jueves, 27 de agosto de 2015

Acerca de Corazones Destrozados y de Corazones Irrompibles - Omar Paladini



"... Cuando te encuentres con ruinas, 

hay la esperanza de un tesoro...".

Rûmî

Andar por la vida con un corazón destrozado es difícil; aunque más difícil es andar por la vida con un corazón irrompible. Solo un corazón duro e insensible puede serlo.

Es más saludable recibir el impacto, que estar rodeados de murallas protectoras que terminan transformándose en cárceles internas.

La autodefensa interna se termina transformando en una cárcel a veces. Lo que en un momento fue un acto defensivo, en otro momento posterior queda el acto defensivo habiendo pasado ya el peligro.

Y lo que quedan activos son los mecanismos de bloqueo emotivo que se activan ante la menor e insignificante tensión, y que generan problemas en uno mismo y en el mundo de relación.


Fue Khalil Gibran quien dijo: "¿Cómo podrá abrirse mi corazón, a menos que se rompa?".

Día a día tenemos que afrontar situaciones y experiencias que nos afectan; algunas nos serán negativas y otras positivas. Todas forman parte de lo que vamos viviendo.

Un corazón sensible fluye como el agua y todo lo va acariciando y abrazando en su camino, y esa sensibilidad profunda lo hace indestructible en su fluir.

Los entornos a veces suelen ser más hostiles, indiferentes, o más acogedores a ese fluir. No es algo estático. Influimos sobre la gente que nos rodea, y ellos influyen sobre nosotros. Es un ida y vuelta.

Importa, creo yo, estar en paz, con la conciencia de haber hecho y hacer las cosas lo mejor que uno puede.

No somos magos (aunque a veces lo intentemos). Somos un proceso abierto, vivo, dinámico, carnal y espiritual a un tiempo, certeza de existencia, y un enigma a veces para nosotros mismos.

Importa también, abrir el futuro a las posibilidades de cambio, eso permite ir superando obstáculos, transformando, momento a momento, situaciones adversas en positivas, ir construyendo otra realidad más sensible, más nuestra.

Esa sensibilidad va más allá de si misma y se hace uno con todo lo que la rodea, no tiene limites de espacio ni tiempo, se hace infinita y eterna en su calor, es como un fuego que nunca se apaga, es el fuego que siempre ha estado allí, y si se produce la grieta sale a la superficie.

La sensibilidad del corazón abre la grieta, tiende un puente sobre el abismo de la nada hacia los demás y todo el universo que nos rodea.

Los corazones rotos, dicen algunos poetas, guardan tesoros y pasiones sagradas, Suena bien. Quizás valga la pena comprobarlo.


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Texto ampliado el día 07-02-2017. 17:55 hs.
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