viernes, 30 de junio de 2017

Las siete letras dobles de la Kabbalah


De las 22 letras del fundamento, que configuran el alefato hebreo; señala el Sefer Yetsirah que, siete de ellas son las letras dobles (Bet-Bhet(ב); Gimel-Ghimel(ג); Dalet-Daleth(ד); Kaf-Khaf(כ); Peh-Pheh(פ); Resh-Rhesh(ר); Tav-Thav(ת)). 

Se rigen a sí mismas con dos modos de lenguaje, siendo así modelos de lo blando y lo duro, lo fuerte y lo débil y en general de la dualidad y la batalla permanente que significa esta dualidad, establecida por la posibilidad de decidir. 

Reposan y reinan sobre la sabiduría y su contrario, la locura, la riqueza y la miseria, la semilla y la desolación, la vida y la muerte, el dominio y la esclavitud, la paz y la guerra, y la Gracia o belleza y la fealdad. 

Definen la espacialidad, señalando lo cardinal, arriba y abajo, oeste y este, norte y sur, y el centro como sostén de todas ellas. 

Siete planetas en el universo (Saturno, Jupiter, Marte y Venus, el Sol y la Luna, Mercurio), 

siete días en el año, los siete días de la semana (Rishon-Domingo o 1er. Día, Sheni-Lunes o 2do. Día, Shlishi-Martes o 3er. día, Rebii-Miercoles o 4to. Día, Jamishi-Jueves o 5to. Día, Shishi-Viernes o 6to. Día, Shabat-Sabado o 7mo. Día) 

y siete puertas en el alma (dos ojos, dos orejas, dos fosas nasales y una boca). 


La primera letra doble es Bet-Beth(ב), que se ubica entre Chokmah y Chesed, reina sobre la sabiduría y su opuesta la locura, la Luna en el universo, el domingo-Rishon o 1er. día en el año, el ojo derecho en el alma. 

La segunda letra doble es Gimel-Ghimel(ג), que se ubica entre Binah y Geburah, reina sobre la riqueza y la miseria, Marte en el universo, lunes-Sheni o 2do. día en el año, la oreja derecha en el alma. 

La tercera letra doble es Dalet-Daleth(ד), que se ubica entre Keter y Tiferet, reina sobre la semilla y la desolación, el Sol en el universo, martes-Shlishi o 3er. día en el año, la fosa nasal derecha en el alma. 

La cuarta letra doble es Kaf-Khaf(כ), ubicada entre Chesed y Netzach, reina sobre la vida y la muerte, Venus en el universo, miércoles-Rebii o 4to. día en el año, el ojo izquierdo en el alma. 

La quinta letra doble es Peh-Pheh(פ), que se ubica entre Geburah y Hod, reina sobre el dominio y la esclavitud, Mercurio en el universo, el jueves-Jamishi o 5to. día en el año, la oreja izquierda en el alma. 

La sexta letra doble es Resh-Rhesh(ר), ubicada entre Tiferet y Yesod, reina sobre la paz y la guerra, Saturno en el universo, el viernes-Shishi o 6to. día en el año, fosa nasal izquierda en el alma. 

La séptima y última letra doble es Tav-Thav(ת), que además es la última letra del alefato, se ubica entre Yesod y Malkuth, reina sobre la gracia o belleza y la fealdad, Júpiter en el universo, el sábado-Shabat o 7mo. día en el año, la boca en el alma.






Como ya el lector puede comprobar; así como las tres letras madres configuran los tres caminos horizontales en el árbol de la vida, 

las siete letras dobles, cubren los caminos verticales del árbol, estructuran la septena tan importante en la kabalah contándose en ciclos de 7 mucho de lo manifestado, 

así 7 son los colores del arcoíris, 7 las notas musicales, 7 los días que prevalece cada fase lunar, además de los descritos anteriormente, sobre los siete planetas y los siete días de la semana. Interesante también es notar que son 7 los periodos del hombre en general, descritos así: de 0 a 7 años, la infancia, de 7 a 14 la niñez, de 14 a 21 la adolescencia, 21 a 28 la juventud, 28 a 35 adultez, 35 a 42 la consolidación, de 42 a 49 la madurez, que a su vez es el 7mo. ciclo de 7 años 

y así sucesivamente podemos identificar en el hombre, periodos de 7 años, desde su nacimiento hasta su muerte. 

Estas letras son llamadas dobles porque reinan sobre dos aspectos duales en el hombre, y su dualidad es opuesta, tal como el blanco y el negro lo son. Son dobles también porque conectan dos sefira en la misma columna del árbol siempre. 


Pueden agruparse según la columna del árbol que las determina, asi: Bet-Bhet(ב) y Kaf-Khaf(כ) se ubican en la columna derecha o columna masculina y gobiernan ambos ojos en el alma; Dalet-Daleth(ד), Resh-Rhesh(ר) y Tav-Thav(ת) en la columna central o del equilibrio, gobernando ambas fosas nasales y la boca en el alma; así mismo, Gimel-Ghimel(ג) y Peh-Pheh(פ) en la columna de la izquierda o columna femenina, gobernando ambas orejas en el alma. 

De esto concluimos que los ojos son propios de la masculinidad y las orejas de la feminidad, 

lo cual se corresponde con la realidad en el sentido de que, 

si somos acuciosos, el hombre es atrapado por la vista, 

mientras que la mujer sucumbe a las palabras por el oído, 

parece muy interesante aquí observar que la nariz y en todo caso el olfato y en particular los olores nos elevan, 

de allí el uso de los perfumes y del incienso y la boca y las palabras que por ella salen pueden llegar a ser nuestro castigo. 

Con lo dicho, las letras dobles, son una construcción que claramente conecta al ser humano con el mundo manifestado que está aparentemente separado de este. 

Por ello, de los cinco sentidos humanos, que son nuestra posibilidad de percibir el mundo, cuatro son gobernados por estas. 

Y además son los cuatro sentidos que estimulan la inferencia en el ser humano y por tanto las ideas que, 

siendo más acucioso, son las que en última instancia definen la dualidad, pues ellas nos incitan a la decisión y con ello a tomar partido entre el blanco y el negro. 

Ahora bien, resulta interesante la exclusión del tacto, ya que es innegable que el tacto es el sentido que más fuertemente nos hace aparentemente consientes de la separación, 

pues aunque este se activa por la unión, irremediablemente nos hace concluir que lo que tocamos es distinto de nosotros, ya que nos hace creer que lo hemos unido a través del acercamiento y el contacto. 

Por otro lado, el tacto nos ahorra la necesidad de decidir, pues hace mínima la inferencia. 

Cuando tocamos, decididamente concluimos que lo que tocamos es y esta. 


Observe el lector que por ser las columnas verticales podemos también decir que delimitan el mundo manifestado, pues entre ellas todo y mas allá de ellas nada. 

Interesante es ver cómo entre ellas se encuentran también las letras madres y por tanto los elementos necesarios para la creación y por ende para la manifestación, conectándose con el reino o Malkut a través deTav-Thav(ת) que a su vez es la ultima letra del alefato,

sin temor a equivocarnos, las siete letras dobles, definen los límites del universo manifestado, lo que se puede hacer o crear, lo factible. 

En el Sefer Yetsirah, el capitulo relacionado con las letras dobles, termina con un misterioso párrafo que hace una suerte de manifestación numerológica, que por supuesto no entrare a analizar por declararme incapaz para ello, 

sin embargo, lo transcribo tal como esta para que el lector disponga del a su gusto. 

  • “... Dos piedras construyen dos casas. 

  • Tres piedras construyen seis casas. 

  • Cuatro piedras construyen veinticuatro casas. 

  • Cinco piedras construyen seiscientas veinte casas. 

  • Siete piedras construyen cinco mil cuarenta casas. 

  • A partir de aquí está lo que la boca no puede expresar y lo que el oído no puede oír...” 


Dejando de lado un poco el Sefer Yetsirah y revisando un poco el Génesis bíblico, vemos que a partir del versículo 10 del primer capítulo del Génesis, aparece por primera vez la frase “…Y vio Dios que era bueno”, 

desde allí, hasta la aparición de la intención de hacer al hombre, todas las acciones de Dios, se cierran por esta expresión, 

lo cual implica la dualidad, pues así como es bueno, puede no serlo y se abre el compás para esta característica propia de las letras dobles, que gobiernan sobre los opuestos. 

De esta manera, el Génesis describe, después de la separación y ordenamiento de los elementos, la creación de todo lo contenido en el mundo humano,

valga decir, el mundo manifestado, de la misma forma que lo plasman las siete letras dobles, al contener entre ellas todo y nada fuera de ellas. 

Este grupo de versículos bíblicos describen lo acontecido en los días siguientes hasta el séptimo, en el cual descansa de su obra, pero antes de ello, y para el final del sexto día, específicamente en el versículo 31 del primer capítulo del Génesis dice: 

  • “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana del día sexto. “ 
Los primeros tres versículos del capítulo 2 del Génesis señalan que una vez terminada la obra, Dios descansa, no sin antes santificar el día séptimo porque en él, reposó de toda su obra, tal como lo representa el árbol de la vida que todo está apoyado en Malkut y el camino que transcurre entre Yesod y Malkut es justamente Tav-Thav(ת) la última de las siete letras dobles y ultima del alefato, que a su vez, en la simbología del árbol, representa al tallo que soporta todo el árbol sobre si. 


También es importante acotar que toda la creación, o mundo manifestado está en la cabeza, pues las letras dobles gobiernan en esta y en concordancia astrológica con el signo de Aries, que es representado con la cabeza del carnero, en vista de que toda creación nace en la cabeza. 

Es por ello, que las siete letras dobles, que enmarcan todo lo que es posible hacer o es factible, están representadas en la cabeza y sus sentidos relacionados. 

Pues es a través de estos, que el hombre se contacta y puede corroborar la aparición del mundo. 

Son sus sentidos, las puertas que lo contactan con la materia de la que el mundo está constituido.

ANEXOS

SEFER YETSIRAH

4-1 Siete Dobles: Bet, Gimel, Dalet, Kaf, Peh, Resh, Tav, que se rigen a sí mismas con dos modos de lenguaje: Bet-Bhet; Gimel-Ghimel; Dalet-Daleth; Kaf-Khaf; Peh-Pheh; Resh-Rhesh; Tav-Thav, sirviendo de modelo para lo blando y lo duro, para lo fuerte y para lo débil. 

4-2 Siete Dobles: Bet, Gimel, Dalet, Kaf, Peh, Resh, Tav, que reposan sobre la Sabiduría, la Riqueza, la Semilla, la Vida, el Dominio, la Paz y la Belleza. 

4-3 Siete Dobles: Bet, Gimel, Dalet, Kaf, Peh, Resh, Tav, en el habla y en la transposición. El contrario de la Sabiduría, la Locura; el contrario de la Riqueza, la Miseria; el contrario de la Semilla, la Desolación; el contrario de la Vida, la Muerte. El contrario del Dominio, la Esclavitud; el contrario de la Paz, la Guerra; el contrario de la Gracia, la Fealdad. 

4-4 Siete Dobles: Bet, Gimel, Dalet, Kaf, Peh, Resh, Tav. Arriba y abajo; Este y Oeste; Norte y Sur. El Santo Palacio se sitúa en el centro de ellas y las sostiene a todas. 

4-5 Siete Dobles: Bet, Gimel, Dalet, Kaf, Peh, Resh, Tav. Siete y no seis, siete y no ocho. Examínalas, escrútalas. Instaura cada cosa en su esencia y sienta al Creador en su base. 

4-6 Siete Dobles: Bet, Gimel, Dalet, Kaf, Peh, Resh, Tav del Fundamento. Él las grabó, las talló, las permutó, las pesó y las Transformó, y con ellas formó siete planetas en el Universo, siete días en el Año y siete puertas en el Alma, masculina y femenina . 

4-7 Siete planetas en el Universo: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y Luna. Siete días en el año: los siete días de la semana. Siete puertas en el Alma, masculina y femenina: dos ojos, dos orejas, dos fosas nasales y una boca. 

4-8 Él hizo reinar a la letra Beth sobre la sabiduría; la coronó y la combinó con las demás. Así formó la Luna en el Universo, el Domingo en el Año y el ojo derecho en el Alma, masculina y femenina. 

4-9 Él hizo reinar a la letra Gimel sobre la Riqueza; la coronó y la combinó con las demás. Así formó a Marte en el Universo, el Lunes en el año y la oreja derecha en el Alma, masculina y femenina. 

4-10 Él hizo reinar a la letra Daleth sobre la Semilla; la coronó y la combinó con las demás. Así formó el Sol en el Universo, el Martes en el año y la fosa nasal derecha en el Alma, masculina y femenina. 

4-11 Él hizo reinar a la letra Kaph sobre la Vida; la coronó y la combinó con las demás. Así formó a Venus en el Universo, el Miércoles en el año y el ojo izquierdo en el Alma, masculina y femenina. 

4-12 Él hizo reinar a la letra Pe sobre el Dominio; la coronó y la combinó con las demás. Así formó a Mercurio en el universo, el Jueves en el año y la oreja izquierda en el Alma, masculina y femenina. 

4-13 Él hizo reinar a la letra Resh sobre la Paz; la coronó y la combinó con las demás. Así formó a Saturno en el universo, el Viernes en el año y la fosa nasal izquierda en el Alma, masculina y femenina. 

4-14 Él hizo reinar a la letra Tav sobre la Gracia; la coronó y la combinó con las demás. Así formó a Júpiter en el universo, el Sabbath en el año y la boca en el Alma, masculina y femenina. 

4-15 Siete Dobles: Bet, Gimel, Dalet, Kaf, Peh, Resh, Tav. Con ellas fueron grabados siete universos, siete firmamentos, siete tierras, siete mares, siete ríos, siete desiertos, siete días, siete semanas, siete años, siete ciclos sabáticos, siete jubileos y el Palacio Sagrado, y por ello quiso Dios que el septenário prevaleciera bajo todo los cielos. 

4-16 Dos piedras construyen dos casas. Tres piedras construyen seis casas. Cuatro piedras construyen veinticuatro casas. Cinco piedras construyen seiscientas veinte casas. Siete piedras construyen cinco mil cuarenta casas. A partir de aquí está lo que la boca no puede expresar y lo que el oído no puede oír.

GÉNESIS

1 … 10 Y llamó Dios á la seca Tierra, y á la reunión de las aguas llamó Mares: y vió Dios que era bueno. 

11 Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé simiente; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su simiente esté en él, sobre la tierra: y fue así. 

12 Y produjo la tierra hierba verde, hierba que da simiente según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya simiente está en él, según su género: y vió Dios que era bueno. 

13 Y fué la tarde y la mañana el día tercero. 

14 Y d¼o Dios: Sean lumbreras en la expansión de los cielos para apartar el día y la noche: y sean por señales, y para las estaciones, y para días y años; 

15 Y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra: y fué así. 

16 É hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche: hizo también las estrellas. 

17 Y púsolas Dios en la expansión de los cielos, para alumbrar sobre la tierra, 

18 Y para señorear en el día y en la noche, y para apartar la luz y las tinieblas: y vió Dios que era bueno. 

19 Y fué la tarde y la mañana el día cuarto. 

20 Y dijo Dios: Produzcan las aguas reptil de ánima viviente, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 

21 Y crió Dios las grandes ballenas, y toda cosa viva que anda arrastrando, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie: y vió Dios que era bueno. 

22 Y Dios los bend¼o diciendo: Fructificad y multiplicad, y henchid las aguas en los mares, y las aves se multipliquen en la tierra. 

23 Y fué la tarde y la mañana el día quinto. 

24 Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie: y fué así. 

25 É hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que anda arrastrando sobre la tierra según su especie:

 26 y vió Dios que era bueno. Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra. 

27 Y crió Dios al hombre á su imagen, á imagen de Dios lo crió; varón y hembra los crió. 

28 Y los bend¼o Dios; y díjoles Dios: Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 

29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda hierba que da simiente, que está sobre la haz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, seros ha para comer. 

30 Y á toda bestia de la tierra, y á todas las aves de los cielos, y á todo lo que se mueve sobre la tierra, en que hay vida, toda hierba verde les será para comer: y fué así. 

31 Y vió Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fué la tarde y la mañana el día sexto. 

2 ...1 Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento. 

2 Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho.

 3 Y bendijo Dios al día séptimo, y santificólo, porque en él reposó de toda su obra que había Dios criado y hecho. 

Nicolás Quiles 
M:.M:.P:.M:. 
R:.H:.R:. A:.C:.L:.G:.L:.R:.B:.V:.(2011-2013) 
V:.M:. Res:.Ben:. y Cen:. Logia “Estrella de Occidente” No. 50 (2011-2012)

_____________________________________________________________________



_____________________________________________________________________




_____________________________________________________________________


Cábala, Los Estados Internos, y Temas Afines - Enlaces
http://omarpal.blogspot.com.ar/2016/06/cabala-los-estados-internos-y-temas.html
_____________________________________________________________________
.

domingo, 25 de junio de 2017

La Primera Iniciación, es El Puente - Michel de Salzmann


"... La primera iniciación consiste en: 

reconocer la Atención como una cosa sagrada, 

y respetarla, porque proviene de una fuente muy alta.

La Atención es Objetiva. Es como el sol que te alumbra, seas como seas.

Al sol no le importa como eres, alumbra a todos por igual.

Somos adictos a las creencias; es nuestra adicción mas fuerte,

que toma las formas más sutiles ese velo de idiotez.

Reconocer en uno lo mas alto y lo mas bajo, genera un sentimiento.

Permite que esas fuerzas entren y hagan lo que tienen que hacer.

Hay un mundo interno y un mundo externo en nosotros,

Hay un mundo superior y uno inferior .

La Atención, es el puente entre estos mundos...".


_____________________________________________________________________

_____________________________________________________________________
.

viernes, 23 de junio de 2017

Algunas palabras de Tarthang Tulku


"... Hay muchas dimensiones en la experiencia meditativa. 

Podemos tener una hermosa experiencia, muy satisfactoria y agradable; pero esa experiencia es limitada porque ella «pertenece» a un «ego». 

Hay un marco de referencia dentro del cual reaccionamos, por lo tanto, perdemos la experiencia. 

Así tenemos nuestros altos y bajos. Más tarde nuestra experiencia meditativa puede expandirse y llegar a ser ilimitada, sin punto de referencia, sin centro. 

Todo y cada cosa es parte de la meditación. Esto puede conducirnos a un nivel donde ya no existen distinciones. 

Despertamos y vemos que la realidad y la verdad no son unidimensionales, sino como un diamante con muchas facetas. Este nivel es lucidez pura. 

En ella estamos por sobre los pensamientos, en ellos y fuera de ellos. Podemos todavía verlos, pero sin involucrarnos.

Es posible pasarse muchos años practicando sin hacer progresos sustanciales. 

Pero podemos decir cuándo estamos meditando bien, porque en los más altos niveles de meditación no nos damos cuenta de que estemos haciendo algo, allí no hay reflexión. 

Tan pronto como existan murallas, en cuanto hayan parámetros, cuestionaremos nuestro estado y trataremos de medir el espacio. 

Pero cuando entramos en el espacio abierto de la meditación, no podemos dividirlo de esta u otra manera. Ya no se pueden aplicar cuestionamientos.

Al comenzar la meditación, es importante dejar ir todos los pensamientos y librarnos de su pasado y de su futuro. 

Es entre ellos donde encontramos la meditación. 

A medida que ella se va desarrollando, vamos descubriendo una intencionalidad meditativa dentro de cada pensamiento y de cada emoción. 

La meditación entonces viene a ser una parte natural de nosotros, una experiencia que puede acompañarnos a través de nuestra vida cotidiana. 

Cualquiera que sea lo que experimentemos puede volverse meditación, siempre que no tratemos de evitar o seleccionar. 

Nuestra respiración, sensaciones, tensiones musculares, deseos, ego, aferramientos y confusión, cada cosa que experimentemos puede ser parte de nuestra meditación. 

Ella no sólo puede ayudarnos a resolver nuestros problemas sino, además, protegernos de que surjan. 

El proceso de meditación relaja y calma, de modo que cuando surge cualquier pensamiento o emoción, ya no nos arrastra con ellos. 

Así su poder sobre nosotros empieza a disolverse.

El ego está estrechamente relacionado a las acciones de aferramiento e identificación. 

Pero una vez que aprendemos a meditar, el ego empieza a perder su poder sobre nosotros. 

El ego es un concepto basado en ciertas imágenes o interpretaciones que emergen a través de nuestros sentimientos y sensaciones, son simplemente condicionamientos sin ningún significado sustancial. 

La persona que confía en su meditación encuentra que no hay nombre ni forma en la experiencia.

Mucha gente cree que esencia y ego son lo mismo. 

Mientras más profundamente investigamos y más refinada es nuestra comprensión, nos damos cuenta con más fuerza de que no existe ni ego ni esencia. 

Son simples palabras vacías que no tienen significado.

A veces, al concentrarse, vienen a la superficie imágenes subconscientes, pueden ser memorias o arquetipos. 

Muchas experiencias no familiares surgen inesperadamente a la consciencia. 

Algunas técnicas de meditación originan y estimulan estas imágenes. 

Esta clase de experiencia significa que estás en el camino de la meditación. 

La concentración lleva a tales experiencias, pero también nos conduce más allá de ellas. 

Relájate y deja irse al vigilante. 

Trata de no estar consciente de nada. 

Usa paciencia, llega al fondo de tu meditación y trata de conectarte con esa sensación de profunda relajación: tu desasosiego irá cesando naturalmente. 

Así que no prestes atención a la cantidad o calidad de tu meditación, sólo tienes que mantenerla abierta. Tú eres el centro de ella.

Si tu meditación es demasiado rígida o tensa, incluso puedes sentir jaqueca.

Olvida el concepto de meditación, deja ir el sentido de propiedad. 

Cuando tienes ya sea una buena o mala experiencia, sientes que tú eres el propietario. 

Este aferramiento crea una tensión. 

A menudo somos demasiado cuidadosos cuando meditamos, como si estuviéramos en una habitación con un lactante que duerme: al menor ruido, el niño despertaría. 

Necesitamos relajarnos y perder esa actitud.

Sé cariñoso con tu cuerpo. 

Masajea gentilmente los músculos del cuello y la energía fluirá libremente. 

Deja ir todas tus tensiones y tus resistencias. 

No necesitas hacer nada en particular. 

Tus ojos, manos, estómago, huesos y músculos están todos cuidando de ellos mismos. 

Deja que tu percepción fluya a través de tu cuerpo y de tu mente.

Es bien difícil generalizar si el que sigue un camino espiritual necesita un gurú o no. 

La única manera de saberlo es mirar dentro del propio corazón y ver si uno puede manejárselas para progresar sin que su ego o su autoengaño se le atraviese en el camino.

La religión y la devoción son útiles, son otro aspecto de la meditación. 

Si tú crees y tienes fe y devoción, harás progresos. 

No es el único camino, pero es una herramienta muy importante.

La filosofía está relacionada, primero que todo, con los pensamientos y conceptos. 

Estos se van refinando y entonces toman una dirección, la cual llega a un punto que se transforma en una regla, la que a su vez da origen a un sistema. 

Este sistema va creciendo cada vez más y, gradualmente, se desarrolla una consciencia ética: bien y mal, positivo y negativo, virtud, pecado, buen o mal karma, etc. 

Paulatinamente, a medida que se va transformando en un modelo, la filosofía llega a ser restringida y sofocada por muchos complejos detalles.

Mientras más preguntas hacemos, más preguntas aparecen.

 Finalmente, llegamos a la conclusión de que no necesitamos preguntar porque no hay respuestas definitivas. 

Pero si no empezamos preguntando, no llegaríamos a esta realización. 

En un sentido, nuestro conocimiento común no es inútil porque nos ayuda a comprender que no hay fin para las preguntas. 

Es como frotar dos piezas de madera una con la otra. 

Se calientan y al final se encienden y consumen. 

El conocimiento intelectual es parecido a eso. 

La única manera de encontrar respuestas es darse cuenta finalmente que no hay respuestas. 

El responder origina un mayor interrogatorio, y el preguntar sirve para repetir el ciclo. Las preguntas y respuestas no llevan a ninguna parte. Ellas se retroalimentan.

Tenemos pensamientos, y el expresarlos puede ayudar. Cuando hacemos preguntas, vemos donde estamos. 

Preguntar es una manera de saber, otra manera es a través de la experiencia. 

Cuando ambas ocurren al mismo tiempo, esto es muy bueno; pero, a veces, no podemos captar la diferencia. 

Eventualmente, todo llega a ser uno y no hay diferencia.

Preguntas y respuestas no llevan demasiado lejos, pero puede ser un ejercicio útil, no algo para rechazar. 

Cuando descartamos la filosofía y el conocimiento intelectual, nos cerramos a una parte importante de nosotros mismos. 

Al vivir, estudiar y trabajar en el mundo, necesitamos hacer esta clase de ejercicios tanto como sea posible. 

Pero cuando estamos meditando, no debiera haber preguntas.

Cuando estés confuso intelectualmente, trata de salir de esa confusión meditando. 

No es una pérdida de tiempo, es un proceso de aprendizaje. 

Cuando despiertes en la mañana, date cuenta que ahora es el momento, ahora es el desafío. 

Trata de aprender en cada instante, tus clases son en la vida cotidiana. 

Estás jugando juegos en el campo de la meditación las 24 horas del día. 

El desafío es ¿cuál lado está ganando?, ¿el positivo o el negativo?, ¿qué estoy obteniendo? 

En sentido último, no hay ganancia ni pérdida; pero, hasta que no comprendemos esa verdad, continuamos siendo envueltos en los conceptos de ganancia y pérdida. 

Por eso, mientras tanto, trabajemos con lo que tenemos.

Los pensamientos:

Cuando somos capaces de tranquilizar nuestro cuerpo, respiración y mente, surge naturalmente un sentimiento muy confortable y grato. 

A medida que expandimos esa sensación, sentimos como si fuéramos llegando a casa, y podemos recuperar esa sensación una y otra vez en la meditación diaria. 

Podemos practicar al comienzo sólo unos minutos cada día. 

Sin embargo, a medida que extendemos estos períodos, encontramos que podemos meditar sin esfuerzo. 

Y a través de repetidos contactos con este sentimiento, nuestra concentración se desarrolla en forma natural. 

Nuestro progreso podría ser obstaculizado, sin embargo, si tratamos de interpretar estos sentimientos y sensaciones intelectualmente. 

Porque el proceso del pensamiento en sí mismo nos separa de la experiencia.

Nuestros pensamientos son tan por entero una parte de nosotros que, aun cuando estamos meditando, tendemos a aceptar el mundo de ideas y conceptos como nuestra realidad. 

Nos limitamos nosotros mismos a ese reino familiar y, por lo tanto, limitamos nuestra meditación. 

Vemos ese efecto claramente cuando examinamos bien de cerca la naturaleza de los pensamientos.

Cuando un pensamiento surge en la mente, nos «apegamos» a él como a un hijo nuestro. 

Nos sentimos como si fuéramos la madre de nuestros pensamientos, pero eso es una trampa que nos juega la mente. 

En efecto, si vigilamos cuidadosamente y tratamos de permanecer desapegados, podemos ver que cada pensamiento surge y se va sin una conexión sustancial con el que le sigue. 

Los pensamientos tienden a ser erráticos, a saltar de una cosa a otra, como canguros. 

Cada pensamiento tiene su propio carácter. 

Algunos son lentos, otros, rápidos; un pensamiento puede ser positivo, el otro, negativo. 

Pasan unos tras otros, como los automóviles en una carretera. 

En una muy rápida sucesión, cada uno se adelanta apenas el anterior se desvanece.

Puesto que un pensamiento conduce al próximo, parece como si tuvieran una dirección; pero, a pesar de la sensación de movimiento, no hay una genuina progresión. 

Son como el cinematógrafo: aunque hay una sensación de continuidad, esta es sólo una ilusión creada por la proyección de una serie de imágenes similares, aunque individuales.

Cuando surge un pensamiento o idea particular, empieza a tomar forma como una criatura en el útero.

Se desarrolla por un rato dentro de nosotros, luego «nace» como una idea plenamente formada. 

Tan pronto como el pensamiento emerge, da un grito y tenemos que hacernos cargo de él. 

Los pensamientos son muy difíciles y exigentes. Necesitamos aprender a manejarlos en forma adecuada.

Vigilando cuidadosamente nuestros pensamientos, podemos aprender a experimentarlos directamente apenas surgen. 

Quedándonos gentil y astutamente junto a cada uno, podemos experimentar los diferentes modelos y matices que adoptan. 

Esto es lo que significa vivenciar la experiencia interna o, realmente, llegar a ser la experiencia.

Es importante la concentración cuando tratamos de hacer contacto con la energía que hay dentro de cada pensamiento; pero una concentración forzada no es efectiva.

Puede funcionar durante muy cortos períodos de tiempo, pero siguen apareciendo nuevos pensamientos y la concentración vacila. 

Tenemos apenas medio-tratado un pensamiento cuando viene otro, y otro más. 

Para evitar esto, es importante guiar la mente con gentileza hacia un punto único en que pueda concentrarse plenamente en la experiencia interna de cada pensamiento. 

A través de una suave disciplina, podremos desarrollar y expandir gradualmente esta concentración.

Cuando estamos muy atentos, podemos llegar a darnos cuenta del espacio que hay entre cada pensamiento. 

Esto no es fácil, debido a la rapidez con ellos se suceden, apenas se desvanece uno, aparece el próximo. 

Pero hay un ritmo en este proceso y, cuando captamos este ritmo, podemos ver una «separación» entre los pensamientos, un «espacio» o nivel de consciencia en donde los sentidos no nos distraen. 

El espacio entre los pensamientos tiene una calidad de apertura muy próxima al vacío, y no es atrapado por discriminaciones o confusiones. 

Al alcanzarlo, es como sumergirse profundamente en el océano: hay allí una amplia quietud. 

En la superficie puede haber incontables olas; pero, cuando vamos profundamente al fondo, hay una gran paz y equilibrio. 

Este espacio es como el intervalo entre este momento y el futuro: el presente pensamiento ya se ha ido, pero el próximo no está aún allí. 

En efecto, esta lucidez no está involucrada con pasado ni futuro, ni aun está envuelta en nuestra usual idea del presente. 

Contactar este espacio es como viajar a otra dimensión, y la calidad de la experiencia es totalmente diferente de las que tenemos en forma habitual.

Una vez que encontramos este espacio entre los pensamientos, podemos expandirlo en una experiencia profunda y plena. 

A medida que se expansiona la calma de este espacio, la mente va perdiendo en forma gradual su desasosiego, y empieza a manifestar su estado natural. 

Al principio, este estado es difícil de mantener porque nuestra mente todavía tiende a ser distraída por pensamientos. 

Pero, a medida que desarrollamos un mayor equilibrio, nuestra mente gravita más fácilmente a un más profundo estado de lucidez.

Cuando aprendemos a mantener esta lucidez por períodos cada vez más largos, llega a ser como una luz interna, siempre radiante. 

Es esa luz dentro de la cabeza de la que hablan los místicos. 

Ella nos libra de la confusión y de la habitual e interminable secuencia de pensamientos.

Podemos expandir esa calma más allá de nuestros cuerpos, más allá aún de esta tercera dimensión, y podemos sentir la inmensidad, la no centralización del espacio abierto. 

Nuestra experiencia llega a ser viva, fresca, clara y positiva. 

Mientras más profundamente entramos en ese espacio, más poderosa llega a ser nuestra experiencia. 

Allí vemos que la mente misma es espacio, que es transparente y sin forma. 

Vemos que nuestros pensamientos también son abiertos y sin forma. 

Una vez que experimentemos directamente esta sensación, dejaremos de estar confinados en los casilleros de conceptos, palabras e imágenes que habían restringido anteriormente nuestra experiencia. 

En el espacio entre pensamientos está solamente la cristalina calidad de la lucidez pura. 

Pasado y futuro se disuelven, porque este espacio está más allá del reino de los conceptos; es vasto y abierto, no reteniendo nada, pero permitiéndolo todo.

Para llegar a ello, debemos aprender a mantener nuestro estado de alerta en el momento presente y, simplemente ser, sin crear ninguna separación entre nuestro ego y el pensamiento. 

Esta es la manera de cortar a través -o penetrar- un pensamiento. 

Tratando de analizarlo o aferrarlo, siempre permaneceremos fuera de él. 

Pero los pensamientos no están fuera de nosotros, en realidad no están en ninguna parte. 

Son como burbujas surgiendo en el océano. Dentro de ellos hay una claridad ligera y fresca. 

Es importante contactar la naturaleza interna del pensamiento mismo.

Lo que llamamos lucidez discriminativa es diferente de nuestra discriminación ordinaria. 

Es una manera intuitiva de cortar a través de nuestra dependencia de palabras y conceptos. 

Ella nos da otra manera de ver, otro punto de vista desde donde vivenciar la experiencia. 

La consciencia humana puede ver usualmente una o dos dimensiones al mismo tiempo, pero con esta visión profunda, pasado, presente y futuro se unen en un solo espacio. 

Todas las dimensiones pueden ser vistas de una sola vez.

Para expandir el pensamiento, primero te das cuenta de que uno de ellos está viniendo. 

Dejas que tu consciencia entre en él, encuentre su núcleo -el que es una quieta lucidez dentro del pensamiento- eso es «ver». 

El pensamiento mismo está basado en esa lucidez, sin ella no habría pensamientos. 

Cuando contactes esa lucidez, o energía, expándela tanto como puedas. 

Haz de esto un ejercicio. 

0 si no, míralo de esta manera: un pensamiento está aquí, el próximo todavía no ha llegado; en el mismo momento en que ese pensamiento se ha ido, quédate en ese espacio antes que el próximo venga. 

Eso es expandir. 

Practica de esa forma. 

Tan pronto como un concepto se vaya, ese es el lugar donde te quedas. 

Cuida de no apegarte al pensamiento ido porque eso atrae el siguiente. 

Eso congelaría la meditación.

Deja que los pensamientos se vayan, el sostenerlos interrumpe la meditación.

Permanecer en el espacio entre pensamientos es dejar caer cualquier intento forzado de concentración y aprender cómo no hacer esfuerzo. 

Cuando tú dejas ir cualquier idea de premeditación -aun en un nivel mental muy sutil- entonces tu meditación fluye muy naturalmente sin enfocar ninguna forma particular. 

De esta manera, tu mente se transforma en espacio; tu consciencia y el espacio llegan a ser uno. 

La lucidez es luz y la consciencia es espacio. 

Sin espacio no puede haber luz.

La verdadera naturaleza de la mente está libre de conceptos. Aunque hablemos acerca de un espacio «entre», este «entre» en realidad no existe. 

No hay un hoyo específico, sino que, con miras a señalar esta experiencia, usamos palabras como «espacio» y «entre». 

En el nivel superficial puede haber muchas manifestaciones, pero en un nivel más profundo y más sutil, la mente es totalmente abierta y silenciosa.

Para contactar este silencioso lugar, no sitúes tu meditación y tu mente en ningún «lugar»,. 

Sólo procura ser abierto, sin sostener ni centrar. 

Una vez que aprendas a contactarte directamente con este nivel superior de lucidez, entonces -sin necesidad de oponerte a ellos- serás capaz de controlar tus pensamientos y emociones, porque ellos llegarán a estar completamente fundidos con esa lucidez. 

Cuando puedas someter a tu mente limitada por conceptos y entrar en este espacio abierto que existe entre los pensamientos, esa mayor lucidez funcionará sin interrupción y tu mundo entero se habrá transformado....".

_____________________________________________________________________

Extraído del muro de Maria Cristina Catuara en Facebook
_____________________________________________________________________
.