

Allí ellas impiden, que el “sentido” de un libro “sagrado”, de un libro, escrito por un “Conocedor” te descubra lo último suyo, lo más profundo e inaudito; ellas equivocan en mucho...

Si deseas aclarar el “sentido” aun el más profundo de la eterna causa, las últimas cosas y su más recóndito secreto, deberás “sentirlo” del tipo, forma, sonido y acepción de la palabra...

No creas que alguna vez, alguno de los que dominara el “ritmo y el número” fuera indiferente al modo de disponer la palabra en palabras.

Los poetas sólo aspiran a la belleza, los profetas le dan a las palabras un sonido eterno.

Al “profeta” se le reconoce también cuando es poeta, y en el poeta, “el profeta” no puede permanecer oculto, así esté escondido detrás de las palabras poéticas.

Si tú quieres aprender a sentir las palabras, entonces cada palabra en tu idioma puede serte una enseñanza...

Empero, no busques el “significado” si quieres transitar por este camino.

El “significado” no se deja ocultar por mucho tiempo, si, él se te quiere mostrar.

¡”Escucha” en ti las palabras, de las cuales tu quieres aprender!

Bien pronto las habrás de “escuchar”, como si las hablase un otro, y esto debe ser para ti la primera señal que te indica que te encuentras por el certero camino de aprender a percibir en ti el hablar mismo de las palabras, ya que la palabra tiene realmente el poder de hablar por sí misma...

También la palabra de la eternidad “aclara” por si misma, una vez que aprendas a “escuchar” en ti.

Y aun cuando tu entendimiento pueda “entender” con agudeza, nunca debes confundirlo con el hablar de la palabra.

Debes permitir que la palabra de la eternidad sea viviente en ti, así lo demuestra su sabiduría última...

Sin embargo, no creas estar practicando un juego, sobre el cual uno se alegra el primer día, mas luego aburrido lo abandona.

Quieres que te sea realmente útil la enseñanza, entonces debes practicarla cada día con perseverancia, hasta que llegue el día en el cual la palabra, en un profundo mirar, se experimente en ti por sí misma…

Recién entonces sabrás por experiencia, lo que la palabra tiene que decir.

Entonces se te abrirán muchas puertas, ante las cuales ahora sin tener acceso sueles estar preguntando.

Entonces “comprenderás” cierto libro que aun hoy oculta sus oscuros enigmas.

No te estoy diciendo demasiado...

¡Ve hacia la obra con determinación!

Este momento es el más apropiado para esta obra.

Tú puedes lograr mucho si quieres atreverte un poco y sin hacer preguntas.

Empero no olvides: tú no estás practicando ningún juego ocioso.

Sólo tu continua perseverancia te conducirá a la victoria.


UN LLAMADO DESDE HIMAVAT

Una ansiedad recorre el mundo, un nostálgico anhelo, y cada una de las almas, que aun no se ha endurecido totalmente y su germen tiene todavía posibilidad de desarrollo, se siente conmocionada.

En las cálidas correntadas de sangre humana se introdujo aquel soñoliento escepticismo, que antiguamente parecía corresponder al “buen tono”.

Nuevamente se “puede” creer en cosas que no son comprobables a través de “experimentos”, y ya no habrá mas burlas, cuando se entre en razón, que lo invisible nos circunda y actúa sobre nosotros, aun cuando no lo hayamos descifrado...

El “milagro” quiere ser nuevamente realidad, y el reino de la fe amplía sus fronteras.

Seres humanos similares a petrificaciones anímicas, que permanecieron inmóviles frente a todo lo espiritual, se convirtieron bajo el amenazador retumbar del martilleo de furiosos y deformes demonios en verdaderos “vivientes”, y la masa de apáticos dormidos ya se ha vuelto inquieta.

Ustedes deben creer estar cada nuevo día más cerca de vuestro anímico despertar...

Los despiertos ciertamente les responderán a aquellos que los han mantenido dormidos por tanto tiempo, y les darán la espalda con desprecio a aquellos “guías”, que quisieron trazar beatos “límites” a sus preguntas, ya que habían fracasado en su propia capacidad de respuesta.

La Humanidad se encuentra preparada, para reconocerse por fin como parte de la Tierra...

Ella ya no suele soñar con el Olimpo de los Dioses, y se acerca el nuevo día, en el cual ciertamente percibirá en si misma, por primera vez, el sentido de la palabra, que una vez un Dios hombre le dijo:

“El Reino de los Cielos ya se está acercando”

Aquellos, que se llamaron “servidores” del Ungido, se complacieron en levantar una muralla, tal como explicaban: “para protección” de aquellos que, de acuerdo a la palabra del elevado Maestro, llevan en sí mismos el Reino de los Cielos...

Hombres que nunca alcanzaron en si mismos el aquí tan claro “reino” prometido, por causa de un supuesto poder mágico, cuya fuerza ilusoria debió ser sancionada por la propia conciencia, se lanzaron a dominar las almas de sus prójimos...

Ellos les obstruyeron la puerta del cielo, así como en ellos mismos estaba amurallada, logrando desviar hacia otro lado todo, lo que con aplicación direccionaba hacia la Realidad, de modo que sólo quedaron símbolos y fórmulas, los cuales aun permiten soñar con el Reino de los Cielos, ya que sabían demasiado bien, que el de ellos no era necesario para encontrar el “Reino”.

Insensatos son los que esperan que la muralla del encarcelamiento anímico pudiera alguna vez ceder al embate de las almas.

Demasiado firme es esta muralla conformada con la argamasa de humanas búsquedas de poder.

Demasiados son los que querrían sentir en todo momento la muralla alrededor de ellos, como si ella jamás pudiera llegar a retenerlos.

Demasiado tiempo acostumbrados a la esclavitud, perecerían encontrándose libres.

Bien es cierto que a lo largo de milenios han cambiado las fórmulas y los símbolos que fueron erigidos delante de la muralla, por los cuales aquellos que viven cercados por ella, no puedan tomar conciencia como prisioneros; en tanto la muralla misma perdurará, mientras se cuente sobre la Tierra con la avidez de poder en el hombre por sobre el miedo anímico del prójimo, y contra ese bastión firmemente montado sobre amenazas y promesas, se estrella todo aquel que antes de tiempo quiera derribarlo desde adentro o desde afuera...

Empero existe una posibilidad de escapar a su rígida presión sin derribar la muralla...

A aquellos que están cerca del despertar les crecerán alas, y se elevarán por encima del círculo de poder, que tan gustoso les habrían retenido durmiendo y soñando...

¡Nosotros vemos cercano el tiempo del despertar!

En nosotros está el guiar el vuelo del que se eleva hacia la libertad, hasta que alcance las resplandecientes alturas del “Himavat”, cubiertas de nieve bajo el brillante sol, de la Gran Cordillera.

Por cierto será necesaria mucha ayuda, ya que vendrá un gran despertar.

Nosotros no queremos que ninguno de los que se elevan, se pierda en las alturas y finalmente caiga muerto por agotamiento en un desierto...

Empero, nosotros mismos sólo podemos guiar el gran vuelo de todo el conjunto de los liberados, y aquellos que nos quieran ayudar, deben buscar a los desorientados que, deslumbrados por ilusorios objetivos pierden constantemente de vista la dirección del vuelo.

¡A todos los que desinteresadamente quieren ayudar, se formula el llamado!

Quien en su corazón quiere comprometerse con nosotros a conducir de regreso a los equivocados, puede y debe ser nuestro ayudante.

Es necesario por cierto una sabia y afectuosa ayuda, y no nos puede servir de ayudante, aquel que fuerce con su ayuda a los equivocados.

Ayudar en sentido correcto es: adelantarse al equivocado en su vuelo, de modo que él, sin necesidad de convencimientos, encuentre nuevamente su verdadero camino a través del propio entendimiento.

Vuestra ayuda debe ser poco “vista”, pero cada uno de ustedes paga la devolución de una deuda de siglos, si únicamente una sola Alma gracias a esa ayuda, sea guiada hasta la meta.

Empero, lejos de todos nosotros deben permanecer los que enfáticamente ofrecen su ayuda para luego jactarse a sí mismos de estar en dignidad y jerarquía por sobre encima de los demás.

¡Lejos de nosotros queremos también que permanezca todo presuntuoso inoportuno!

Quien aquí quiera ser ayudante, debe estar libre de toda arrogancia.

El debe ofrecer su ayuda allí donde sea necesaria, sin hablar de la prestación de su auxilio...

¡Nosotros no queremos conocer su nombre ni saber de su ayuda!

Sólo en el reino del Espíritu deberá ser valorado el acto provisto de ayuda y sólo debe “reconocerse” al ayudante espiritualmente.


EUCARISTÍA

Una y mil veces

Se da el Uno,

El eterno Dador,

Y aun permanece siempre

Poseedor de sí mismo.

El no es divisible,

El eterno Uno

Cuando Él se quiere dar,

Se da totalmente.

Tan frecuente como

Él mismo suele darse,

Tan frecuente se da

Él mismo completamente

Y aún permanece

Poseedor de sí mismo;

Ya que no sólo una vez

Se posee el Uno,

El eterno Dador,

A sí mismo.

Infinitamente Uno

Se posee a sí mismo

Infinitamente diverso.

Así como Él es unidad

Siempre en sí mismo,

Infinitamente diverso

Y aún siempre Uno,

Así somos nosotros “Iluminados”

En su “Luz”

Todo unificado:

Como pluralidad sólo Uno.

Gran Dador,

El origen de la Luz,

Tu mismo eres “Luz”.

Tu no conoces “pecado”

Excepto uno:

Desatenderse de tu voluntad

Que quiere dar en todo momento.

Tú sólo quieres

Manos abiertas;

Corazones abiertos,

Dispuestas a recibir;

Manos,

Que alegremente recepten;

Corazones,

Que reciben tu don

en buena voluntad.

Tú le das al uno

Y le das al otro

Infinitas riquezas,

Y a ninguno le falta

el regalo del otro.

Él que te ha reconocido

A ti, gran Dador,

no sabe nada de envidias.

Más que la que pueda soportar,

Que la que tú le das,

Y jamás tendrá fin

Tu eterna riqueza.

Quien nunca tiene suficiente

De tus regalos

Aquel te es el más preciado

A él tú le regalas

A ti mismo.

Sí, tú puedes regalar,

Regalas a todos,

Y jamás

Serás más pobre

Para aquel

Que tu regalo

Requiera.

Eterno

Gran Dador.


EPÍLOGO

Hace ya nueve años apareció impreso por primera vez “El libro del Dios viviente”.

Y desde entonces ha ido ganando innumerables amigos en todo el mundo, que fueron agradecidos alumnos de su enseñanza.

Aquí se presenta entonces la nueva edición, resultado de un nuevo escrito.

El contenido de la primera edición permanece inalterable.

Para muchos ha sido preferible la nueva forma de presentación, ya que paulatinamente mostró que ésta o aquella palabra de la primera edición admitía un significado que estaba muy alejado del mismo.

También mostró ser con el tiempo un esbozo demasiado conciso, de modo tal que la subsiguiente ampliación de lo presentado aparece como más apropiada, y por último, cada palabra fue sometida a un renovado examen, a fin de descartar toda posibilidad que pudiese conducir a un equivocado entendimiento.

La resonancia interna de todo el conjunto exigía por lejos un cambio en la disposición de los capítulos y un reordenamiento de la frase que fuera impresionable al ojo, ya que en todos mis escritos “hablo” espiritualmente al lector, y en consecuencia él debe reflexionar sobre la provisoria topográfica, de modo que el sonido de la conversación pueda despertarlo internamente.

Mi agradecimiento a todos los que me señalaron lo que era todavía necesario hacer respecto de la explicación, ya que una frase se percibe en forma diferente cuando se sabe por propia experiencia lo que ella quiere enunciar, como si lo comunicado reviviéndolo es imaginado en un alma, que aun carece de la experiencia.

Empero, aquellos que creen que deben recurrir a su sagacidad para descubrir en mis palabras ciertas “contradicciones”, deben mejor pensar que ciertamente a mi tampoco se me habría escapado aquello que les pareció un tan importante hallazgo.

Provechoso debería ser para ellos saber que lo percibido como “contradictorio” se resuelve por si mismo, una vez que consideren que yo debía haber tenido realmente mis motivos, cuando deslicé cada tanto palabras, de las cuales se pueden irreflexivamente construir aparentes contradicciones, hasta tanto no se conciba lo que debe ser concebido...

Entonces quedaría explícitamente expresado, que de aquí en mas querría que el nuevo escrito presentado, se anteponga a la primera edición de este libro, ya que esta nueva versión respecto de la anterior, es comparable en cierto modo a una, en todas sus partes construida catedral con el cuerpo del edificio al que aun le falta las decoradas ventanas y las estatuas de los altares...

Así entonces, “El libro del Dios Viviente” en su forma perfeccionada y en su ropaje nuevo tiene una mayor amplitud que ofrecer, aun para todos aquellos que desde hace tiempo conocen su primera versión.

Aquí es dado a conocer un libro que realmente el mundo en estos días necesita, así lo atestiguan miles de personas con agradecimiento que a través de su contenido han encontrado Fuerza y Ayuda...

Bendición, Luz y Conocimiento les traerá a todos los que sin prejuicios sepan leerlo y tengan la voluntad de en si mismos querer recibirlo.

A fines de otoño de 1927

Bô Yin Râ


Fin

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CONTENIDO

Prefacio

“El refugio de Dios entre los hombres”

La “Logia Blanca”

Experiencia suprasensorial

El camino

En Söph

Sobre la búsqueda de Dios

Sobre acción y obra

Sobre la santidad y el pecado

El “oculto” mundo

El templo escondido

Karma

Guerra y paz

La unidad de las religiones

La voluntad hacia la Luz

Las elevadas fuerzas de la comprensión

Sobre la muerte

Sobre el Espíritu

La senda de la perfección

Sobre la vida eterna

En el Oriente habita la Luz

Fe, talismán e ídolo

La magia de las palabras

Un llamado desde Himavat

Eucaristía

Epílogo
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